domingo, 26 de agosto de 2012

Claudio Ferrufino-Coqueugniot. La literatura, la filosofía y la vida de un escritor 'ermitaño'

Claudio Ferrufino-Coqueugniot es un personaje que un periodista y cualquier ciudadano debe conocer en persona. Más allá de los clichés políticos, es un hombre que parece haber vivido y experimentado todo lo que dice y a la vez el conocimiento que emana de su boca solo es comparable con los libros que ha leído y todas las diferentes "literaturas" que han pasado por sus manos. Ferrufino-Coqueugniot habló sobre la novela negra, el amor, el sexo y la violencia en el pasado VII Encuentro de Escritores Iberoamericano, celebrado en Cochabamba. Acompañado con unas "Taquiñas", conversa sobre los entretelones de su obra, cuánto le interesa la experiencia humana y la soledad de su escritura.

¿En qué momento Claudio Ferrufino-Coqueugniot decide empezar en la literatura?

Yo escribo desde pequeño. Escribí poemas y cosas así. La literatura en realidad ha sido parte de mi vida sin imponérmela. En ningún momento decidí ser escritor y no sé si me considero escritor. Escribo y siempre lo voy a hacer, publique o no publique.

Puedo ver una película, hablar con la vendedora de dulces algo que me interesa y de lo que sale un texto, ¿no? Generalmente, como soy muy ecléctico y gran lector, no solo de literatura, sino también de muchas cosas como economía, sociología, política y etnografía, me gusta mezclar en mis textos todo eso y empiezo a ubicar la historia de la dulcera, por darte un ejemplo, en un contexto social, geográfico y contexto temporal histórico. Me gusta jugar así, por el gusto de escribir como una actividad para entretenerme.

¿Puede vivir de la literatura, hablando de rédito económico?

Mi segunda novela, "El exilio voluntario", sí me ha dado un dinero extra, pero jamás he intentado vivir de la literatura ni de lo que escribo. Nunca en la vida he cobrado por un artículo para periódico o revistas porque no lo necesitaba y porque me parecía indecoroso e indecente recibir un dinero por un escrito, prefiero regalarlo. Entonces vivo de otra cosa que no es literatura, siempre he vivido de otras cosas. Me ha gustado hacer de todo, he sido estibador y mozo de restaurante porque creo que la esencia de la vida está en la gente común y en lo popular. Yo me nutro mucho de eso, no soy el escritor que va a vivir en el ghetto negro de Washington con la idea de escribir. Al contrario, voy a ganarme la vida y para integrarme a una sociedad tan distinta a la mía que me enriquece y si luego de una experiencia similar a esa de la que salió el exilio voluntario deseo escribir sobre eso, lo hago y si no, no, pero no es el escritor buscando la experiencia; al contrario, es el ser humano buscando la vida. Eso es lo que hago y si escribo o no sobre eso lo decidirá el azar

Sobre la literatura en Bolivia, ¿cree que existe una nueva generación?

Se está escribiendo más y creo que la globalización ha influido positivamente en que el escritor boliviano esté buscando más temas y que haya ampliado sus perspectivas. Ahora, si es una generación que va a perdurar como una generación literaria no lo sé, porque es muy diversa. Cada uno por su lado, no hay una estilística propia generacional y va yendo hacia el tema del marketing.

El mercadeo es terrible, es lo que está acabando con la literatura en el mundo. Hay una especie de cuoteo por países. España domina la empresa editorial de lengua española y es la que se decide qué se publica y cuándo. Está dando espacio a un grupo de jóvenes que es lo que llamaríamos entre comillas "la nueva generación" que está escribiendo sobre temas que quizás pueden parecer insulsos, muchas veces, completamente sin sentido. Bueno, el cuoteo es terrible. ¿Cuánto espacio se puede dar a un país como Bolivia? ¿Cuántos autores bolivianos van a ser permitidos como un éxito producido por la editorial en España, cuantos? ¿Uno, dos? Eso es terrible y no es criticar a uno en este caso sino que es terrible cómo somos manipulados por el mercado de una manera espantosa.

¿Qué piensa del academicismo con respecto a la literatura, cómo ve a la literatura nacional?

Entras a un círculo que es parte del mercado editorial del cual es difícil salir. Es diferente en el caso de los escritores anglosajones que no tienen este prurito del latinoamericano por ser doctor. El escritor anglosajón es muy diferente, puede vivir al lado de tu casa y estar haciendo jardinería y ser un escritor que es candidato al Nobel. Hay mucha más modestia y mucha más decencia incluso, decencia de ser lo que son: primero un hombre y luego escritores. Mi consejo siempre a los escritores jóvenes es el consejo que Máximo Gorki le dio a Isaak Babel, cuando Babel, el gran escritor judío ruso, le dijo que quería ser sobre lo que necesitaba hacer. Gorki le dice: “Andate al mundo y cuando regreses escribe”. Y es lo que hace Babel y nos deja dos obras gigantes en la literatura universal. Lo que le falta al escritor boliviano es un poco tener los huevos de irse a ser lavaplatos a Argelia o mercenario en Ruanda o cosas así, hay que vivir, hay que apostar por la vida y si eres escritor estás apostando por la literatura.

Muchos critican desde la política su literatura. ¿Qué le molesta a Claudio Ferrufino-Coqueugniot de la política en la actualidad?

