De las muchas anécdotas e historias que seguramente se han contado el escritor, librero y editor Werner Guttentag con el escritor y ensayista Jesús Lara, probablemente una de las más amenas e interesantes fue sobre el contacto y las relaciones que cada uno tenía con otros escritores, tanto nacionales como internacionales.
Maestro en el arte de la conversación, seguramente don Werner le contaba con detalle a Jesús Lara las circunstancias en que Mario Vargas Llosa le autografió una edición de “Los cachorros”.
Y Lara le replicaba cómo conoció a Jorge Amado, a Nicolás Guillén, a Jorge Icaza o a Rafael Alberti y qué le dedicaban en sus respectivos libros los famosos escritores citados.
También es posible que esa hipotética conversación jamás se hubiera dado.
Sin embargo, sea para ratificar ese diálogo o para llenar su ausencia, la biblioteca del Centro Simón I. Patiño expone una muestra de libros dedicados y firmados que recibieron Guttentag y Lara.
Media docena de delicadas urnas de cristal protegen los libros y sus primeras páginas con las caligrafías de al menos un centenar de escritores que regalaron sus obras al librero alemán y al autor de “Repete”, en diferentes circunstancias.
De la sinfonía de caligrafías sobresalen algunos nombres como del poeta Juan Capriles, del arqueólogo sueco Erland Nordeskiold, de Humberto Salomón y de Gregorio Reynolds, entre otros.
Desde lacónicas frases del tipo “Con afecto para...” o “Para mi estimado...” hasta textos que abarcan toda la primera página le dedican sus colegas y amigos a don Jesús. En varias dedicatorias antecede el saludo “al compañero”; “al camarada”, “al revolucionario”, aludiendo a la militancia comunista que tuvo el autor de “Surumi”.
Y a don Werner, quien precisamente fue el que publicó por primera vez “Surumi” en su editorial Los Amigos del Libro en 1944, sus amigos escritores, en un tono más formal, le dedican sus libros. Entre ellos están Josep Barnadas, Luis H. Antezana, Fernando Ortiz Sanz y Roy Querejazu.
Donación
Cuenta el escritor Carlos Medinaceli en uno de sus ensayos el destino que tuvieron las bibliotecas de varios colegas y antecesores suyos.
Una vez fallecidos éstos, sus viudas y familiares, poco afectos a las aficiones literarias de los difuntos, optaban por vender las bibliotecas, pero como simple y puro papel, a las vendedoras de los mercados y por kilos.
Y no era extraño que cuando alguien se compraba una porción de maní endulzado lo reciba en la página de algún clásico de la literatura universal como envoltura.
Mejor destino tuvieron las bibliotecas personales de Guttentag y Lara, cuyos familiares donaron los volúmenes al Centro Patiño y gracias a ello los lectores pueden conocer ahora las relaciones que tenían éstos con otros escritores.
Marcela Inch y María Elena Sabja, responsables de la biblioteca del Patiño, destacan también el valor agregado que tienen los libros dedicados y autografiados.
“Estos ejemplares tienen la particularidad de que fueron entregados a Lara y Guttentag de manos de los propios escritores”.
Inch anota que incluso el precio del ejemplar aumenta con una dedicatoria y mucho más con un dibujo como el que le hace el poeta español Rafael Alberti al universal Jesús Lara.
Entre los objetivos de la muestra está también el de despertar interés entre los lectores por el libro dedicado y autografiado e incentivar a que surjan coleccionistas.
La muestra termina el 4 de mayo, pero el recuerdo de tan singular exposición permanecerá por muchos más tiempo en la memoria de los lectores.
“Los libros expuestos son parte de las donaciones que hicieran de sus bibliotecas las familias de Werner Guttentag y Jesús Lara al Centro Simón I. Patiño . ”
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