El testimonio de Enrique Alberto Rivera Rearte
Empezaré diciendo que el libro de Enrique es una necesidad ante la falta de documentos que den testimonio tanto de las ideas que movilizaban a los universitarios de la época como también de los complejos procesos de creación de las masas involucradas en ese movimiento que Gustavo Rodríguez lo denominó como el de “los cálidos 70”
Muestra que, contrariamente a lo que se pensaba y todavía se piensa, no eran los centros del “eje central” los monopolizadores de las iniciativas ideológicas y movilizadoras del país. Si bien, como indica Enrique Rivera, las movilizaciones se produjeron al llamado de la C.U.B., sólo La Paz antecedió en sus movimientos a la de Tarija, lo que indica que en Tarija, las condiciones eran más favorables y tal vez más genuinas porque en ésta, la preocupación por el real ejercicio de la democracia interna y la mejora de la enseñanza estaba en el orden del día.
Enrique nos hace recuerdo que el movimiento de los años 70 estuvo bajo la inspiración de los movimientos de Córdova de 1918 y los movimientos nacionales que se iniciaron el año 1928 en La Paz.
No olvidemos que el movimiento universitario del año 28 del siglo pasado planteaba como cambios fundamentales, la liberación de las universidades de la tutela confesional o estatal que hacía que estas instituciones se hubieran quedado ancladas en el pasado y que, en los hechos, eran funcionales a un Estado feudal oligárquico.
Estas fueron las reivindicaciones fundamentales de ese movimiento:
La autonomía universitaria
La libertad de cátedra
La participación estudiantil
A partir de 1931, año en que fue aprobada la Ley de Autonomía de las universidades, hubo efectivamente una mayor circulación de ideas y una llegada mayor de información de las diversas ciencias hacia estamentos más amplios, entre lo que se contaron a las clases medias emergentes que estaban constituidas incluso racialmente por los hijos bastardos de la originaria oligarquía feudal.
En materia de gobierno universitario, éste recayó en profesores de prestigio que venían del anterior sistema. Muy lento fue el proceso de involucramiento de gente procedente de los estratos inmediatamente “inferiores”.
Académicamente, la situación no cambió sustancialmente. Se mantuvo la distancia entre profesor y estudiante en una cátedra magistral que sólo era patrimonio de los profesores más capaces. En el resto, la exposición por repetición de notas e incluso dictado era lo más general y las evaluaciones no se alejaron de su naturaleza memorística.
En todo caso, lo más importante de las conquistas del 31, fue la circulación de ideas en los estamentos estudiantiles que posibilitaron la construcción de un discurso de cambio social en el que se cristalizó una especie de acto de contrición por la derrota sufrida en la guerra del Chaco. Este discurso fue el que se calificó posteriormente como el discurso nacionalista y cuyos planteamientos nacidos en el seno de la misma Universidad y propalados desde ella, habrían de afectarla posteriormente, con la ironía de ser la víctima de su propia creación. Un fenómeno recurrente en la historia de la Universidad.
Por ello, tal vez lo más importante producido en esa época fue la ideología del nacionalismo revolucionario qué luego produjo la revolución del 52.
La Universidad ante las transformaciones revolucionarias de 1952. Un compromiso ante los cambios
Sin embargo, es necesario preguntarse las razones por las que las conquistas del 31 se habían agotado para que surjan los movimientos posteriores que afectaron a la Universidad.
El hecho es que la U. en ese momento se sintió satisfecha por la aprobación constitucional de la autonomía universitaria y dejó, en cierto modo olvidadas, las consignas que acompañaban a la reivindicación principal como era la libertad de cátedra, la cátedra paralela y la provisión de cátedras por concurso.
La Universidad seguía siendo de élites. Se formó toda una estructura de doctores y eruditos, todos provenientes, de una u otra manera, de las clases sociales dominantes y que la utilizaban para vivir de ella decorosamente en un país de escasos puestos de trabajo. No olvidemos que la Universidad era adicionalmente una ocupación de prestigio y que proporcionaba cierto poder ya que a través de ella se accedía con mayor facilidad a cargos gubernamentales o de representación política, por lo que se había establecido una maquinaria que proporcionaba réditos a quienes ascendieran en cargos jerárquicos.
Durante todo ese lapso que transcurrió entre el año 1931 al 1952, la Universidad se esforzó por ir avanzando en las conquistas que podernos llamarlas históricas como son las relativas a la mejora de la enseñanza. En el caso de Tarija, por ejemplo, podemos citar la creación de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho en 1946.
Sin embargo, lo que no hizo la U fue anticiparse a los movimientos del 52, pese a que se había discutido largamente en su seno las ideas que condujeron a su materialización.
