miércoles, 16 de septiembre de 2015

Circula un poemario de Gabriel Carranza

El libro El alma grita y la voz calla, del poeta Gabriel Carranza Polo, fue presentado en el salón Juan Lechín Oquendo, del Ministerio de Trabajo, donde más de una treintena de personas presenció el acto que contó con la participación de un cuenta cuentos y un cantante de tango.
“Por eso leer El alma grita y la voz calla, no es solo una experiencia estética, sino un contacto, con la totalidad humana de Gabriel Carranza, hermano y camarada, entrañable Gavilán con alas inmortales”, dice la presentación del libro que está firmada por el ensayista y poeta Ramiro Barrenechea.
Carranza Polo recuerda los días de lucha política y social vividos durante las décadas pasadas, primero contra la dictadura militar y después contra los regímenes neoliberales.
Comentó que su vida se dirigió desde la juventud por los caminos de la militancia de izquierda, acción en la que también se vio comprometida su familia. Una muestra de ello es que su hija se llama Aleida, (como la hija de Ernesto Che Guevara) y su hijo José Gabriel (como el caudillo quechua del siglo XVIII, también conocido como Tupac Amaru.
Según el poeta, una de las fuerzas que le motiva a escribir poemas es la timidez, que a veces impide a una persona a decirle algo a otra, por lo que recurre a los versos para hacerlo. Otro de los motores es la indignación que siente el poeta cuando, por ejemplo, observa cuadros excesivamente dramáticos, como cuando una niña le dice a su madre que sólo tenemos que conseguir comida para que crezca.
El director de Planificación, del Ministerio de Trabajo, Héctor Hinojosa, manifestó que el poemario de Carranza Polo exalta el sentimiento del amor y lo puso como claro ejemplo de cómo mediante la escritura se puede romper la rutina de la cotidianidad.
El cuenta cuentos Yuri Callisaya narró El Firulais, del mexicano Enrique Cisneros, frente a una audiencia expectante, que prestó igual atención al cantante de tango Dardo Greco, quien interpretó la canción Yira-Yira del argentino Enrique Santo Discépolo.

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