domingo, 20 de mayo de 2012

Nataniel sí es autor de “Juan de la Rosa”

El 1º de enero pasado publiqué en esta revista un artículo titulado: “Insólito: Se vuelve a negar la autoría de Nataniel Aguirre (sobre su famosa novela histórica: ‘Juan de la Rosa. Memorias del último soldado de la Independencia’)”. En el cual reiteré y agregué nuevos argumentos a los que ya había escrito en otros artículos para refutar la teoría del literato Gustavo V. García que niega esta autoría de Aguirre y que fue publicada en La Razón en 2010, y que posteriormente volvió a ser corroborada de manera implícita en un libro de documentos publicado en 2011 por Luís Antezana Ergueta y su hijo Alejandro. Quienes ya la habían corroborado expresamente antes en dos artículos publicados en La Razón y en El Diario (26/09 y 05/10/2010).

Ese mi citado artículo fue contestado por los mencionados Antezana en este mismo medio el pasado 25 de marzo, con otro en el que ellos lejos de responder a mis principales argumentos sólo se refirieron a algunos de menor importancia de manera truncada y fuera de contexto para luego calificarlos de subjetivos; cuando en realidad la teoría que ellos

corroboran y sus argumentos están sustentados en meras suposiciones subjetivas e imaginarias, como veremos en el curso de la presente nota.



“JUAN DE LA ROSA” ES EL SEUDÓNIMO QUE UTILIZÓ NATANIEL AGUIRRE

Antes de contestar al artículo de los Antezana, cabe señalar que la teoría de García se basa esencialmente en que en la poco conocida primera edición de la citada novela de Nataniel Aguirre publicada en 1885, sólo figura como su autor y principal protagonista en su niñez

un supuesto veterano coronel patriota de la Guerra de la Independencia que narra sus imaginarias memorias y se presenta a sí mismo con el enigmático seudónimo de Juan de La Rosa. Seudónimo que fue utilizado por el mismo Aguirre, pero que García supone imaginativamente que fue usado por un “genial autor anónimo salido del pueblo de Cochabamba” que sería el veterano coronel cuya verdadera identidad no esta claramente establecida; y quien habría enviado su obra manuscrita desde el Valle paceño de Caracato a un desconocido “corresponsal” de una sociedad patriótica de la ciudad de Cochabamba que sería Aguirre, quien la recibió y se apropió de ella para luego editarla y publicarla en el antiguo periódico local “El Heraldo”. Además, García también supone alegremente que dicho coronel envió su obra a Aguirre porque éste era el hijo de un fallecido ex-militar patriota compañero suyo en dicha guerra, cuando en la realidad el padre de Aguirre, Miguel María Aguirre, fue por entonces un alto funcionario realista, tal como señalé en ese mi citado artículo y en otros anteriores.

Estas suposiciones de García fueron corroboradas sólo en parte y con algunas diferencias por los Antezana en sus citados artículos, en los que más bien negaron que Aguirre se hubiese apropiado de dicha obra, pero no identificaron al desconocido “corresponsal” que la habría recibido en Cochabamba. Y en cuanto a la identidad del veterano coronel, los Antezana basándose en algunos indicios poco claros tomados de la misma obra y de manera bastante imaginativa, llegaron a afirmar categóricamente que el “coronel Juan Altamira Calatayud” fue quien escribió dicha obra, “bajo el pseudónimo de Juan de la Rosa”.

Pero, no presentan ninguna prueba documental objetiva de la existencia de este coronel, como su certificado de nacimiento o de defunción, o su mención en alguna lista o acción militar de dicha guerra, aunque en el segundo de sus artículos indican que la “personalidad” de dicho militar sería “dada a conocer en un libro”. Pero, transcurrido un año desde entonces, los Antezana más bien publicaron el libro que mencionamos antes, en el que reiteran dicha afirmación al presentar la obra en cuestión como escrita y firmada por el militar retirado o coronel “Juan de la Rosa (probablemente Juan de Altamira Calatayud)” (p. 252), aunque sin dar ninguna explicación ni referirse a la teoría de García ni a sus propios artículos.