Por esta razón, no fue extraño que las fuerzas emergentes el 52, hayan reclamado para sí la posibilidad de acceder a sus aulas e incluso manejar los asuntos administrativos, tal como lo planteó la intervención “lechinista” del 55.
Recordemos también que el impase sólo pudo solucionarse con un compromiso, cuya condición fundamental fue la creación de las “universidades populares” que no eran otra cosa que la oferta de carreras medias para los estratos procedentes de los hijos del proletariado de ese entonces.
Por su parte, los universitarios progresistas de la época, aprovecharon la coyuntura y avanzaron también en el control interno de la universidad, reivindicando para sí no solamente la representación estudiantil paritaria, sino la participación en todos los niveles de decisión de la estructura universitaria (el cogobierno).
La vida de la Universidad luego de todos estos remezones se estabilizó, pero no se avanzó grandemente en los procesos de enseñanza tal como fueron planteados desde la consecución de su autonomía. Se inició además una fuerte presión desde el exterior para el ingreso irrestricto a sus aulas que paulatinamente iba a producir el movimiento de 1970 que Enrique Rivera nos lo describe desde Tarija.
Los esfuerzos radicales de los años 70 y las luchas ideológicas de la época
Es en estas condiciones que surge el movimiento de los 70, y especialmente el movimiento universitario de Tarija que logra encontrar reivindicaciones internas que apuntaban a una mayor democracia, mayor acceso a la Universidad así como una mayor participación del universitariado en las decisiones operativas de la institución.
Las consignas fueron entonces, ejercicio pleno del cogobierno mediante el voto directo ponderado, una mayor participación de los estudiantes en las decisiones universitarias al punto que se llegó a plantear la coadministración de la universidad en casi todos sus niveles académicos.
El movimiento universitario en el ámbito nacional, contagiado por los planteamientos de Tarija, se generalizó, pero se ejecutó en tiempos distintos y con modalidades propias. Así en Oruro, el 20 de Mayo de 1970, como fruto de esos movimientos, fui elegido, por voluntad del Consejo Supremo Revolucionario, como Rector para un período transitorio de 180 días. Como al finalizar el mismo, no hubo consensos entre las fuerzas políticas para la elección general, se optó por un nuevo mandato transitorio de 6 meses, gestión que no logró culminar ya que posteriormente advino el golpe militar encabezado por el Cnel. Banzer.
En este breve lapso, perdió fuerza el postulado de la extensión universitaria. Al contrario, los estudiantes de las ramas técnicas pertenecientes a la Universidad Popular demandaron la jerarquización de sus carreras; ya no aceptaban el nivel de técnicos medios, exigieron ser profesionalizados hasta obtener algún título más prestigioso como el de ingeniero o licenciado en las especialidades a las que accedieron en su momento. De esa época data la creación de innumerables carreras y facultades en casi todas las universidades y esto por la sencilla razón que todos los puestos a los que se encaminaba el desarrollo del país estaban prácticamente reservados a los títulos de prestigio.
La influencia de la revolución cubana
También Enrique nos habla de la gran influencia que tuvo la revolución cubana en el movimiento del 70. Podríamos ampliar esta afirmación indicando que el telón de fondo para esta influencia estuvo dado por la ideología marxista que se convirtió en una importante herramienta de análisis de la realidad de los países que en ese entonces se los calificaba de subdesarrollados.
Sin embargo, es justo reconocer que ya en ese tiempo estaban surgiendo diversas interpretaciones del marxismo, que antes aparecía como un pensamiento monolítico. La vida se encargó de plantear otras alternativas para la acción revolucionaria y, fuera de las contribuciones prácticas y teóricas que produjo la revolución china, en nuestro continente surgieron nuevos caminos de cómo alcanzar el poder popular. Ese ejemplo fue Cuba y por ello no es raro que varias tendencias surgidas en esa época hayan disputado la conducción del proceso de liberación nacional.
Todas estas discusiones quedaron zanjadas cuando comenzó la ofensiva de los regímenes militares en nuestro continente, la misma que mostró la realidad de que cada país tiene caminos propios para encontrar su liberación.
En esta época, los planteamientos de las reivindicaciones universitarias pasaron a segundo plano. Muchos habían considerado que era más importante coadyuvar con el cambio social que parecía estar a la vuelta de la esquina y olvidar o postergar los necesarios cambios internos a pesar de la enorme presión externa que adquirió a esas alturas el proceso de masificación.
La ponderación de los intelectuales tarijeños
Al examinar la obra de Enrique Rivera, nos encontramos gratamente con una ponderación positiva de algunos intelectuales tarijeños que probablemente tenían todas las posibilidades de descollar a nivel nacional pero que prefirieron prestar sus servicios dentro de los ámbitos locales. Nos referimos al Dr. Enrique Castellanos, al Dr. Jorge Uzqueda S., al Lic. Manuel Cuevas, al Lic. Lucio Gonzales B., así como varios estudiantes de aquel entonces y que hoy son connotadas personalidades que han pasado por la Universidad tales como el Lic. Carlos Cabrera. Consiguientemente, es un ejemplo para la juventud tarijeña actual así como para la juventud en general.
