domingo, 26 de agosto de 2012

Las letras y el terror, una aproximación

Esta semana se llevó a cabo el 2do Festival de Terror y Arte Macabro. Acá un acercamiento al género literario que busca asustar y atormentar a los lectores.

“El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el tipo de miedo más viejo y poderoso es el temor a lo desconocido” afirmaba el escritor estadounidense H. P. Lovecraft en su libro El horror sobrenatural en la literatura. Tal vez esta afirmación pueda explicar la gran cantidad de seguidores que ha obtenido un género tan antiguo como es la literatura de terror. Los relatos de horror siempre han sido parte de la humanidad; ya sea alrededor de fogatas, mezcladas con música, presentaciones dramáticas, etc. De esta manera, una de las expresiones más divulgadas es la escritura que narra situaciones de miedo y desesperación. “El alcance de lo espectral y macabro suele ser generalmente bastante limitado, ya que exige del lector cierto grado de imaginación y fantasía, una cierta capacidad de evasión de la vida cotidiana”, sigue Lovecraft. Es así que vemos que para la literatura de terror, la presencia del lector es determinante. Los autores que escriben este tipo de textos buscan en el receptor un efecto, así como éste espera experimentarlo. Es posible que ésta sea otra razón por la que esta poética del espanto es tan popular: la presencia casi solicitada de ese otro que llega para completar la experiencia. En relación al impacto de esta escritura, Guillermo Ruiz Plaza, autor del volumen de relatos El fuego y la fábula y ganador del Premio de Literatura Santa Cruz de la Sierra 2009, explica: “En una palabra: el desasosiego. Eso busca, me parece, en diversos grados y de diversas maneras, la literatura de terror”. Veamos ahora, sabiendo que quedarán muchos nombres importantes afuera, algunos de los hitos más esenciales de este género.

LÍMITES Y PROYECCIONES. Sus orígenes se remontan muy atrás en la historia. Por ejemplo, la oralidad fue importante para establecer una línea que influenciaría distintos movimientos. Pero pensemos únicamente, por una decisión arbitral, en los textos escritos que fundan y continúan esta tendencia. Las novelas y los cuentos de terror han estado generalmente asociados a espacios alternativos. Como lo que sucede con las películas clase B del siglo pasado, estos libros fueron comúnmente distribuidos furtivamente en periódicos o publicaciones de bajo precio. Es así que en muchos momentos de la historia, el horror funcionó también como un discurso contracultural. Ahora, como ha venido sucediendo con otros “géneros menores”, ciertos escritores de textos con estas características son casi adoptados a cánones universales o nacionales. Como sucede con dichos conjuntos establecidos (pensemos en la ciencia ficción o el policial) estas narraciones deben responder a ciertas constantes instituidas con el paso del tiempo. Daniel Averanga, escritor y compilador de Gritos demenciales. Antología de cuento boliviano de terror, afirma: “La literatura de terror tiene un objetivo disperso pero directo dentro del fenómeno de la lectura y su pertinente comprensión: el de ver la realidad, y a partir de esto, poder interpretarla, analizarla e, incluso, si hay tiempo, cuestionarla. Sus características son básicas, casi calcadas de cualquier producto literario, pero en el siguiente orden: el ambiente sólidamente construido, los personajes definitivamente enmarcados y las situaciones profundamente estudiadas”. Esto no hace, claramente, que éste sea un espacio acartonado. Lo ha demostrado con su historia y su progreso, contaminando otros géneros e influyendo a escritores reconocidos y de renombre. “A mí siempre me atrajo por la intensidad de la experiencia –la angustia, la tensión, eventualmente el miedo–. Poniéndonos metafísicos, podríamos hacer del terror una ramificación de metáforas que, en realidad, parten de una sola experiencia, la angustia vital, este no saber a dónde vamos ni de dónde venimos, sabernos frágiles y efímeros”, dice Ruiz Plaza.

