martes, 6 de diciembre de 2011

Poemas de Humberto Quino

Don Humberto Quino Márquez (La Paz, 1950) ha vuelto a las andadas. En agosto de este año dio a conocer su antología personal Opera parca (Plural Editores) y ahora, antes de que el año termine, regresa con el colorido volumen titulado Parodias, invenciones y otras blasfemias.

Dejemos al propio poeta explicar el contenido de su flamante producción: “El libro está constituido por tres partes: 1) Parodias, que es un intento descabellado (el autor sufre de alopecia) de reescribir cinco poemas de cinco poetas.

2) Invenciones, donde el sujeto, ya con la soga al cuello, nos dice sus cuitas, sus fobias y sus temores. 3 Otras blasfemias, que son epitafios contra-natura, de un pobre mortal acosado por esa “vieja cucufa” (N. Parra) que nos visita en el momento más feliz de nuestra pobre vida, arrancando de raíz un mal ejemplo para las posteriores generaciones”.

Parodias, invenciones y otras blasfemias se presentará el martes 6 de diciembre a las 19.00 en el auditorio de la Alianza Francesa de La Paz (c. 20 de Octubre y Fernando Guachalla, Sopocachi). Los comentarios estarán a cargo de Adolfo Cárdenas.

Página blanca

Madre cocaína
Rescátame de esta vida cantinela:
Nacer / Vivir a medias / Morir cualquier día.
Esconde mis negras alas
Y estas visiones que pulverizan mis ojos.
Esos hilos que me unen al silencio
Resuenan en mi cráneo.
Una serpiente silba en mis oídos
Y muerde mi cabeza rapada.
Insectos seductores encienden una luz lila
Sus plegarias desmienten mis certezas.
Camino del terror a la belleza de la niebla
Donde me dejo morir
Entre todas las cosas que odio.
Un cansancio sin nombre me corroe
Pájaro tatuado en lo oscuro
Corazón asido a su vacío.
Y cada instante es una prenda de la muerte
Y tejo con él la miseria perdurable.
Es mi cuerpo mutilado
Todo de nadas acumulado
Resbalando hacia su abismo.

Silla para una despedida

Morir es aspirar la tierra
Las raíces de la vida que fue.
Ser esa hierba quemada
En el invierno.
Esa piedra calcinada
Por la luz del mediodía.
Deseando descender
Al febril Averno
Para azotar a los muertos.

En la piel del siervo
Para Vilma Tapia Anaya

Alguien piensa en mí
Cada vez que despierto
Como un mamífero huraño.
Y junto las manos
Sobre las letras
De estos breves días.
Todo me hiere
Y de mi cuerpo
Brotan llamas y blasfemias:
Condenado a comer
Sólo los frutos de la carne

Allí donde anida la mano que escribe
La escritura es tacto y errata
Himno de espuma
Inscripciones y tatuajes
Del gusano insomne.

¿A qué hora se ama?
El alba anuncia
El hálito vulnerable
De este hueco que hay en tu corazón.

La flora terrenal
Anuncia la espesura de tu piel,
Y la cavidad de tu deseo.

Mientras yo agonizo
Mar adentro
En tus bellos muslos.

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