domingo, 14 de agosto de 2011

Cuatro poemas de la antología personal publicada en La Paz por Plural




Mapa

Ese mapa que me diste
de tu corazón
es como uno de esos mapas turísticos:
todo lo hermoso
está cerca
y las calles son cortas
y las rutas diáfanas.
Pero luego
las distancias no corresponden
hay calles que no están señaladas
y los caminos son complejos
e intrincados.
Y ya es muy tarde, porque me he adentrado
en la ciudad, y no hay vuelta
atrás.
Tus ojos miran muy lejos
y ya no me sirven de referencia.
Me he perdido
irremisiblemente.

Metro de Chicago

A lo largo del viaje
la mujer de tu vida se te escapa repetidas veces,
siempre en el lado opuesto de la vía,
en el otro andén,
en la otra cola,
saliendo del museo o del restaurante cuando
tú entras:
un segundo de vacilación es suficiente.

Niño
Mt 18, 3

Has hecho de mí un niño con tus ojos.
Un niño curioso que lo quiere
saber todo de ti. Y así recorro
tus ojos, tu boca, tus lunares,
tu caminar de bailarina, tu cabello,
tu cuello y tu nariz, y luego vuelvo,
cansado del juego, transpirando,
a abrevar de tus ojos
y saciar en ellos mi sed de potrillo.
Un niño atrevido, que se sube
a toda silla para tocarlo todo;
que ávido se lanza a lo que quiere
desdeñando compostura y experiencia.
Que no sabe cómo hacerse perdonar
las travesuras, los ojos bajos en el suelo
por vergüenza, con tristeza
de haberte hecho enojar.
Un niño inquieto, que gatea
siguiendo el rastro a tu mirada,
que juega con su pizarrín de letras
pendiente de tu voz.
Por tus ojos de niña ya soy otro:
un niño indefenso, que alza el rostro
esperando que lo tomes de la mano
para cruzar por fin la calle extraña.
Que te mira fijamente, como sólo mira un niño,
imantado por tu luz;
que sólo quiere tenderse en tu seno, acurrucado,
amoldado a tu vientre,
y seguir tu respiración,
sincronizar los latidos
hasta quedarnos dormidos, a la vez,
juntos en un solo
aliento.

Conquista

Mis ojos y mi boca recorren tu cuerpo como
ejército de insectos.
Pierden pie en el mercurio de tu piel, se
levantan
vadean hoyuelos persiguen atajos
caen en las trampas móviles que tiendes
clavan banderas de amor y de deseo
en las cotas vencidas
almacenan pedazos de tu calor para pasar el
invierno
anegan cada rincón con miles de patas
diminutas
pueblan todo con rigor milimétrico
parcelan en hexágonos tu piel de cera
trazan mapas detallados, abren caminos
arman pontones para vencer
el vértigo de tu hermosura.
Conquistan para rendirse,
para postrarse
como bárbaros arrodillados ante la faz del
Basileus.




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