No solo de la política boliviana actual, yo escribo hace 30 años columnas políticas de opinión y si revisaras mi blog por ejemplo puedes encontrar una crítica a Bush tanto o peor a la de Evo Morales, tanto que me dijeron que me cuidara y en algún momento yo sé que estuve en listas de tipos a ser observados por el FBI.
Mis diatribas contra Bush y el Gobierno republicano son tremendas, y lo de Evo Morales no es diferente. Yo soy un individualista, una persona que no puede soportar que alguien se abrogue el derecho de pensar y actuar por ti. Si es indio, si es blanco, si es boliviano, norteamericano de izquierda o de derecha, me cago, no me importa. Yo voy a oponerme a ellos siempre. Me digan facho, me digan comunista, pueden pensar lo que les dé la gana, soy un hombre que opina y siempre voy a opinar.

¿Es Claudio Ferrufino-Coqueugniot un hombre de izquierda y un columnista de derecha?

Esos términos ya son obsoletos y si vamos a meternos dentro de esos cánones yo soy y siempre he sido un hombre de izquierda y justamente por ser un hombre de izquierda discrepo con todo lo que está ocurriendo en el país. Aquí no ha cambiado nada, hay algunos cambios que eran imposible que no vinieran y que no son hechura de Evo Morales, como la inclusión del indígena en la vida nacional. Ese era un devenir histórico imposible de no suceder. Estuviera Goni, Evo o cualquiera. Por supuesto, el Gobierno del MAS ha sido el catalizador y esa inclusión que está siendo dificultosa ahora es un avance. Pero lo que ocurre a nivel gubernamental, el expolio, el estupro nacional en este Gobierno como con Goni o con Barrientos o con cualquier de ellos, es la misma mierda, aquí no ha cambiado nada. Todo esto de Cristinita la millonaria, el millonario Chávez, el imbécil de Correa, eso no es revolución, eso es un retroceso en el proceso social, de verdad.

Entonces, ¿es una suerte de exotismo latinoamericano izquierdista desde los 'progres' europeos?

Yo quisiera ver a los holandeses o españoles con Evo Morales de presidente, veríamos si piensan lo mismo. Es un paternalismo, es la vuelta al colonialismo, “ah que lindo, por fin nuestros indiecitos están hablando. Son "nuestros indiecitos”. No es ese hombre que por su mismo proceso histórico haya llegado a esto, no, es una dádiva de la izquierda o la pseudo izquierda europea hacia nosotros. Lo que no se está comprendiendo en Bolivia todavía y se va a entender en las próximas dos décadas es el fenómeno del narcotráfico y la permisividad del Gobierno al respecto. Lo que va a dejar el narcotráfico no es una revolución, no es un proceso de cambio, no es una bonanza, ni bienestar económico para todos, aquí lo que van a quedar van a ser ruinas y si hablamos de los indígenas cualquier pervivencia de culturas indígenas originarias van a ser destruidas por el narcotráfico completamente.

"Una novela dura, impactante, realmente un mundo psicótico. Novela cruel y oscura', dijo el jurado de Diario Secreto, Premio de Novela Alfaguara.

Diario Secreto
Premio Nacional Novela

"Un premio es un premio, es como ir a una tómbola y sacarte un osito de peluche, nada más, es un reconocimiento a una obra tuya que no tiene por qué condicionar al resto de tu literatura'.

El Exilio Voluntario
Premio Casa de las Américas

El Invitado

Ricardo Bajo
Periodista

Extracto 'Razones por qué me gusta la novela de Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Me gusta su ritmo, lo vertiginoso, las frases cortas y punzantes.

Me gusta su humor y su pasión desenfrenada por el sexo, como salvavidas del pobre inmigrante, del inmigrante pobre.
Me gusta sus “sentencias”, sus frases para subrayar y quedarse: “cuando uno no tiene personas, se recurre a la música”, “las putas refugian las penas del inmigrante”, “no somos bolivianos entonces, no somos nada”, “extraño pueblo el nuestro, en apariencia tan nacionalista y tan chaqueteador cuando no debe”, “el viaje de un inmigrante hombre consiste en tres cosas: hambre, sexo y trabajo”…

Me gustan sus odios y sus amores, los de Carlos Flores, los de Claudio Ferrufino-Coqueugniot, contra Clancy y Bush, contra los gringos pelotudos y los bolivianos más pelotudos por copiones y provincianos, por “estar” a favor de los negros compañeros de laburo, de los cuates, de las nostalgias de calles y pueblos lejanos y sus olores. Por sus añoranzas de Cochabamba, de La Paz, de Punata y Cliza. Y de las peleas en la plazas vallunas.

Me gusta por la nostalgia que resuma (que siento yo como exiliado voluntario también).

Me gustan sus referencias de ametralladora, sus guiños de cinéfilo, de amante de la música (de Neil Young a Dylan, de los Stones a los Beatles, de Totó la momposina a los irlandeses y kurdos), de los parques y los museos.

Me gusta su tristeza de blues o de bossa nova, su rabia contra la máquina de coro punkie, su alegría y alboroto de boliche rockero. Su cadencia de cueca de exilio sufrido y triunfador.

Y me gusta sobre todo porque cada página que avanza la novela se pone más buena. Y porque normalmente me pasa al revés, el entusiasmo me suele durar hasta la página 30.

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