ORÍGENES. Si se busca rastrear un origen de la literatura de terror como género moderno, muchos teóricos expresan que se podría encontrar en las novelas góticas del siglo XVIII. En este sentido, es un lugar común afirmar que la piedra de toque es El castillo de Otranto (1765) del inglés Horace Walpole. Accidentes, tensión sexual, apariciones y obsesiones son parte de esta novela. Pese a que ha sido duramente criticado por la calidad de su escritura, es un libro fundacional, que construyó una atmósfera que inspiraría los grandes clásicos posteriores: presencias fantasmales, la noche, castillos decadentes y enormes, jardines y bosques nocturnos. Pero si habría que nombrar una novela cúspide de este momento y que influye al género del terror (así como a otros) es Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) de Mary Shelley. En el libro se ponen en escena las inquietudes entre el ser humano y el creador, a la vez que se reflexiona sobre la otredad y la monstruosidad. Como en las novelas de la época, es importante el ambiente, también la violencia y un acercamiento complejo y pavoroso hacia el amor.

POE. Tal vez la figura emblemática y que, notoriamente, se proyecta más allá de los límites del género es el escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Nacido en 1809, escribió cuentos, una novela, poemas y ensayos, todos bajo un estilo especial, siempre coqueteando con esto que llamamos literatura de terror. Para Julio Cortázar, los relatos de Poe son la cima más alta de las narraciones de este tipo, fundando un espacio autónomo en relación al cuento como tal y a los textos estremecedores. Para Lovecraft, Poe “realizó lo que nadie había realizado o podía haber realizado, y a él debemos el relato de horror moderno en su estado final y perfecto”. Así, no sólo el ambiente va a ser central en la escritura del oriundo de Baltimore, sino también la psicología paradógica y delirante de sus personajes. La ambigüedad como elemento esencial de una narración no fue solamente un aporte para el horror y la experiencia del miedo, sino también para gran parte de la literatura moderna. Al leer a Poe, nos enfrentamos a “la visión de un terror que nos rodea y que está dentro de nosotros, y del gusano que se retuerce y babea en un espantoso cercano abismo”, explica Lovecraft.

OTROS ESCRITORES. De una lista que se extendería a través de varias páginas, podemos mencionar tres autores importantes que complejizaron el género y que le brindaron calidad de diferente forma. El primero es el francés Guy de Maupassant. Entre sus libros más importantes está El Horla (1987), uno de los clásicos ineludibles de este tipo de literatura. La inseguridad, las preguntas, la duda ante la realidad, entre otras, son características que hacen de Maupassant uno de los autores más influyentes en este estilo de escritura. El pánico y la demencia, que el escritor francés sufría como males heredados, contagian su prosa para darle características aterradoras y, a la vez, atrayentes. Pese a no haber podido suicidarse, murió debido a las secuelas de sus intentos. Otro autor a nombrar es Ambroce Bierce. El humor y la ironía son características importantes para este narrador, mezclándose con un mundo fantasmagórico y extraño. Se lo conoce por construir con sus relatos un horror físico que, desde lo macabro, logra instituir experiencias salvajes y extremas. Lovecraft dice que en todos los relatos de este escritor “hay una maleficencia sombría innegable y algunos siguen siendo verdaderas cumbres de la literatura fantástica estadounidense”. Como un correlato de su escritura, Bierce desapareció en la frontera entre Estados Unidos y México y nunca se encontró su cuerpo. El tercer autor que quisiéramos rescatar es Henry James. Conocido no solamente por sus narraciones de miedo, James publicó cuentos y novelas espectrales que encumbraron el género de terror. Su novela Otra vuelta de tuerca es uno de los textos ineludibles al momento de acercarse a esta corriente. Sobre este libro, Averanga explica: “Asusta por su ambigüedad y por el juego que plantea en el lector, no tanto por mostrar mucho... Por ello, el lector y el escritor saben sus papeles y el diálogo es eternamente dialéctico entre ellos”. La ambivalencia y la capacidad de no revelar conocimientos cerrados, hacen de este escritor uno de los más atractivos a la hora de hablar de horror. Como Poe, y otros, la mirada propia es una manera también de tergiversar el mundo desde el horror y el miedo.

