domingo, 27 de diciembre de 2015

Literatura boliviana de 2015 recomendada por escritores

Definitivamente el 2015 fue un gran año para la literatura boliviana, varios reconocimientos internacionales recayeron sobre los autores nacionales, al mismo tiempo que una constante producción editorial se encarga de difundir las letras bolivianas dentro y fuera del país. Partiendo de la iniciativa propuesta por el blog literario Hay Vida en Marte (hayvidaenmarte.wordpress.com), a continuación se presenta una lista que invita a la lectura de títulos nacionales recomendados por destacados escritores.

Más de una decena de autores nacionales fueron consultados sobre qué libro boliviano recomendarían, pero entre todas las elecciones y criterios estos tres nombres fueron destacados en más de una ocasión: Rivero, Hasbún y Speeding.

Desde la óptica de Liliana Colanzi, que recientemente ganó el Premio Aura Estrada, la escritura de Giovanna Rivero “se alimenta de los materiales más turbios, más dudosos, más irracionales, y de ellos extrae su fuerza visceral. Giovanna explora el subconsciente popular y canaliza su energía arrasadora”. El libro de cuentos “Para comerte mejor”, donde un “Evo zombi” resalta como personaje, también es elogiado por Sebastián Antezana, quien lamenta que este trabajo sólo haya sido publicado en Estados Unidos.

Por su parte, Alejandro Suárez y Daniel Averanga destacan la capacidad evocadora del mundo rural paceño, que se representa a través de una cuidadosa recreación del lenguaje cotidiano en “Catre de fierro” de Alison Spedding. Suárez expresó: “En mi opinión, es de lo mejor que se ha escrito en Bolivia en lo que va del siglo”.

Mientras que la chuquisaqueña Rosario Barahona y Giovanna Rivero recomiendan “Los afectos” de Rodrigo Hasbún. Esta novela “confirma que una de sus fortalezas narrativas reside en la capacidad de condensar, sin mutilar, tramos colosales de distintas existencias”, explica Rivero, que este año fue galardonada en España, por Cosecha Eñe.

En términos generales, los autores nacionales reconocen una diversidad de horizontes que son transitados por la producción literaria boliviana contemporánea, por ello, frente a ese panorama destacan las propuestas más auténticas en cuanto al empleo de los recursos literarios.

Wilmer Urrelo se refiere a “Pronuncio un nombre hueco” de Cristina Zabalaga, como“una novela, pese a su brevedad, extremadamente profunda” que “se agradece en estos tiempos de novelas tan parecidas unas a otras”.

El cosmopolitismo y el desarrollo del estilo propio de Liliana Colanzi en “La Ola” son remarcados por Fabiola Morales; “este es un libro destinado creo, a cerrar una etapa y abrir nuevas facetas en la propuesta narrativa de la autora”, escribe Morales en el blog Hay Vida en Marte.

Mientras que Roger Otero recomienda “Avionel o la gente que se cae de sueño” de Óscar Barbery, obra descrita en estos términos: “Es un thriller político que suma, como su autor nos tiene acostumbrado, sutiles dosis de humor negro, personajes muy humanos y situaciones fantásticas en un país de ficción que entreteje varias historias relacionadas con la toma del poder en sus diferentes ámbitos, donde las clases sociales se ayudan e incomodan unas a otras y todos salen beneficiados y lastimados por el karma ajeno”.

En otros géneros, la vena ensayística de Juan Cristobal Mac Lean en “Cuaderno” es elogiada por Mauricio Murillo, al mismo tiempo que Alex Ayala rescata un pieza histórica de Arturo Posnasky con su trabajo “Impulsos atávicos: el caso de Polonia Méndez”; en términos de Ayala “el subtítulo del libro es un buen resumen de lo que uno encuentra tras la portada: “consideraciones antropológicas-psiquiátricas referentes a un crimen llamado pasional”.

Por último Rivero vuelve a tomar la palabra para señalar “Asma”, de Aldo Medinacelli, como una fresca promesa en el género del cuento, añadiendo: “Por último, (y aunque estos textos todavía no están publicados, pero he tenido el privilegio de leerlos off the record, ya sea en sus avances o en su proceso de corrección), recomiendo muchísimo la novela en la que Liliana Colanzi está trabajando, los cuentos de Guillermo Ruiz Plaza, los cuentos de Sebastián Antezana y los cuentos inéditos de Emma Villazón. De nuevo la diversidad parece ser la impronta, y sin embargo, es palpable ya un giro epistemológico en estas nuevas búsquedas: el solipsismo melancólico de comienzos de este siglo ha cedido paso a indagaciones mucho más oscuras y especulativas en los distintos planos de la realidad”.

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