jueves, 3 de octubre de 2013

La venganza de Guillermo Ruiz Plaza

Decía Rulfo que el cuento es un género más importante (y más difícil) que la novela. En un relato hay que concentrarse más, hay que decir más cosas en menos páginas, hay que sintetizar y a la vez frenarse. Guillermo Ruiz Plaza se contiene, amenaza con vaciarse pero no se desborda; contiene ese torbellino de violencia cotidiana, de oscuridades familiares, de demonios de andar por casa.

La última pieza del puzzle (editorial 3600) trae cuentos sin respuestas fascinados por las pistolas, la sangre, las heridas y las cicatrices de un mundo a caballo entre La Paz y Francia, donde reside el autor. Los relatos de Ruiz Plaza son un péndulo: de la náusea adolescente con música de Pearl Jam de fondo a los niños malos con sed de sangre paterna.

Los cinco primeros cuentos —agrupados bajo la palabra fuga— podrían leerse como una novela corta, como un almuerzo en casa con final triste: otra vez la disfuncionalidad de familias felices, ricas pero desdichadas. Las cuatro últimas historias –las fisuras– dejan al lector con una sensación de cortocircuito extraño; con un mal sabor de boca, con un olor a tumba diminuta. Suena Here comes the sun de Harrison. Y lo único que vemos venir es el infierno de todas las noches. Es la venganza a fuego lento de Guillermo Ruiz Plaza.

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