Otra de las importantes conclusiones que es preciso resaltar del libro testimonio de E. Rivera es la capacidad negociadora que tuvieron los dirigentes estudiantiles mostrando que en circunstancias de impase era necesario llegar a acuerdos con el estamento docente que se había manifestado de manera crítica contra el proceso.
Con una visión clara de no perder los objetivos centrales se llegó a suscribir el documento de compromiso a que hace mención el autor.
El movimiento universitario de 1970, fue entonces un gran esfuerzo en la construcción de una universidad democrática, de excelencia y ligada con los intereses del pueblo pero también ha sido un esfuerzo por aportar a la lucha por la liberación del país.
Por ello, si hacemos un breve recuento de lo que advino después del 70 podremos aquilatar en su verdadera transcendencia la influencia de este proceso en la creación de la universidad actual y la proyección de sus postulados que está en discusión en este momento en todo el sistema.
La intervención de la Universidad
El 21 de agosto de 1971, se da el cruento golpe de Banzer que interviene la universidad y la entrega a representantes de segundo orden del conservadurismo de ese momento. Sin obstáculos en la discusión de los problemas universitarios, esas nuevas autoridades producen un ordenamiento interno que bien reflejó su consigna fundamental para todo el país: “orden, paz y trabajo”.
Difícil fue la lucha de los universitarios en ese período por la recuperación de sus derechos. La resistencia, aunque se entabló desde los inicios del régimen, tuvo que ser, por la fuerza de las circunstancias, lenta y arriesgada. Sin embargo, a medida que avanzaba la crisis en el país por la falta de solución a sus problemas, fue avanzando la resistencia universitaria hasta que se produjo la apertura democrática el año 1978, con el retorno de la autonomía y el cogobierno paritario docente- estudiantil.
Como bien conocemos, a nivel de país, la fragmentación y el enfrentamiento enconado de las fuerzas políticas de ese momento, produjeron una de las épocas de mayor inestabilidad de la historia, con una sucesión de golpes militares y acuerdos parlamentarios.
Es así que en 1980, advino un nuevo intento de dictadura por parte de García Meza que quiso reeditar la intervención de la universidad efectuada por su mentor el Gral. Banzer. La universidad volvió a ser intervenida pero no por mucho tiempo, ya que las contradicciones del grupo militar que asaltó el poder eran insalvables frente a la crisis en que se debatía el país.
Año y medio duró este nuevo ensayo autoritario para dar lugar al retorno de la democracia, hecho que se produjo en 1982.
La Universidad frente al fracaso del gobierno de la UDP
La llegada al gobierno del equipo democrático se produjo en las condiciones más adversas, con una crisis económica muy aguda y una correlación de fuerzas totalmente desfavorable.
Es bien conocido que la imposibilidad de solucionar los problemas de la profunda crisis existente, llevó al país a vivir uno de los procesos hiperinflacionarios más grandes de su historia.
La Universidad que había contribuido enormemente a la recuperación de la democracia, se volcó a fortalecerse por dentro. Se había recuperado el organismo máximo de conducción de la universidad autónoma, que pasó a llamarse Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana CEUB y se pasó a desmontar todo el andamiaje autoritario.
Sin embargo la crisis en el país tocó fondo y para salvar el proceso democrático el presidente Hernán Siles Suazo, en un gesto de gran desprendimiento, renunció a un año de su mandato y convocó a nuevas elecciones.
La Universidad Boliviana y el periodo neoliberal.
En 1985, por el desgaste que sufrieron las fuerzas democráticas del cambio que no lograron el control de la crisis, se hizo cargo del gobierno un equipo experimentado en el manejo de poder, el que con asesoramiento externo implantó el neoliberalismo que estaba invadiendo las naciones. Se implementaron medidas muy duras que significaron el despido de más de 23.000 trabajadores mineros.
Con estas medidas el gobierno logró cierta estabilidad económica que tuvo su repercusión en la universidad. Los universitarios lograron, en medio de estos cambios, sobrevivir a este embate y continuaron volcados a la construcción de la democracia interna, perfeccionar sus estatutos y reglamentos y a ejercitar de manera amplia el cogobierno interno, sin dejar en ningún momento de contribuir a la lucha ideológica en contra del neoliberalismo.
