lunes, 16 de abril de 2012

Tres fabulosas historias fueron escritas para los niños más traviesos

na talentosa escritora, María Elena Condarco Castellón, crea en su imaginación tres historias diferentes, con personajes peculiares por la conducta y características, estos cuentos cortos escritos en tres idiomas: castellano, quechua, aymara e inglés, dejan en el lector un mensaje reflexivo, especialmente para en los niños más traviesos.

Este material ya fue presentado en la Feria del Libro de la ciudad de La Paz, gracias al auspicio de la Cámara del Libro, la joven autora orureña María Elena Condarco Castellón prometió que en próximas semanas llevará a efecto la presentación de estos cuentos en su ciudad natal.

HISTORIAS

La primera historia trata de un hada que tenía pavor al agua y en especial no quería asearse, una situación que le provocó varios problemas y le llevó a que la madre naturaleza le designe un oficio, puesto que todos nacen con un talento y ella no podía ser la excepción, así que le dieron la tarea de manchar lo que ella viera conveniente, es decir lo que se conoce como lunares, es la obra de este personaje, según la original historia.

Condarco creó una historia desagradable para la mayoría, refleja lo que ocurrió con un niño que acostumbraba comerse los mucosidades, algo que a muchos les disgusta que hagan los traviesos, pese al interés de su madre y profesores por quitar este desagradable episodio, dicho "mucosito" continuó con su ingrato hábito hasta convertirse en un "Ogro de los Mocos" que lleva a quienes tienen la misma actitud para que, al igual que él, se conviertan en este personaje de fantasía.

La tercera historia, plantea la interrogante si los niños ¿Conocen realmente al ratón Pérez?, reflejando en la historia la ambición de un niño que por obtener los favores del roedor, empieza a comer demasiados dulces y no tiene la suficiente higiene dental, llevándose luego el chasco de su vida, ya que quien recoge los dientes le deja una nota explicando que la maltratada pieza no justifica el esfuerzo del exigente ratoncillo, dejando en claro que ni merece la preciada moneda.

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