martes, 8 de julio de 2014

Homero Carvalho fue uno de los destacados escritores invitados al VIII Encuentro de Escritores Iberoamericanos

El autor del verso corto, elegante, de significación profunda y de Santo Vituperio, Homero Carvalho fue uno de los destacados escritores invitados al VIII Encuentro de Escritores Iberoamericanos, celebrado en Cochabamba. El evento que reunió a destacados literatos, fue "un incentivo para seguir escribiendo", en palablas de poeta, que habla sobre su experiencia en el encuentro y sobre el estado literario actual.

¿Cuál es la evaluación que realiza del reciente Encuentro de Escritores Iberoamericanos
R.A.: Creo que ha sido uno de los mejores encuentros en los que he participado, en el que los escritores hemos tenido un gran acercamiento entre nosotros y con el público. Mario Bellatín, José Ovejero y Jorge Eduardo Benavides no solamente son talentosos escritores, también son extraordinarios seres humanos.

¿De qué manera aporta a la literatura boliviana?
R.A.: La literatura boliviana tiene la oportunidad de conocer escritores extranjeros y de ser conocida no solamente por los escritores que nos visitaron, sino que ellos pueden difundir nuestras obras y hablar de lo nuestro en otros encuentros literarios. Es un aporte de ida y vuelta.

¿Cómo cree que el lector latinoamericano vive este tipo de encuentro?
R.A.: Como una integración cultural. Si bien estamos virtualmente conectados otra cosa es tener la posibilidad de hablar personalmente con los escritores, de compartir experiencias, lecturas y manías. El lector iberoamericano en general, se enriquece con estos encuentros, porque tiene la oportunidad de conocer a autores nuevos o desconocidos hasta ese momento.

¿Cree que llega a una importante cantidad de personas?
R.A.: Sí, haciendo una evaluación rápida, diría que ha sido todo un éxito: más de 200 personas estuvieron cada día en las salas del Centro Pedagógico y Cultural Simón I. Patiño, además de las que siguieron el encuentro por televisión en directo en La Paz y Sucre y los que lo escucharon por radio. Y, por supuesto, las entrevistas y noticias que se generaron en varios medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales a nivel nacional y las redes sociales que estuvieron activas durante los tres días. Creo que fue el primero de los ocho encuentros que tuvo estas características.

Entre los escritores nacionales y los demás escritores que asistieron al encuentro, ¿qué existe de común, más allá de escribir?
R.A.: Existe el compromiso con la palabra, con la necesidad de escribir respetando la inteligencia de los lectores y de compartir la necesidad de trabajar por un mundo mejor. Estos compromisos y coincidencias se descubren en las charlas íntimas, en los desayunos, en los almuerzos y por las noches.

¿Qué aspectos desatacaría del encuentro?
R.A.: Destacaría la organización y la eficiencia del equipo dirigido por Elizabeth Torres, integrado, entre otras personas por Jacky Mejía, Magaly Jordán y Alba Balderrama. Y por supuesto, la calidad humana de los invitados, gente sencilla y generosa tanto con las palabras como con la vida misma.

¿En esta ocasión a qué tipo de descubrimientos los llevó el encuentro?
R.A.: De Mario Bellatín ya había leído gran parte de su obra, gracias a Óscar Arce, un tío suyo, que desde hace años me presta sus libros. De José Ovejero había leído algunos y Jorge Benavides fue todo un descubrimiento: un gran novelista y un amigo instantáneo. Todo ellos extraordinarias personas con los que fui descubriendo que teníamos muchos amigos en común como los escritores Leonardo Valencia, Iván Tahís, Juan Carlos Méndez Guedes y otros.

¿Qué cree que le faltó?
R.A.: Estoy satisfecho, los de Patiño fueron tan generosos con los invitados que hasta otros escritores bolivianos que no estaban invitados para esta versión, tuvieron protagonismo en la misma.

¿Cómo ha sido la experiencia de vivir este encuentro?
R.A.: Gratificante, siempre es necesario conocer a otros escritores, porque la literatura es un viaje y los escritores junto con los lectores formamos una comunidad y es bueno saber que en el camino uno puede encontrarse con gente tan linda como Ovejero, Bellatín y Benavides, para no hablar de los nacionales que son mis amigos.

¿Cree que la literatura necesita algún cambio para llegar más al lector?
R.A.: El lenguaje es dinámico, hay palabras que van quedando obsoletas, otras que mudan de significado, otras que se transforman, están las inventadas o neologismos que el pueblo va creando a la medida de su realidad social, política, económica y cultural. Y si bien los temas pueden ser los mismos: la muerte, el amor, la traición, la guerra, la soledad y la política, los escritores debemos asumir nuevas formas de encararlos. La literatura boliviana tiene que adaptarse a esos cambios para que el lector se identifique con lo que lee, de lo contrario será un escritor anacrónico, desfasado en el tiempo.

¿Qué relación guarda la literatura y el tema mediático?
R.A.: Existe una gran relación, la literatura se alimenta de la información y de las noticias. Mi novela Santo Vituperio, de la cual acaba de salir la séptima edición, partió de la noticia de una prostituta asesinada. Además no olvidemos que todo buen escritor es un periodista temprano o un cronista de la realidad.

¿Existe algún cambio de lenguaje en la literatura boliviana?
Naturalmente que sí y lo puedo decir con propiedad, porque he sido protagonista de ese cambio desde las dictaduras hasta hoy. Durante las dictaduras, nuestro compromiso era más político que literario, teníamos que luchar contra las injusticias; recuperada la democracia el abanico de temas y registro de géneros, se abrió o se amplió y ahora escribimos desde ciencia ficción hasta cuestiones existencialistas y/o intimistas y eso viene acompañado de un lenguaje preciso, contemporáneo y global.

' Todo buen escritor, es un periodista temprano o un cronista de la realidad'

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