Sus andanzas de periodista viajero se traducen hoy en un nuevo libro de crónicas, que presenta esta noche en la XIV Feria Internacional del Libro. Esta vez el periodista de EL DEBER Roberto Navia, que responde a esta entrevista, reúne sus historias con las de Claudio Ferrufino Coqueugniot.
¿Cuántos kilómetros, por qué lugares, hay en las páginas de Crónicas de perro andante?
- En Crónicas de perro andante hay por lo menos siete años de mochila al hombro, de estaciones de ferrocarriles, de dormir en terminales de buses bajo el frío europeo o estadounidense y el miedo latente de viajar en un bus que suele ser presa de narcos mexicanos. Los kilometrajes quedaron en los zapatos empolvados. Recuerdo que solo en uno, en el viaje por las costas de Chile, buscando los puertos que fueron de Bolivia, recorrimos más de 5.000 km mirando casi siempre el mar azul y un cielo con nubes de vientre amarillo.
¿Qué historias revela Crónicas de perro andante?
En el libro está la Bolivia que pertenece a los derrotados de la vida, a los que triunfan y que luego el destino les golpea la cara. Pero también están aquellos que algo extraordinario les ha pasado sin previo aviso y que de la noche a la mañana se han convertido en héroes nacionales, en personajes del año. También está la Bolivia que vive fuera de las fronteras, la que se busca la vida en las esquinas de otras patrias. Por ejemplo, está la revelación de un minero que para sobrevivir estaba decidido a comer carne humana, entre otras crónicas que con Claudio escribimos cada uno con su estilo, con su forma particular de caminar el mundo.
¿Por qué ‘perro andante’?
Porque el perro anda buscando los olores del mundo. Los que saben a filete y a porquería. El libro es un canto a las alegrías y a las desgracias. Pero este no es un perro cualquiera, es una raza aparte, es de aquellos que anda tumbando trancas para escapar, para salir de las casas con piso de porcelana y de camas de algodón. Lucha por entrar donde los demás quieren salir.
¿Cómo coincidiste con Claudio Ferrufino?
Hay algo curioso. Claudio es uno de mis mejores amigos, de los poquísimos que tengo, y nunca nos hemos dado la mano. Nos conocimos por el ‘Face’. Había salido la noticia de que Alfaguara de España incluyó una crónica mía en la Antología de crónica latinoamericana actual, él me felicitó y nos pusimos a hablar de la crónica y ahí surgió el proyecto. Trabajamos tan bien, como él dice, como tuercas que encajan en una misma pieza.
¿En qué aspectos convergen como contadores de historias?
En nuestros intereses hay un hilo conductor que mira las cloacas y las maravillas de mundo con ojos diferentes. Es como si tuvieras una escena con dos cámaras distintas. Hay un complemento que hace que el libro tenga una unidad, una complicidad de dos hombres traviesos.
Presentanos a algunos de tus personajes...
Carlos Mamani, el minero glorioso de Bolivia que quedó atrapado en la mina de Chile. Revela que los 33 atrapados acordaron comer al que muera, para que el resto sobreviva. La flaca, la mexicana que fue amenazada por el crimen organizado de México. Ella fue mi guardaespaldas en Ciudad Juárez; al leer sobre ella los lectores sentirán lo que significa sobrevivir ente el silencio y el plomo. Los ángeles de la guarda. Aquellos que aparecen en mis viajes y que terminan salvándome la vida y las historias. Son seres anónimos que aparentemente no valen un cobre, pero a los que yo y este libro les debemos tanto.
Perfil
Roberto Navia Gabriel - Periodista
Cronista
Santa Cruz, 1975. Es periodista de reportajes de EL DEBER. Publicó Un tal Evo (2007), con Darwin Pinto. Un trabajo suyo integra la Antología de crónica latinoamericana actual (Alfaguara, 2012). Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2007
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