En todo caso, lo que estaría en debate con los Antezana, es quién utilizó dicho seudónimo y escribió la citada obra: si fue Nataniel Aguirre, que era un conocido escritor e historiador con varios libros publicados a su haber como yo sostengo, o si fue el coronel Juan Altamira Calatayud, que es un personaje ficticio imaginado por los Antezana en base a indicios poco claros de la misma obra. En este sentido, en ese mi artículo señalé resumidamente lo siguiente: Juan de la Rosa es sólo un seudónimo usado y creado por el autor de la obra combinando el nombre de su protagonista Juanito con el de su madre Rosita. El supuesto nombre de ‘Juan Altamira Calatayud’ que le atribuyen los Antezana a dicho autor es sólo una deducción forzada (e imaginativa) de la misma obra, en la cual, si bien es cierto que el futuro Coronel Juan de la Rosa figura como hijo natural del joven heredero Carlos Altamira con “Rosita” que era la hija del (anónimo) “mayordomo”, no fue reconocido por su padre, por lo que debería haber llevado el apellido de su madre. Pero, este apellido inexplicablemente no se indica en la obra, en la cual solo se dice que dicho coronel por parte de su madre era ‘tercer nieto’ o tataranieto del famoso insurgente Alejo Calatayud, quien (en la realidad) no tuvo descendencia, pero en esta obra se inventa imaginativamente que tuvo una hija llamada “Rosa” que se casó con un (anónimo) “campesino criollo muy pobre, pero honrado y excelente hombre”. De modo que el apellido de su bisnieta Rosita que es la madre del coronel no podría haber llegado a ser Calatayud, sino cualquier otro apelativo desconocido, lo que constituye un misteriosos y enigmático enredo introducido en la obra por su verdadero autor: Nataniel Aguirre, para no revelar su propia identidad oculta bajo dicho seudónimo.

Esta mi argumentación sobre este aspecto tan importante no fue mencionada ni contestada por los Antezana, quienes, más bien, en la parte inicial de su artículo citaron como una revelación que “Juan Altamira Calatayud” era el autor de la obra en cuestión y que la firmó con “el pseudónimo de Juan de la Rosa”. Sin embargo y de manera incoherente en la parte final de su articulo afirmaron que: “Es muy probable que Juan de la Rosa (no Juan Altamira) haya existido realmente”. Y a continuación presentaron como una novedosa prueba de esta existencia un párrafo atribuido al coronel Juan de la Rosa que fue publicado en El Heraldo en 1885, aunque precisamente al inicio de otra obra de Nataniel Aguirre titulada: “La Bellísima Floriana“.

Siendo así que este párrafo ya fue presentado por García y ya fue objetado en ese mi artículo, y en el que este supuesto coronel ofreció enviar la segunda parte de su obra después de corregirla. Lo que no prueba su existencia como alegan los Antezana, sino más bien la existencia del seudónimo Juan de la Rosa, que otra vez habría sido utilizado por Nataniel Aguirre en complicidad con los editores de “El Heraldo” (Avelino y Telésforo Aguirre que serían sus parientes) para poder publicar este párrafo justo al inicio de otro de sus libros.

Porque como indiqué en ese mi artículo, en “El Heraldo” conocían muy bien a Aguirre “por haber editado antes en su imprenta otras de sus obras”. Y desde luego que le permitieron publicar su novela en cuestión con dicho seudónimo. Lo que no hubiese podido conseguir el supuesto y desconocido coronel Juan de la Rosa o Juan Altamira desde Caracato.



