sábado, 27 de agosto de 2011

La poesía de Marat es un triunfo

La poesía de Alejandro Marat emana de un torrente inquieto, profundo y sensible. En su interior una lluvia moja los pastos, tal como sucedía en el campo de Buenos Aires, donde su niñez transcurrió entre cantos de pájaros, estrellas a cielo raso y la calidez del sol.
“Comencé a escribir a los 10 años motivado por mis ganas de poetizar la naturaleza”, explica el ganador del IX Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal, que el jueves recibió la distinción de manos de la ministra de Culturas Elizabeth Salguero.
Su verdadero nombre es Jorge Alejandro Suárez, y creó su seudónimo obligado por la dictadura argentina que castigaba su militancia izquierdista. “Tomé el apellido de Jean-Paul Marat (1743 – 1793), un político destacado durante la Revolución Francesa”, señala.

EL CAUDAL
Este hijo de cruceños confiesa que en su adolescencia era un lector voraz. “Es por eso que siempre digo que en mi adolescencia me intoxiqué de poesía. Leía tanto que me descuidaba de mis estudios”, recuerda.
Marat vivió el auge de la cultura subterránea y clandestina en Argentina, ya que el organismo oficial de la dictadura era excesivamente represivo. “En ese ambiente había poetas, artistas, cineastas, literatos que organizábamos ciclos de lecturas de los grandes autores rusos, franceses, italianos, entre otros”, relata.
Entre los poetas que conmovieron a Marat está el escritor suizo-alemán Hermann Hesse, el germano nacionalizado estadounidense Thomas Mann y su compatriota Walt Whitman. “Pero hay dos poetas claves en mi formación: Federico García Lorca y Pablo Neruda, que por mucho tiempo fueron mis guías espirituales”, señala.
De Lorca rescata su pasión y su capacidad para descargar imágenes y metáforas, y de Neruda, resalta su capacidad para crear imágenes cinematográficas, además de su ingenio para plasmar todo tipo de mensajes en la poesía.
Entre los narradores que fluyeron a su cauce están el francés Émile Zola (1840 – 1902), los rusos Máximo Gorki (1868 – 1936) y Fiódor Mijáilovich Dostoyevski (1821 – 1881), el estadounidense Herman Melville (1819 – 1891), los italianos Giacomo Leopardi (1798 – 1837), Niccolò Ugo Foscolo (de 1778 – 1827) y Filippo Tommaso Marinetti (1876 –1944).

LA CORRIENTE
Cuando Marat decidió no retener más el afluente de su vocación y dejar que la poesía fluya pensó que en Buenos Aires no tendría la misma oportunidad que en Santa Cruz, es así que en 1991 llegó a nuestra capital, para estar más cerca de sus padres. “Desde el momento que llegué me encontré con muchos colegas poetas como Oscar Barbery, Rolando Parejas, Luis Andrade Sanjinés, Reymi Ferreira, Eugenio Verde Ramo...”, recuerda Marat.

“Al año siguiente publiqué mi primer libro, Espuma vertical, con 60 poemas sobre las primeras impresiones que tuve de Santa Cruz. Le escribí a la palmera, a la tutuma, a los suchas, a la noche, a la lluvia, al sol, al polvo”.

Ganó en 1995 el Premio Municipal de Literatura con el poemario Caballería del olvido, una obra relacionada con la muerte y la vida, dedicado a su amigo Jorge Nogales, que acababa de fallecer.

En 2000 publicó Memorias del erial, que recibió una mención de honor en el Premio Municipal de Literatura. En el 2002, editó Ciudad, ardiente ciudad ardiente, una especie de descripción de la Santa Cruz urbana, que también obtuvo una mención de honor en el mismo concurso.

El año pasado, Marat viajó a La Paz para depositar su poemario La muerte le teme a los aplausos a la postulación del premio Yolanda Bedregal. “Cuando llegué a la recepción miré que había una pila de sobres con obras que llegaban hasta el techo. Dudé tanto en dejarlo que la recepcionista me preguntó si lo iba a hacer y lo dejé sin esperar nada”, relata Marat.

AGUA DE PAÚRO
La muerte le teme a los aplausos, la obra ganadora del premio dotado de $us 2.000, otorgado por el municipio de La Paz y otros Bs 8.000, por el Ministerio de Culturas, es un elogio a los momentos en los que la vida vence a la muerte.

“Mientras uno tenga un instante de alegría, haga el amor, coma una torta de chocolate o abrace a un amigo, en ese instante la muerte no va a llegar, uno es inmortal”, sostiene el poeta.
Para él significó “una gran alegría recibir este premio porque demuestra que los cruceños podemos deslumbrar en los grandes escenarios nacionales”.

EL COMPROMISO
Jorge Alejandro Suárez aclara que continúa siendo de izquierda, pero que tiene reparos con el Gobierno de Evo Morales. “Si este gobierno es una consecuencia del fracaso del neoliberalismo en Bolivia ¿Entonces qué le sucederá a Bolivia si el estatismo también fracasa? ¿Qué modelo le queda al país?”. Marat deja claro que es un cruceño porque tiene sangre cruceña. “Soy cruceño, pero no voy a despotricar contra ningún boliviano”, advierte.

Perfil

Poeta por vocación
Jorge Alejandro Suárez nació el 10 de diciembre de 1957, en Buenos Aires. Es hijo de padres cruceños. Vivió en Argentina hasta sus 28 años. Salió Bachiller del colegio Manuel Belgrano y se recibió como periodista en el Instituto Mariano Moreno. En Santa Cruz se graduó de Filología Hispánica en la Uagrm. Actualmente está cursando una maestría en Educación Superior y dicta cátedra de redacción científica en la unidad de Posgrado de la institución. Está casado con Sara Gutiérrez y tiene dos hijos, un varón de 22 años y una jovencita de 13 años.
En 1992 publicó el poemario Espuma vertical. En 1995 ganó el Premio Municipal de Literatura con el poemario Caballería del olvido. En 2000 editó Memorias del erial y en el 2002 hizo lo propio con Ciudad, ardiente ciudad ardiente.

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