La construcción de la universidad democrática y de excelencia
En este periodo, en que el neoliberalismo se desplegó con toda su intensidad, llegó también con su propuesta hacia la universidad pública que consistió en la política de acreditación de las instituciones universitarias. Es claro que el proceso de mejoramiento académico era absolutamente necesario para la Universidad Boliviana, pero los objetivos últimos de esta política no eran sólo la excelencia de estas instituciones sino el reducir la carga fiscal para el gobierno en concordancia con el lineamiento político fundamental del neoliberalismo que planteaba el achicamiento del Estado y consiguientemente, llevar a las universidades a financiarse mediante el concurso a “fondos escasos” como se los denominaría en ese momento. Es decir, que la universidad más eficiente, tanto desde el punto de vista académico como administrativo, podía aspirar a recibir mayores financiamientos, ya sea del gobierno -mediante la formación de una bolsa especial- o bien a través de ayudas externas.
La universidad aceptó el reto sobre la mejora académica y administrativa, pero las condiciones de concurso para los fondos escasos ni siquiera fue abordado, porque para la cultura universitaria boliviana -que emerge de las declaraciones constitucionales-, es el Estado que debe proveer los recursos necesarios para su funcionamiento. Hoy, la evaluación y acreditación es un proceso institucionalizado por la universidad pero se encuentra desprovisto absolutamente del contenido final que quiso darle el neoliberalismo.
En todo caso, la Universidad Boliviana se encuentra desde 1982 en un período de estabilidad que le ha permitido dotarse de numerosos instrumentos internos, perfeccionar los existentes y plantearse a futuro sus planes de desarrollo universitario manteniendo en lo fundamental el discurso de defensa de la autonomía, así como la calidad de sus unidades2.
2006, una nueva etapa en la construcción de la Universidad
Es indudable que la situación a partir del año 2006 ha planteado un nuevo escenario a la Universidad, escenario que, como siempre, tuvo la participación de las ideas que se generaron en su seno. La Universidad no ha dejado de evaluar la nueva situación creada pero no logra tener, como es natural, una posición única frente al nuevo fenómeno.
En primer lugar, es necesario remarcar la inexistencia de congresos en el lapso comprendido entre el año de 2003 (X Congreso) y el año 2009 (XI Congreso), siendo así que el estatuto de la Universidad Boliviana determina la realización de congresos cada cuatro años3. Incluso el último congreso ya mencionado, se realizó con un cuarto intermedio de 2 meses (de abril a junio) debido a las discrepancias internas existentes.
En este periodo, como nunca antes, surgieron posiciones fuertemente regionales en las universidades del sistema. Tempranamente, en los primeros años del gobierno del MAS, se ha podido observar una conducta diferente de las universidades de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí en comparación a las situadas en el resto de los departamentos. Mientras las universidades de occidente mantenían cierta neutralidad o, en algunos casos, cierta simpatía ideológica con el proceso, las universidades de los otros departamentos que, agrupados posteriormente en lo que vino a llamarse la “media luna”, iniciaron acciones abiertamente contrarias al gobierno. Muy emblemática fue la conformación en Sucre de su “Comité Interinstitucional”, que reunió a 46 sectores, a la cabeza del cual se encontraba el rector de la Universidad local.
En las otras universidades de la denominada “media luna”, durante los años 2007-2008 se manifestaron posiciones opositoras de diferente grado frente al gobierno del MAS. Algunos rectores, como Reymi Ferreira, Rector de la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz y Carlos Cabrera, Rector de la Universidad Juan Misael Saracho en Tarija, optaron por la prudencia e hicieron lo que estaba a su alcance para evitar un enfrentamiento directo con el gobierno.
Es evidente que la situación de estas autoridades y especialmente de todos los docentes, era delicada, ya que el Presidente Morales, al disminuir y fijar su sueldo como tope máximo para todos los funcionarios públicos, los había afectado grandemente.
Por otra parte, los universitarios han logrado ciertas conquistas que se han expresado en la aprobación de instrumentos legales que les permiten utilizar hasta el 5% de los recursos del IDH que recibe cada universidad, beneficiándose con facilidades para sus estudios, hecho que provoca una evaluación distinta desde la óptica docente y estudiantil.
Esta situación contradictoria le impide a la Universidad tener una posición relativamente unitaria con relación a los procesos externos que se dan en el país, pero todas las reflexiones que nos transmite Enrique Rivera cuando examina el proceso de 1970, no deja lugar a dudas sobre el papel que la Universidad debe jugar en los procesos de cambio, aportando a la consolidación de los avances sociales en el país, no olvidando en ningún momento que se debe preservar la democracia interna, mantener la autonomía universitaria y lograr la excelencia académica. .
1 De la Revolución a la Evaluación Universitaria. PIEB. 2000
2 Plan nacional de Desarrollo Universitario 2009-2013 CEUB 2010 '
3 Artículo 12 del Estatuto Orgánico de UB
No hay comentarios:
Publicar un comentario