POR QUE AGUIRRE UTILIZÓ UN SEUDÓNIMO

En ese mi artículo señalé tres motivos por los cuales Nataniel Aguirre habría utilizado el seudónimo de “Juan de la Rosa”. Siendo los dos primeros posibles motivaciones personales de Aguirre y el tercero un concepto literario documentado, que sería el más importante y

determinante. Sin embargo, los Antezana omitieron mencionarlo y solo se refirieron a los otros dos, calificándolos de subjetivos, pero con argumentos que también podrían considerarse de igual manera y cuya réplica no la realizo ahora por razones de espacio y no tener mayor importancia, transcribiendo más bien a continuación sólo ese tercer motivo que probablemente fue el más influyó en la decisión de Aguirre para utilizar dicho seudónimo.



“En la época en que vivió Nataniel Aguirre estaba en boga escribir novelas históricas de tipo ‘ilusionista’, es decir, novelas en las que se creaba la ilusión de que la ficción coincidía con la realidad. No era raro ‘que el autor afirme que la historia que narra es verdadera o aduce otras pruebas que garantizan su veracidad’ (Kurt Spang: La novela histórica: 1995). En este sentido, salta a la vista que Aguirre para darle mayor credibilidad a su novela histórica, se presentó a sí mismo como el coronel Juan de la Rosa que narra sus memorias”.



LA SEGUNDA EDICIÓN PUBLICADA POR SU VIUDA

Cabe señalar que 21 años después de la muerte de Nataniel Aguirre, en 1909 se publicó la segunda edición de su mentada novela en la que recién figura él como su autor en vez de su seudónimo Juan de la Rosa, así como en todas las publicaciones posteriores que se basaron en esta edición. Este cambio de autoría fue criticado por García y por los Antezana, quienes supusieron imaginativamente que esta modificación fue realizada arbitrariamente por el “comité editorial” o por la empresa editorial “Librería de la viuda de C. Bouret” con sede en Paris que publicaron esa segunda edición. Sin embargo, yo develé en ese mi artículo que en realidad fue la viuda de Aguirre, Margarita Achá Antezana, quien hizo publicar dicha edición y otras obras de su fallecido esposo con fondos del estado boliviano, en virtud a la ley del 28 de noviembre de 1906 que precisamente le autorizaba a ella publicar las obras de su extinto marido, y que por ende fueron registradas como “propiedad de la familia del autor”. Asimismo, señalé que la viuda de Aguirre sabría que él uso el mentado seudónimo para escribir su famosa novela, pues de otra manera no se explica que ella la hubiese hecho publicar como obra de su fallecido marido, lo que además probaría que fue escrita por él. No obstante, los Antezana, en su respuesta, reconocen la existencia de dicha ley, pero niegan sin fundamento que la viuda hubiese sabido del uso del mencionado seudónimo por su difunto esposo.



ANTEZANA NO ESTUVO EN LA CORONILLA

En ese mi citado artículo señalé que Aguirre en su novela contrariamente a un supuesto coronel que narra sus memorias repitió algunos notorios errores históricos de obras anteriores que después fueron rectificados, y mencioné dos ejemplos. Uno de los cuales era que Aguirre había escrito que el Prefecto patriota Mariano Antezana estuvo presente en el memorable Combate de la Coronilla, cuando en realidad estuvo refugiado en un convento. Los Antezana en su réplica solo mencionaron este ejemplo y negaron que se tratase de un error rectificado por el historiador Eufronio Viscarra como yo había indicado. Sin embargo, éllos no parecen haber leído que Viscarra afirmó categóricamente que: “Todos los historiadores…hacen figurar a Antezana en el hecho de armas (Combate de la Coronilla) que precedió de inmediato a la ocupación de Cochabamba por las tropas de Goyeneche…Este error queda destruido con las consideraciones anteriormente expuestas” (Biografía de E. Arze: 1989: 200). Siendo estas consideraciones tomadas por Viscarra del Diario testimonial escrito en verso por el abogado realista Sebastián Méndez, y que lo transcribió. (: LIV) Pero además, la ausencia de Antezana en ese combate esta confirmada por el conocido informe testimonial del soldado argentino Turpín, que estuvo presente en dicho enfrentamiento.

En todo caso, esta ausencia de Antezana no amengua sus reconocidos méritos como señaló el mismo Viscarra al efectuar esa rectificación.

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