domingo, 15 de julio de 2012

ALEX AYALA: «LA CRÓNICA EN BOLIVIA TODAVÍA ESTÁ EN PAÑALES»

GÉNERO NUEVO | ESTE PERIODISTA INCURSIONA EN LA CRÓNICA.

OH! ¿Cómo llega a Bolivia? ¿Qué estaba buscando?

Llegué al país en 2001, con una beca del grupo Prisa, que en aquel momento poseía una parte de las acciones del diario La Razón. Aterricé en Bolivia muy jovencito, con 22 años. El día que llegué a La Paz era jornada de censo nacional y no había autos ni gente en las plazas y avenidas. Sólo veía policías y militares por todo lado. No sabía lo del censo y pensé que me encontraba en medio de un golpe de estado. Me asusté un poco y, en aquel momento, me dieron ganas de subir de nuevo el avión y regresar a España. Menos mal que acabé por no dar demasiada importancia a aquellos primeros impulsos. ¿Qué buscaba? Como cualquier muchacho buscaba la aventura; y quería sobre todo crecer como periodista.



OH! ¿Qué lo determina a quedarse?

Decidí quedarme aquí cuando se acabó la beca. Es decir, un año después de mi llegada. Por dos razones sobre todo. Porque en La Razón confiaron en mí desde el principio y gané muchísima experiencia, experiencia que seguramente no habría ganado tan rápidamente en los medios españoles. Y porque me enamoré del país, de su cultura, de sus gentes y, sobre todo, de sus historias. Todavía me sorprendo con lo que hallo por el camino. Eso significa que no ha llegado el momento de irse. Y lo más probable es que ese momento nunca llegue.

Bolivia me parece que es un país excepcional pero con una asignatura pendiente: debe aprender a venderse. Es un país que tiene de todo: amazonía, un salar monumental, valle, chaco, altiplano, un lago hermoso, etcétera. Es un país en el que viven quechuas, aymaras, guaraníes y así hasta contar más de veinte etnias diferentes. Pero al mismo tiempo es una isla. Es un país sin mar que es una isla, en el sentido de que lo que ocurre aquí rara vez tiene eco en otras regiones del mundo. Ojala esto cambie algún día. Nosotros como periodistas tenemos la obligación de hacer esfuerzos extra para que así sea. Debemos dejar de ser notarios de la información y poner más empeño en traducir los acontecimientos. El periodista Julio Villanueva Chang dice que “los hechos locales son parte casi siempre de una tendencia global”. Nuestro deber es descubrir esas tendencias cada vez que salimos a la calle para que las historias que cubrimos se vuelvan universales e interesen a más personas.



OH! ¿Qué diferencia encuentra entre el periodismo boliviano con el de otros países?

Me parece que en Bolivia se abusa muchísimo de dos cosas: del periodismo basado en las declaraciones y de la información llena de datos fríos que hacen que el lector se aburra. Dice el periodista Alberto Salcedo que “todos los estilos son válidos menos el aburrido”. Y en Bolivia a ratos resultamos demasiado aburridos porque nos hemos olvidado de hacer periodismo para la gente. ¿De qué me sirve un texto si no lo va a entender el peluquero o la caserita de la esquina? Por otro lado, somos muy obvios a la hora de plantear los temas. Casi nunca vamos (vemos) más allá de lo evidente. Y eso pasa porque nos falta curiosidad.



OH! ¿Sabemos aprovechar la crónica como género periodístico?

La crónica en Bolivia todavía está en pañales. Son muy pocos los medios que apuestan regularmente por este género y son muchos los que piensan que la crónica consiste únicamente en ser amenos y escribir bonito. Y la crónica va mucho más allá de todo eso. La verdadera revolución del nuevo periodismo, más que con la forma de escribir, tuvo que ver con la manera de investigar las historias, con el modo en el que los periodistas comenzaron a relacionarse con los personajes de las mismas. Si uno quiere hacer una buena crónica, debe convertirse en la sombra de las personas a las que va a retratar. Si uno quiere hacer una buena crónica, tiene que aprender a observar, a captar todos los detalles y a seleccionarlos. Porque a través de ellos es que daremos una lógica, un sentido, a lo que estamos contando.



