Elefante se llama la antología propia de cuentos de Federico Falco, escritor referente latinoamericano en la actualidad. Su libro fue presentado esta semana en el marco de la Feria del Libro con una videoconferencia en la cual Maximiliano Barrientos y él pudieron entablar una conversación a partir del cuento, su libro y la literatura. El 2011, a través de la invitación de Barrientos y el Centro Patiño, el escritor cordobés llegó a la ciudad de Santa Cruz y a raíz de ello surgió el contacto con el editor de El Cuervo, Fernando Barrientos, para publicar este libro de la mano de la editorial boliviana independiente muy bien parada en la crítica literaria de la región.
P. ¿Escribir cuentos es algo que elegiste algún momento o que sale natural?
F.F.: No creo que haya sido una elección, sino algo que se fue dando de manera natural. En general, leo más cuentos que novelas y la brevedad del cuento, su condensación, la posibilidad de resumir, de destilar los elementos hasta que quede lo mínimo necesario, me atrae. Tal vez por eso siempre se me ocurren ideas para cuentos y rara vez aparece algo que podría llegar a ser una novela.
P. Muchos dicen que escribir cuentos es más difícil, ¿vos cómo lo ves?
F.F.: No sé si escribir cuentos es más difícil. La novela necesita sí o sí mayor dedicación, mayor constancia, cierta rutina y la capacidad para sostener un proyecto a lo largo del tiempo. En un cuento todo es más preciso y más exigente, pero también más rápido. A veces he llegado a estar seis meses dando vueltas con el mismo cuento, pero en general todo se resuelve en tres o cuatro semanas. En el fondo, me parece que es como comparar un corredor de cien metros largos con un maratonista. Son cuestiones diferentes, que requieren preparaciones y capacidades diferentes, pero no por eso uno es más difícil o más fácil que la otra. A mí, personalmente, me resulta más fácil escribir cuentos. Supongo que hay gente a la que le resulta más fácil escribir novelas.
P. ¿Qué historias te interesa contar?
F.F.: Nunca sé muy bien por qué escribo lo que escribo. Se me ocurre una idea y sé que ahí hay encerrado algo que me interesa, pero casi nunca puedo llegar a darme cuenta de qué se trata. A veces, cuando termino, puedo releer y decir ¡esto era! Otras veces es la lectura de amigos y conocidos la que ilumina qué había detrás de la historia. Sí puedo decir que me interesan los personajes con cierta desprotección, con cierta ignorancia: gente perdida, que no entiende qué hacemos acá, para qué estamos, que trata de darle sentido a la vida, aunque sin entender muy bien por qué. Me gustan los personajes que tratan de hacer lo mejor que pueden, con lo poco que saben o tienen a mano.
P. ¿Cómo fue tu proceso para elegir los cuentos que entrarían en esta antología?
F.F.: Lo primero que hice fue releer todo lo que tenía y después armar dos pilitas: las de cuentos, que me parecía que estaban bien, que se sostenían en el tiempo y eran buenos cuentos y la de cuentos que me arrepentía de haber publicado, aquellos que quedaron demasiado fechados o eran muy de principiantes o simplemente, diez, doce años después de haberlos escrito, me parecían malos cuentos. Después, de la pila de los 'aceptables', elegí los que más me gustaban, los que más cariño les tenía, a veces, por puras razones personales. También traté de balancear y que en la antología un poco quedara representadas las diferentes etapas por las que pasó mi escritura, que hubiera más o menos la misma cantidad de cuentos de cada uno de los libros y también que se formara un todo más o menos orgánico, que no hubiera ningún cuento que desentonara demasiado.
P. ¿Cómo vez la literatura en Sudamérica?
F.F.: La veo con mucho movimiento, en plena ebullición. Hay gente muy joven que ya logró construir una obra sólida, con peso por sí misma. Y hay gente más joven aún, que recién está empezando a publicar, pero que ya promete muchísimo. Trato de leer lo más que puedo y de seguir más o menos todo lo que se publica; en ese sentido, mi interés es amplio. En lo particular, me interesan las obras que tratan de ir un poco más allá, de tensar los límites, de sorprender, y que no le escapan al bulto de incorporar procedimientos y técnicas contemporáneas, no necesariamente desde lo literal o temático, sino desde lo formal. En Latinoamérica las ciudades, los paisajes, las formas en que las clases sociales se relacionan entre sí y con la ciudad, la forma en que todos nos relacionamos con la tecnología, con el dinero, con el trabajo, son muy particulares. Creo que ahí hay mucho material para analizar, una cantera de procedimientos formales de las que, personalmente, siento que la música y el cine sacan mayor provecho que la literatura.
'Me interesan los personajes con cierta desprotección, con cierta ignorancia: gente perdida, que no entiende qué hacemos acá, para qué estamos, que trata de darle sentido a la vida, aunque sin entender muy bien por qué'.
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