En la 16ª Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL) se encuentra el título Gesta Bárbara Antes que el tiempo acabe de Valentín Abecia. El texto rememora el surgimiento del grupo literario en 1944 para “hacer temblar el medio conservador y pacato —de la época—”.
El autor dice que Gesta Bárbara no fue una obra de marginalidad de poetas, sino de jóvenes de libertad no sujetos a normas estéticas de la sociedad burguesa en la que estaban envueltos. El período de cambio no llegó a plasmarse sino en los años cincuenta, cuando pudo producirse la revolución cultural.
En 1944, en La Paz hicimos un trío de jovenzuelos que garrapateaban versos quinceañeros, el mayor era José Federico Delós, llevaba una corbata rozón con desplante ingenuo, pero que él consideraba una convocatoria a somatén; le seguía en edad Gustavo Medinaceli, poeta en ciernes que en pocos años iba a convertirse en el introductor del verso surrealista en Bolivia, el último del trío era yo (Valentín Abecia).
El escritor relata que desde el comienzo los acompañó una joven sensitiva y dulce que haría de Gesta Bárbara su obsesión, rasgaba sus primeros versos de añoranzas: Beatriz Schulze Arana.
Un viernes 7 de diciembre de 1944, en el pequeño salón de la biblioteca Andrés de Santa Cruz, firmaron un acta los miembros de Gesta Bárbara en este orden: Beatriz Schulze, Valentín Abecia, Gustavo Medinaceli, José Federico Delós, Federico G. varela, Santiago Schulze, Óscar Gonzales, Héctor Burgoa, Fausto Aoiz, Alfredo Loaiza Ossio. Además, estuvieron presentes Abel Alarcón, Gregorio Reynolds, Guzmán Téllez y Jorge Calero, que era Ministro de Educación y Alcalde de la ciudad.
Se aceptó —describe Abecia— la solicitud de pertenecer al grupo de Raúl Murillo y Aliaga que no perduró por su militancia política excesiva (era miembro de una agrupación llamada Segha) y porque era un tanto mayor.
¿Que nos unía? —se pegunta Abecia— Creo que sólo la inquietud por la cultura, habíamos de formar un grupo que hiciera temblar el medio conservador y pacato. En este primer momento, a decir verdad, no sabíamos qué queríamos. El trío tenía que bautizarse con un nombre y buscar más socios, para eso Gustavo echó mano de la influencia materna que desenterró el nombre atrevido y sugerente de Gesta Bárbara que había florecido en Potosí en el año 1918 y cuyos miembros, casi todos, resultaron notables hombres de letras.
Varios miembros se fueron apartando mientras llegaban otros jóvenes plumíferos como nosotros: Armando Soriano, Julio de la vega, Mario Guzmán Aspiazu, Mario Miranda y una veintena de corifeos que, de una u otra manera, se mezclaban en las andanzas de una nueva Gesta Bárbara.
Gesta Bárbara era el nombre de este grupo de vanguardia y de su periódico que marca el inicio de la crítica literaria en Bolivia.
Eran tiempos, sin embargo, que a pesar de nuestra rebeldía —relata Abecia— no podíamos bajarnos los pantalones y mostrar las nalgas como los jóvenes alemanes lo hicieron frente a Margaret Thatcher.
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