jueves, 22 de diciembre de 2011

La narrativa andina de Juana Manuela Gorriti

Tenía apenas 13 años cuando llegó a Bolivia. Su padre, un luchador por la independencia argentina y un militante del bando unitario en las cruentas guerras civiles que se sucedieron en ese país, venía huyendo de esos tumultos y así llego a Tarija.

Los que hablan de ella en esos años mozos no dejan de mencionar sus rizos dorados. Lo cierto es que en la fronteriza Tarija esa niña de nombre Juana Manuela Gorriti conoció a un joven militar que a sus 15 años ya había combatido por la independencia de Bolivia. Él se llamaba Manuel Isidoro Belzu. Como estas cosas sucedieron a principios del siglo XIX, siglo romántico por definición, hay que decir que se conocieron, se enamoraron y en 1833 se casaron. Ella tenía 15 años y él 25.

Esa niña con el tiempo se convertiría en una de las escritoras más importantes del continente. Y no sólo eso, también en una personalidad notable para los estrechos cánones de su época por su independencia y por su talante y talento intelectual.

El conocimiento y reconocimiento de su obra en los tres países en los que vivió y escribió su abundante obra literaria fue desigual. Mientras que en su natal Argentina Juana Manuela Gorriti ha sido ampliamente publicada y estudiada, en Perú y en Bolivia no ha sucedido lo mismo. Esta constatación motivó al académico Leonado García Pabón a compilar el volumen titulado Narrativa andina (Plural, 2011) que reúne los escritos de Juana Manuela Gorriti relacionados con el mundo andino de esos dos países.

“Hay unos cuantos temas básicos sobre los que giran los textos de Gorriti de esta selección”, advierte García Pabón en el estudio introductorio del libro. “Primero, el mundo inca, la conquista y el oro escondido; segundo, la errancia como marca de su visión de la historia y de su escritura; y tercero, narraciones costumbristas, diríamos, de su estadía, vivencia y viajes por la región andina que incluyen los relatos históricos relacionados con su vida y las personas que ella conoció, donde destaca su relación con Manuel Isidoro Belzu (1808-1865), su esposo y padre de dos de sus hijas”.

Esto último da pie para volver a los años que Gorriti pasó en Bolivia. Sus años juveniles pero ya de mujer casada coincidieron con las dos primeras décadas de vida independiente de Bolivia. Tiempos inestables y de disputas por el poder. El joven y ambicioso Belzu jugaba sus cartas en ese ajedrez. También otro militar, José Ballivián, que sería el vencedor de la batalla de Ingavi. Fueron compañeros de armas primero, irreconciliables enemigos después. En ese encono sin duda la política tenía su lugar pero también el amor. Quienes se han ocupado de la historia de esos dos caudillos no han pasado por alto que en medio de esos torbellinos estaba Juana Manuela.

El hecho es que en 1847 Belzu y Gorriti se separaron. Ella se fue a Arequipa primero y Lima después. Ahí empezó su vida de escritora y también de animadora de la vida artística e intelectual en sus salones por donde pasaron los más renombrados escritores de la época, incluyendo a Carolina Freyre de Jaimes, la madre de Ricardo Jaimes Freyre, y el italiano Edmundo de Amicis, célebre por su novela para niños y jóvenes Corazón.

En una biografía de Belzu, publicada en su libro Panoramas de la vida (1876) dice Gorriti del desenlace de su matrimonio: “Demasiado jóvenes ambos esposos, no supieron comprender sus cualidades ni soportar sus defectos y aquellas dos existencias se separaron para no volver a reunirse sino en la hora suprema al borde del sepulcro”.

Es cierto. En 1865, Gorriti estaba en La Paz cuando, en medio de una revuelta, Belzu murió a manos de Mariano Melgarejo. A ella le tocó, pese a tantos años de separación, velarlo y enterrarlo.

Luego volvió a Lima donde escribió la parte central de su obra. Sus últimos años los pasó en Buenos Aires, donde murió en 1892.

La literatura boliviana del siglo XIX es todavía un territorio a explorar. Leonardo García Pabón, escritor y profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Oregon, Estados Unidos, contribuye a ese cometido con esta compilación cuyo objetivo, él mismo lo anuncia, es posibilitar el conocimiento de una autora sin duda importante y a partir de ello motivar su estudio para darle el lugar que debe tener también en nuestras letras.

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