OH! ¿Cuál cree que es la receta para atrapar al lector?

Primero: tener muy claro lo que queremos contar. Ésa es la base. Y para estar seguros de ello es nuestra obligación hacernos antes muchas preguntas. Después, a lo largo de todo el texto, hay que dosificar las respuestas a esa marea de preguntas que nos hacemos, ya que cuando resolvemos todo el crucigrama desde el principio nos quedamos sin gasolina a mitad de camino. Por otro lado, como dice Julio Villanueva Chang, hay que convertir el dato en conocimiento, traducir los hechos. Y nos tenemos que fijar en aquellos personajes que, de alguna manera, sean un símbolo, un símbolo del éxito o del fracaso, un símbolo de de una tragedia, de una conquista, etc. Debemos conseguir que la historia de una persona se convierta en la historia de una comunidad. Borges decía: “la suerte de un hombre resume, en ciertos momentos, la suerte de todos los hombres”. Comprender esto es para mí la clave.



OH! En la presentación del libro “Los Mercaderes del Che...” se describe a sí mismo como tartamudo de vocación... Cuéntenos un poco sobre esto y si ha afectado de alguna forma su vida profesional...

Asumo el tartamudeo como algo natural, así como el cojo asume su cojera y el diabético asume que necesita insulina. Nunca lo he visto como una cruz. Es más, me ha ayudado incluso a crecer como periodista. Por mi incapacidad para hacer entrevistas por teléfono —un aparato que detesto— me veo siempre en la obligación de ver a la gente que formará parte de mis historias Y gracias a los encuentros de tú a tú el texto los textos fluyen. Por otro lado, quizás porque me ven más vulnerable, me gano en seguida la confianza de gente.

OH! ¿Por qué cree que no funcionó Pie Izquierdo? ¿Está la sociedad boliviana lista para la no ficción?

Pie Izquierdo no funcionó en su momento por una razón muy sencilla: no tenía suficiente publicidad. Lamentablemente, la mataron los anunciantes, no los lectores. A pesar de todo, con Pie Izquierdo pasa ahora un poco como con esos amigos a los que uno ve poco pero que son muy queridos. Pie Izquierdo fue una revista que duró sólo ocho meses de 2010 pero que todavía es recordada. Algunos de los autores que trabajaron con nosotros, como Leila Guerriero, Jon Lee Anderson o Alma Guillermoprieto, la siguen mencionando en talleres y conferencias. Y como aún venden la revista en algunos puestos de periódico de La Paz —sí, todavía la venden— algunos tienen la sensación de que seguimos existiendo.

El periodismo narrativo nunca ha sido corriente que atraiga a una legión de lectores. Pero eso no debería desanimarnos. Todo lector siempre está dispuesto a que lo sorprendan. Y la pregunta creo que debería de ser: ¿Estamos listos nosotros para sorprender al lector?



OH! ¿Qué le falta al periodismo nacional?

Al periodismo nacional le faltan editores. La mayor parte de los editores del país suelen asumir un papel más de corrección que de edición. Y eso no está bien. Un buen editor tiene que orientar, cuestionar y retar al redactor a cada instante. Debe someterlo a un juicio sumario en cada párrafo. Debe descubrir junto al redactor el verdadero poder de una historia.


Perfil

ROBERT BROCKMANN

Español de nacimiento y boliviano por elección, Alex Ayala Ugarte es uno de los cronistas más relevantes de Bolivia, y un prolífico periodista que ganó el Premio Nacional en 2008. Trabajó en La Razón, en el semanario Pulso, fundó la revista Pie Izquierdo, y tiene varios proyectos sobre la mesa que trabaja de forma independiente además de colaborar para revistas como Etiqueta Negra, Paula y Soho. Hace poco publicó el libro “Los Mercaderes del Che y otras crónicas al ras del piso…”, en el que hace una recopilación de los escritos más significativos de su carrera. En este diálogo habla de su llegada a Bolivia, su asentamiento como periodista y cronista además de analiza el periodismo hecho en el país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario