Frente a las grandes ferias del libro institucionalizadas, dependientes de los gobiernos centrales y regionales o de distintas fundaciones y asociaciones, la 1ª Feria del Libro Independiente Autogestionada (FLIA) es desarrollada en un espacio totalmente popular, como es el del atrio del Monoblock Central de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), con el fin de ofertar la compra y venta de libros a bajo costo de distintas editoriales –en su mayoría artesanales–, libreros o por sus mismos autores.
El evento, que se realiza desde ayer hasta hoy, tiene la finalidad de ir en contra de la cultura monopolizada, la que es manejada por ciertos grupos editoriales que tienen como único fin lucrar con este tipo de actividades. Por tanto, la FLIA rescata al pequeño editor y ha generado un espacio de autoconvocatoria en los espacios culturales.
Anteriormente, un grupo similar a estos gestores organizaban las “Contraferias”, las cuales estaban destinadas exclusivamente a ir en oposición o, como se estructura el nombre, en contra de las Ferias Internacionales del Libro, aquí en La Paz, y denunciar los altos precios de los libros que tales Ferias implantaban para el público lector.
Por tal motivo, esta Feria del Libro Independiente Autogestionada lleva el nombre de “Virginia Ayllón”, en homenaje a quien gestionó la primera de las tres anteriores Contraferias que ya no fueron repetidas en los últimos años.
“Ella (Virginia Ayllón) es una especie de inspiración, ya que fue quien empezó a hablarnos, en su momento, de autogestión, liberación, de hacer las cosas por ti mismo”, afirma César Antezana, quien además de escritor es miembro del colectivo Almatroste, de activismo cultural.
César asegura que en Latinoamérica, hace 25 años, se acostumbraba hacer este tipo de movimientos para “cerrar los circuitos culturales monopolizados manejados por unas cuantas personas”.
Por otro lado, el joven escritor Rodrigo Urquiola (26), quien ha sido finalista de varios concursos literarios y tiene publicadas dos novelas, Eva y los espejos, en Gente Común, y Lluvia de piedra, en Alfaguara, es tácito en sus palabras ante la pregunta de para qué te sirve participar en este tipo de ferias: “Para lo que venga”.
Urquiola, quien hace algunos meses recibió la noticia de la editorial Bateia de Sao Paulo, Brasil, para traducir Lluvia de piedra al portugués, afirma que la iniciativa de ofertar libros de su autoría en la FLIA o en otros eventos culturales similares es una “oportunidad para encontrarse con lectores no habituales o, de alguna manera, accidentales (...) Vienen personas y se enteran de que hacemos intercambio de libros y traen su material, incluso gente que nada tiene que ver con la literatura”, concluye.
Además, el grupo feminista “Mujeres Creando” es también parte de este evento. Julieta, activista de este colectivo, asevera que aprovechan este tipo de iniciativas para darse a conocer al público de a pie.
“Creemos en fomentar el hecho de que personas, gente que escribe, que produce, pueda difundir su material a modos y costos accesibles. Ésta es una forma alternativa de negociar, difundir, por otros medios lo que uno tiene guardado para sí”, declara.
Comenta que poseen una fotocopiadora denominada “La zona pirata”, en la cual copian libros que traen desde el extranjero con costos muy elevados, especialmente textos que tratan sobre feminismo, pero que fotocopiados cuestan no más de 25 bolivianos.
La FLIA cuenta con oferta de ediciones cartoneras y libros artesanales, en particular. Hoy se realizará hasta las 19.00 y promete oportunidades de conocer distinto tipo de gente y títulos de libros variados en ediciones artesanales, rústicas y de cuidados acabado.
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