LOVECRAFT. Posiblemente, luego de Poe, el escritor más reconocido como creador de historias de espanto es H.P Lovecraft. No sólo escribió narraciones terroríficas, sino que teorizó sobre la historia de esta literatura. Construyó una mitología entera de monstruos ancestrales que llegaron para atormentar nuestro mundo. Escribió relatos de terror convencionales, siguiendo a muchos de los autores que hemos nombrado, pero también reinventó el género y construyó uno propio, que influenció lo que se escribió después, consiguiendo muchos discípulos y seguidores. En la literatura de Lovecraft, uno de los temas más importantes es lo vedado. El que mira el abismo, el que logra vislumbrar el otro lado, queda marcado y perdido para siempre. En este sentido, el conocimiento funciona en sus narraciones casi como una maldición. El espacio desde donde escribe, Providence, imbuye sus manuscritos con distintas cargas históricas (la religión, la violencia, la extrañeza). Es un escritor que hasta hoy se concibe casi como contracanónico, pero que es admirado por muchos autores reconocidos. En vida, Lovecraft no gozó de la popularidad alcanzada hoy, pese a que tenía un séquito que lo seguía y lo leía, casi como una secta, casi como un grupo de iniciados.

CONTEMPORANEIDAD. Muchos escritores de distintas partes del mundo replicaron lo que hicieron los autores fundacionales del género. Hacia finales de siglo XX y principios del XXI, con la influencia del cine y del cómic, las narraciones de terror ocuparon una gran parte del mercado y dejaron de ser marginales. En todo caso, muchos de los escritores de horror se convirtieron casi en celebridades y ganaron cifras millonarias con sus libros. Es el caso de Stephen King, que se posicionó como un referente de esta literatura. Admirador de Poe, Lovecraft y otros autores, King logró tomar ciertas características suyas para construir una obra popular y bastante leída. Pese a ser detractado por muchos, consiguió que el temor influenciara distintos espacios discursivos, instaurando estas historias como espacios privilegiados.

de este lado. Casi como una conclusión podríamos realizar dos listas más. La primera de escritores latinoamericanos que han cultivado este género, no en toda su obra pero sí con narraciones importantes e imprescindibles: Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, entre otros. Lo mismo podríamos hacer con escritores del país: Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, Juana Manuela Gorriti, Óscar Cerruto, Jaime Saenz, René Bascopé, Manuel Vargas, Blanca Wiethüchter y Edmundo Camargo. En relación al género en Bolivia, Averanga explica: “Habría también que ver lo rural. La tradición boliviana tiene infinidad de fuentes e imaginarios impresionantes para poder escribir de todo un poco pero con profundidad, y leer a algunos autores como Antonio Paredes-Candia, Miguel Ángel Gálvez y Porfirio Díaz Machicao, que poseen impresionantes obras del género”. A su vez, Ruiz Plaza, afirma: “Antonio Paredes Candia realizó una minuciosa labor transcribiendo y compilando leyendas de miedo a partir de nuestra rica tradición oral. Sería injusto olvidarlo. Encontramos cuentos angustiantes en Cerco de penumbras de Cerruto. Hay terror en algunos relatos de René Bascopé y en ciertos pasajes de su novela La tumba infecunda. Manuel Vargas, basándose también en leyendas, tiene varios cuentos de calidad sobre fantasmas y demonios”. La literatura de terror ha contaminado varios géneros, es por eso que a estas alturas no es posible, y tal vez tampoco necesario, marcar una línea purista y ordenada. Hemos dejado de lado varios nombres, pero que este artículo sirva para generar la curiosidad de las y los lectores, quienes van a ser los que construyan sus propios referentes.

1764 es el año que se publicó El castillo de Otranto, libro germen de los textos de terror.

66 Alrededor de setenta relatos escribió el prolífico Edgar Allan Poe.

1890 es el año en que nació H. P. Lovecraft, escritor de culto que murió antes de cumplir 50 años.

1898 En este año se publicó Otra vuelta de tuerca de Henry James, libro que renovó el género de terror.

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