lunes, 6 de junio de 2016
GIOVANNA RIVERO: “La globalización nos ha hecho bien a nivel literario”
La escritora cruceña, una de las más importantes narradoras de Bolivia, reside en Estados Unidos hace varios años. Aprovechamos su llegada a Santa Cruz de la Sierra, para la presentación de su última novela “98 segundos sin sombra", editada por El Cuervo, para formularle algunas preguntas acerca de la naturaleza de su narrativa, de su criterio acerca del avance de la lectura y las ferias en Bolivia, y de las proyecciones de la novela boliviana en el ámbito internacional. Esto es lo que nos respondió Giovanna Rivero a continuación.
PyL.- Presentas en la FIL, "98 segundos sin sombra", tu última novela. Sabemos que a nivel internacional ha tendido buenas críticas y buenos lectores. Cómo encuentras que ha sido recibida en Bolivia y cómo la echarán a caminar por el país.
G.R.- En Bolivia la novela también ha encontrado un eco importante, a juzgar por las reseñas y algún que otro comentario de excelentes lectores, pese a que el número de ejemplares que circulaban hasta hace poco eran pocos. Ahora que sale con editorial El Cuervo el libro será mucho más accesible. Aparte de la presentación en la FIL Santa Cruz, presentaremos también en La Paz el 9 de junio. Tengo la ilusión de que la novela conecte de manera especial con el lector boliviano.
PyL.- “98 segundos sin sombra” es, en términos generales, el diario de una adolescente, un tiempo difícil de definir y aprehender, este ha sido también, en tu caso, un ejercicio de la memoria para analizar tu pasado o simplemente un recurso literario.
G.R.- La escritura de “98 segundos sin sombra” supuso para mí un profundo compromiso con la memoria, efectivamente, pues intenté sintonizar la voz adolescente sin que la experiencia de la adultez irrumpiera en esa frecuencia. Tenía que estar muy atenta y vigilante a que la voz “sabida” del adulto que mira en retrospectiva los años de aprendizaje y los juzga o los redime no se infiltrara, pues quería que la voz de Genoveva, la protagonista y narradora de esta historia, fuera fiel a su edad, a su desconocimiento formal del mundo y a su propia inocencia. En ese sentido, creo que fue una novela de exorcismo. Digamos que “vomité” la carga terrible de la voz adolescente que permanecía en mis pulsiones de escritura y no sé si pueda volver a escribir un texto desde ese registro.
PyL.- Dinos, cómo encuentras la organización de la FIL de Santa Cruz este año. Hace un par de meses junto a otras escritoras como Li Colanzi, se manifestaron para que se rebajen las entradas. Produjo esto algún efecto concreto. Cómo está evolucionando la FIL en Santa Cruz. Cómo encontraste el ambiente.
G.R.- La Fundación Viva se pronunció de manera concreta y transformadora. Por ejemplo, las entradas para niños cuestan 2.50 y eso es un paso importante y un ejemplo a seguir para que el sector privado apoye a la FIL, invierta en este espacio de celebración cultural, y sepa que se trata justamente de eso: de crear una sinergia entre los valores económicos y esos otros más trascendentes.
El encuentro internacional de poetas que se lleva a cabo en el marco de la FIL, las jornadas de lectura, las conferencias sobre crónica periodística son algunos de los aspectos que ya se han convertido en un “clásico” y eso me parece súper destacable. Hay que seguir apostando por estos procesos de maduración hasta que esta feria sea todo un objeto de deseo a nivel latinoamericano.
PyL.- Este ha sido un buen año para los narradores y narradoras bolivianos. Rodrigo Urquiola acaba de anotarse otro premio en el extranjero. Nos vamos dando la mano con la globalización o todavía somos un país culturalmente periférico.
G.R.- Siempre he dicho que, pese a sus costos sociales, la globalización nos ha hecho mucho bien a nivel literario. Con comunidades literarias bastante ensimismadas, era necesario que una dinámica “porosa”, de múltiples direcciones simbólicas, como lo es la globalización y sus artefactos, nos exigiera deslocalizarnos un poco, desafiar nuestros imaginarios, revisar nuestras mitologías, perderle un poco el respeto a las fronteras que los discursos históricos han construido. Los premios son un buen síntoma de ello, especialmente porque expresan el deseo de intervenir en otros ámbitos, de poner a prueba los códigos literarios, y la confianza en que es posible cruzar lo que quizás erróneamente creíamos eran barreras culturales de lectura.
PyL.- Danos algunos libros de narradores que has encontrado imprescindibles en la Feria del Libro en Santa cruz.
G.R.- Sin un afán nacionalista, en lo personal encuentro necesario leer las propuestas bolivianas que se han presentado en los días feriales. Y lo digo justamente como un ejercicio de globalización, pues son tan distintas entre sí que en su conjunto desmontan cualquier intento de agruparlas, empaquetarlas y sellarlas bajo categorías rápidas, sean de generación, de estética o región. Los libros de Rodrigo Urquiola, de Aldo Medinacelli, Emma Villazón, Maximiliano Barrientos, Adhemar Manjón, Saúl Montaño, Magela Baudoin, Gigia Talarico, Heide Zürcher, por citar a las apuradas un poco de todo el espectro que es posible encontrar en las estanterías, me parecen necesarios para ir armando el paisaje de lo que se escribe desde este lugar de enunciación que es Bolivia. Un libro, por supuesto, responde a su propio peso específico, pero a veces me gusta leerlo en un tejido más amplio, en la co-incidencia de su tiempo histórico de publicación, por ejemplo. Me ha gustado mucho el libro de Barrientos, “Una casa en llamas”, es un volumen de cuentos muy hermoso y que consigue una dimensión emocional entrañable y dolorosa. “Desérticas’, de Emma Villazón, es un conjunto de cuentos en los que Emma exploró lo que con prisa llamaré “momentos poéticos oscuros”. Hay que leerlos.
GIOVANNA RIVERO EN BREVE
Nació en Montero, Santa Cruz, Rivero fue premiada con el Premio Municipal de Santa Cruz de Literatura en 1997 por su colección de cuentos Las bestias. En 2005, recibió el Premio en Cuentos Franz Tamayo por La Dueña de nuestros sueños. En 2004, participó en el Programa de Escritura de Iowa en la Universidad de Iowa y en 2006 fue premiada con la beca Fulbright que le permitió obtener una maestría en literatura latinoamericana de la Universidad de Florida. Ella pasó a recibir un doctorado en la misma universidad en 2014. En 2011, fue uno de los 25 nuevos talentos latinoamericanos elegidos por la Feria del Libro de Guadalajara de México.
Comentando sobre su última novela, 98 segundos sin sombra, Fernando Iwasaki de El Mercurio comentó: "Giovanna Rivero escribe buena prosa, es capaz de crear personajes poderosos. Con [esta obra] se ha añadido a su nombre en el libro de la literatura latinoamericana." La novela ha sido publicada por la editorial española Caballo de Troya, contribuyendo al creciente éxito internacional de Rivero.
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