Ocho escritores bolivianos pugnan por el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, uno de los más prestigiosos de América Latina, que se fallará el jueves en Caracas, Venezuela.
El galardón bienal que otorga 100 mil dólares al ganador se entrega a novelas publicadas y postuladas por sus autores, lo que permite que, al contrario de la mayoría de los concursos, la lista de participantes sea abierta.
Entre las 201 obras candidatas para este año, el sitio queleer.ve consigna ocho bolivianas: Norte, de Edmundo Paz Soldán; Diario secreto, de Claudio Ferrufino-Coqueugniot; Hablar con los perros, de Wilmer Urrelo; Los días vacíos del Raspa Ríos, de Gonzalo Lema; Lluvia de piedra, de Rodrigo Urquiola; Pronuncio un nombre hueco, de Cristina Zabalaga; Vendaval, de María Rosa Montes, e Hiperrealidad. El imperio de las profundidades, de Ronald Alfredo Rodríguez.
¿Cuáles son las posibilidades reales de estos escritores, tomando en cuenta que se enfrentan a autores iberoamericanos de la talla de Patricio Pron, Martín Caparrós, Santiago Gamboa, Juan Villoro y Andrés Neuman?
Según Willy Camacho, premiado narrador y editor de obras literarias, dadas las características de la convocatoria, el Rómulo Gallegos se presta más para autores consagrados, y por ello le da más chances a Paz Soldán, aunque no descarta a Ferrufino y Lema (ver recuadro adjunto).
Las obras
Norte fue una de las novelas de Paz Soldán más elogiadas por la crítica internacional. Se trata de un relato ambientado entre Estados Unidos y México y que se centra en tres historias separadas e independientes de Jesús, Martín y Michelle, pero ligadas todas a las violencia y desarraigo imperante en la frontera entre esos países.
Sobre Hablar con los perros, Urrelo sintetiza: “Son cinco historias que giran en torno a un suceso de canibalismo durante el cerco al fortín Boquerón en la Guerra del Chaco”.
En Los días vacíos del Raspa Ríos, una novela que retoma parte de la tradicional literatura costumbrista boliviana, Lema cuenta la historia de un burócrata de clase media, envuelto en los dilemas típicos de los migrantes del campo a la ciudad.
Finalmente, entre las obras más conocidas está Diario secreto, con la que Ferrufino ganó el Premio Nacional de Novela 2011. Como su nombre lo revela, es una obra que versa sobre la intimidad del personaje central, un hombre “oscuro y violento”, desde cuyas vivencias se teje una trama dura y descarnada.
Expectativas y decisión
Urrelo admite que se animó a participar en el premio por sugerencia precisamente de otro de los postulantes (Urquiola) y comenta respecto a sus expectativas. “Si es que la novela llega a ser finalista, con eso, yo estaría contento”.
¿Y qué opinas de las versiones de que muchos concursos internacionales, si bien no están arreglados, tienen filtros y procesos tan complejos que requieren que un escritor tenga “padrinos” en esferas editoriales para que su obra sea realmente consignada por el jurado, responde:
“Bueno, si es así obviamente ya perdí, pues de padrinos en mi caso no los tengo. Sin embargo, creo que también hay que correr el riesgo de que sea todo lo contrario”.
Ante la misma interrogante, Paz Soldán acota –tratando de zanjar dudas- vía correo electrónico, desde EEUU:
“Hay premios y premios. Algunos tienen el prestigio intacto y otros no tanto, por lo que, si vas a concursar, lo mejor es que indagues un poco cuáles valen la pena. En cuanto a lo de los padrinazgos, lo cierto es que el proceso nunca es del todo transparente y eso puede provocar suspicacias”.
“Ahora se presentan como 600 novelas a un premio, y todo eso no lo puede leer un jurado, por lo que se le dan cinco o diez finalistas. Para llegar a ésas, se comisionan informes de lectura, pero también puede ser que a un editor le encante un manuscrito y sugiera a su autor que se presente al premio”.
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