Gioconda Belli es una mujer espontánea, sencilla, luchadora, llena de vida y que goza mucho de sus cinco nietos. De profesión periodista, diarista, escritora y poeta, fue la invitada de honor de la XVII Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, estuvo en la ciudad durante cinco días y hoy partió para su tierra que fue su inspiración: Nicaragua. En la entrevista que concedió a El Día habló sobre la mujer en su literatura, su época de revolución, la decepción política y dejó un mensaje a la mujer boliviana para que aprenda a creer en ella misma.
P. ¿Qué influyó para que su obra aborde lo femenino?
G.B.: El ser mujer y haber vivido todo lo que vivimos las mujeres. Quería contar cómo es ser mujer desde una perspectiva positiva y celebratoria.
P. ¿Qué la hizo revolucionaria?
G.B.: La situación de mi país. Yo crecí bajo la dictadura somocista, que era una dictadura muy cruel y sanguinaria y mi generación llegó a un momento en que se dio cuenta que no podía cambiar la dictadura que no fuera con la lucha armada y desafortunadamente tuvimos que tomar esa decisión de armarnos y poder hacer una lucha contra la dictadura y eso fue lo que me decidió.
Fue un proceso de muchos miedos y el pueblo entero se unió a la causa nuestra, porque realmente toda la gente vivía en una situación de represión y queríamos terminar con esa dictadura y lo logramos que fue lo mejor.
P. Tuvo su paso por la revolución sandinista. ¿Cómo fue ese periodo histórico?
G.B.: Fue un periodo de grandes energías, se lograron cambios importantes en Nicaragua.
Fue gozoso y doloroso a la vez, porque por un lado logramos sentir que podíamos cambiar las cosas a pesar que éramos muy jóvenes todos. Pero por otro lado nos tocó otra guerra muy cerca de la victoria, porque Estados Unidos nos empezó a montar la “Guerra de la Contra-revolución”.
Otra de las cosas fue ver la llegada de la gente al poder, los cambios importantes que se dan en la mentalidad y entonces se empezó a perder la mística, generosidad, el heroísmo y se comenzó a tener una mentalidad más autoritaria que también tuvo que ver con la guerra y eso fue muy doloroso, en esa medida en que uno se da cuenta que cuando llega a la realidad, la realidad es muy difícil y en los países nuestros donde existe mucha pobreza e ignorancia es muy difícil cambiar las cosas de un día para otro.
P. ¿Fue doloroso dejar su país?
G.B.: Sí, yo tuve que irme al exilio y recuerdo que tenía como 25 años cuando me fui a vivir a México, después a Costa Rica, también fui representante diplomática del frente sandinista en el exterior, regresé a Nicaragua cuando triunfó la revolución y años después cuando perdimos las elecciones en 1990 me había enamorado de un periodista norteamericano y me fui a Estados Unidos por muchos años, pero iba a Nicaragua constantemente. Siempre digo que mi país es tan pequeño que es como un país portátil y que nunca lo dejé de tener en mi corazón y conmigo, además que fue mi inspiración y mi gran amor.
P. ¿Qué la decepcionó en la política?
G.B.: Me ha decepcionado la vuelta que ha dado Nicaragua, el regreso al poder de Daniel Ortega esta vez con un sandinismo que no se parece al sandinismo en el que yo milité, ahora es un sandinismo muy autoritario, centralista y vertical.
Pienso que el precio por la justicia social no puede ser la pérdida de la libertad y que la democracia es un valor muy importante que no se debe perder jamás, una de las lecciones que debimos haber aprendido la izquierda del fracaso de las revoluciones socialistas del este de la Unión Soviética es precisamente que no se pueden hacer procesos de cambio constantemente sin democracia y que aunque la democracia es más tardada es un proceso de educación de toda la gente, vale la pena mantener la separación de poderes, la humildad, los gobernantes deben saber que ellos son temporales y que tienen que tener un relevo que permita que otras personas accedan al poder.
P. ¿Sucede en muchos países?
G.B.: Sí, sucede en casi todos los países donde se ha tenido esa izquierda populista que ha hecho cosas buenas, programas sociales importantes, ha logrado distribuir la riqueza mejor, pero desafortunadamente ha caído en ese esquema de dominación y caudillismo.
P. ¿Cuánto del ingrediente político hay en su literatura?
G.B.: Hay libros que son muy políticos como por ejemplo “La mujer habitada”, que es un libro que habla sobre el proceso revolucionario en un país que inventé y es una obra sobre un cambio que sufre la protagonista a partir de involucrarse en una lucha revolucionaria, pero lo que tengo yo, como el elemento que se repite en mis obras literarias, es el protagonismo de las mujeres y la visión de la mujer de los procesos sociales y también de su cuerpo y su propia relación con la vida a partir de un cuerpo que es capaz de dar vida y también ha sido reprimido y ahora tengo una novela nueva que es el ciclo femenino que he hablado en casi todas mis novelas y ahora llegamos a la madurez que yo quería contarla a partir de mi propia experiencia.
P. ¿Cómo ha ido cambiando su literatura con el paso de los años?
G.B.: Considero que ha ido mejorando en el sentido que ya tengo un oficio, tengo más experiencia en usar los argumentos, las palabras, las tramas, pero mi literatura no es de una sola cosa, me encanta poder escribir de todos los temas.
P. ¿En qué está trabajando actualmente en su producción literaria?
G.B.: Estoy escribiendo una novela sobre un ancestro mío y vamos a ver cómo me queda.
P. ¿Qué mensaje les deja a las mujeres bolivianas?
G.B.: La mujer tiene que creer en ella misma, tiene que leer, formarse y darse cuenta que tiene un poder extraordinario, que somos las que damos la vida en la especie y que nos deberían tener en un trono y deberíamos tener todos los derechos que nos merecemos.
'Las mujeres tenemos un poder extraordinario porque damos vida. Deberían tenernos en un trono y darnos los derechos que nos merecemos'.
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