viernes, 10 de agosto de 2012

JEFTANOVIC. Es una de las voces más sobresalientes de la literatura actual. Esta autora, de origen croata y serbio, habla sobre su libro, No aceptes Caramelos de Extraños

No aceptes Caramelos de extraños, habla sobre las relaciones humanas?
Es un libro de 11 cuentos. Todos tratan de las relaciones entre padres e hijos, o entre parejas. Estos personajes son expuestos a un ambiente amenazante. Transcurren en el espacio de la intimidad, de la casa familiar. Esto no quiere decir de que estén de espaldas a la sociedad. Las problemáticas sociales se infiltran en este mundo privado.

¿Cuáles son los cuentos que retratan más esta amenaza?
Un relato sobre la desaparición: una niña de 12 años va a la escuela y no vuelve más. Por eso, la madre repite como un mantra constante a lo largo del relato, “no aceptes caramelos de extraños”.
En otro cuento, se ve a un padre enfermo y desahuciado. La hija se pregunta, ¿hasta cuándo estas medicinas prolongarán su agonía? Entonces, deciden ambos suprimir el tratamiento y dedicarse a hablar de la vida y a fumar marihuana. Un padre y una hija ven constantemente las noticias, que hablan sobre abusos. Como el mundo anda enfermo, deciden mudarse a otro lugar para fundar una nueva humanidad y estirpe, a través del incesto, al igual que en la Biblia.

¿La sociedad se refleja en estas historias?
Por supuesto. La historia también me preocupa. Trabajé sobre el asunto de los hijos de padres revolucionarios en la dictadura, en otros relatos. Padres que hicieron la revolución, fueron héroes con su patria, pero no con su familia.

En una entrevista mencionó que la literatura no tiene por qué ser un espacio de moralidad, y más bien al contrario, es un lugar de exploración psicológica.
El arte te permite traspasar esas fronteras. En la vida cotidiana tenemos que ser buenos ciudadanos, buenos padres, compañeros de trabajo. En el arte podemos llevar estas normas a dilemas morales. Existe un campo psicológico que hay que explorar.

Hábleme del cuerpo. Creo que juega un papel importante en su obra.
Es un territorio donde ocurre la historia universal. No ocurre en el aire, sino en personas de carne y hueso, en gente que va a la guerra, en gente desaparecida, que es capturada, en la enfermedad. Busco escenificar el cuerpo en mis escritos, este cuerpo como el deseo, el lugar de la muerte y de la violencia.

Entonces, ¿el cuerpo viene a ser el lugar de poder?
El cuerpo es un lugar donde se traza la relación de amo y esclavo, donde se ciernen las torturas, los encierros, la violencia. Siempre se lo intenta domesticar.

¿Es un espacio político?
Mis cuentos tienen la trampa de ser una temática íntima. En realidad, ponen en escena lo político. En la sociedad siempre hay una jerarquía que determina qué hacer con el cuerpo y cómo manipularlo.

¿Qué autores le han marcado?
Virginia Wolf, William Faulkner, Clarice Lispector, Gertha Müller, Antonio Antúnez, entre una lista interminable. La literatura clásica, desde las tragedias griegas, pasando por Shakespeare.

¿Cómo es su proceso de escritura?
Colecciono imágenes y palabras. Trabajo mucho, frase a frase, e investigo. Me involucro bastante con el tema que estoy trabajando a través de películas, documentos, periódicos y teatro.

¿Qué es lo que hace una escritura sólida y verdadera?
Pensar conscientemente en el tema que estás trabajando y en una voz propia. Leer es un proceso muy importante. Cuanto más se lee, más se escribe. En esa búsqueda, se construye un imaginario. Lo importante es crear un universo, aunque sea pequeñísimo, un lugar de referencia que rebase tu nombre de escritor.

¿Qué temas te quitan el sueño a la hora de escribir?
La psiquis humana, la migración, las injusticias políticas.

¿Qué no harías como autora?
Algo que no sea honesto y fiel a mi búsqueda de escritura y a mis investigaciones.

Andrea Jeftanovic. Nació en Santiago de Chile, en 1970. Publicó Escenario de guerra (2000) y Geografía de la Lengua (2007) con Uqbar Ediciones, así como testimonios y entrevistas en Conversaciones con Isidora Aguirre, con Frontera Sur (2009). Es a su vez, coautora del libro Crónicas de oreja de vaca (2011) y No Aceptes Caramelos de extraños (2012). También es, doctora en Literatura Hispanoamerica por la Universidad de California, Berkeley, y se desempeña como docente en la Universidad de Santiago.
Estilo. Su prosa fue comparada con la de la autora inglesa, Virginia Wolf y recibió numerosos elogios de la crítica.


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