viernes, 24 de agosto de 2012

Amas de casa, convertidas en exitosas escritoras

Desde que Erika Leonard leyó la saga Crepúsculo, de Stephenie Meyer, la obra que relata el amor prohibido entre un vampiro y una adolescente, se obsesionó con la historia. Los libros la apasionaron tanto que escribió varios capítulos inspirados en esa serie y los publicó en Internet. Así nació Cincuenta sombras de Grey, la novela de bolsillo más rápidamente vendida de todos los tiempos, y la número uno en muchos países.

Se trata de una historia de amor llena de erotismo, juguetes sexuales,sadomasoquismo y dominación. Dado su contenido, cualquiera esperaría que la autora fuera una madame envuelta en una bata de seda con látigo en mano. Pero Erika Leonard o E. L. James, como firma sus libros, es en realidad una tímida ama de casa que, casi sin querer, se ha convertido en la nueva integrante del club de mujeres que a los 40 encontraron la fama con sagas literarias millonarias.

Ese fenómeno empezó en Escocia cuando J. K. Rowling, una inglesa divorciada, madre de una pequeña de dos años, sin un centavo, dependiente de la asistencia del Estado y sin experiencia en el mundo de las letras, empezó a escribir en cafés de Edimburgo. Tres años después de terminar su novela y de ofrecerla sin éxito a cuanta editorial conocía, el dueño de una pequeña empresa londinense la publicó. Ese cuento infantil sobre Harry Potter, el niño mago que lucha contra las fuerzas oscuras mientras cursa el bachillerato, le permitió a la señora amasar una fortuna que hoy supera los $us 1.000 millones. El protagonista se convirtió en un ícono que la nueva estrella de la literatura explotó en seis tomos adicionales. Como si fuera poco, las entregas fueron llevadas al cine con un éxito sorprendente. Y Rowling pasó de sobrevivir con lo mínimo a ser una de las mujeres más ricas del mundo.

Desde entonces muchas han tratado de seguir su ejemplo. Como dijo a la revista Semana Elizabeth Hand, escritora y crítica literaria del periódico The Washington Post, "todas son madres trabajadoras que aprovechan el día para desarrollar la historia y la noche para escribir cuando los niños están durmiendo". Ese es el caso de la londinense E. L. James, historiadora de la Universidad de Kent. La televisión siempre le llamó la atención, pues su padre fue camarógrafo de la BBC. Empezó en los estudios como asistente, pero rápidamente llegó a cargos ejecutivos. Una vez sintió que había cumplido el ciclo, James se retiró del mundo laboral para dedicarse exclusivamente a sus hijos y a su esposo, con quien está desde hace 20 años.

Ya sin obligaciones distintas a las del hogar, en sus ratos de ocio escribía historias basadas en los personajes de Crepúsculo, pero cambió el ambiente sobrenatural por el erótico. Cuando tuvo material suficiente, lo ofreció a quien quisiera publicarlo. Solo una empresa australiana dedicada a los libros electrónicos le propuso un contrato modesto y lanzó en Internet Cincuenta sombras de Grey. En su momento no publicitó la novela, pero gracias a las recomendaciones de los primeros lectores, E. L. James consiguió vender la edición impresa de su trilogía.

Hoy James es una de las escritoras más famosas del momento con más de 30 millones de libros vendidos. Aun así, la autora no termina de acostumbrarse a las ruedas de prensa, a las constantes invitaciones a programas radiales y televisivos y a su nuevo estatus de estrella. Prefiere quedarse en casa, tomarse un buen vino, compartir con su esposo y lavar la ropa de sus hijos, como lo ha hecho siempre. Con la diferencia de que ahora es dueña de más de $us 15 millones.

Como ella, su inspiración, la estadounidense Stephenie Meyer, también es una mujer de familia. Aunque tiene un título en Literatura Inglesa, nunca escribió profesionalmente ni ejerció algo relacionado con sus estudios. En vez de una carrera, Meyer prefirió casarse a los 21 años y dedicarse a su marido y a sus tres hijos. Todo eso cambió un buen día en que el ama de casa soñó con un vampiro de increíble belleza que brillaba en un campo bajo el sol. Al despertar, sintió la necesidad de contar la historia del personaje. Todos los días esperaba a que su familia se durmiera para escribir al ritmo de bandas como Muse, Coldplay y My Chemical Romance. Tres meses y 500 páginas después, Meyer tenía Crepúsculo, el primero de cuatro tomos de la saga, que fue publicado en 2005. La serie se convirtió en lectura de rigor entre los adolescentes y las cuatro novelas llegaron al cine con excelentes resultados en taquilla. En escasos siete años el sueño de Meyer se materializó en $us 125 millones.

Aunque Crepúsculo, la película, fue un éxito, no se compara con la adaptación de Los juegos del hambre, que superó todas las expectativas al convertirse en la segunda cinta más taquillera de este año. Detrás de esa cinta está Suzanne Collins, también madre y esposa, quien usó las vivencias de su niñez para escribir la trilogía que tanto furor causó en la pantalla grande.

Su padre y su abuelo fueron veteranos de guerra, por lo que de niña vivió en bases militares y visitó varios campos de batalla, donde su papá le explicaba con lujo de detalles lo que había pasado allí. A pesar de la fuerte influencia de la milicia, Collins no siguió el camino de sus antecesores, sino que, con una maestría en Escritura Dramática, se dedicó a hacer guiones para programas infantiles como Clarissa lo explica todo.

Pero era una cara desconocida hasta que recurrió a sus vivencias para crear Los juegos del hambre, la historia de un reality en el que los participantes compiten a muerte y el premio es sobrevivir. La trilogía la lanzó a la fama, pero ella sigue protegiendo su intimidad. No da entrevistas e incluso su publicista, Valerie Hoskins, dice no conocer mucho de la vida de la escritora. Como cuenta en su página, su trabajo, su familia y sus dos gatos la mantienen suficientemente ocupada.

Tras el éxito de estas mujeres, las editoriales ahora tienen el radar puesto en tweets, blogs y publicaciones electrónicas donde pueden surgir las nuevas figuras. Después de todo, tal vez allí encuentren a la siguiente madre que tenga una fascinante historia para contar.

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