miércoles, 14 de septiembre de 2011

Un cuento escrito con la mente y el cuerpo gana el Tamayo

Según Manuel Vargas, miembro del jurado calificador, “el cuento está hecho con todo el cuerpo, en cambio otros cuentos (presentados al concurso) estaban hechos sólo con la mente. Había juegos mentales, bien racionalistas, que tienen su reminiscencia de Borges, pero Esperando a los bárbaros es sencillo y directo, y está escrito con todo, con la mente, el corazón, los huevos y la vagina”.

La ganadora, Laura Virginia Ruiz, indica que su cuento es como una cita, un juego con el poema homónimo de Konstantinos Kavafis. “Trata de alguien que está esperando a sus bárbaros, entonces, habla de cómo se prepara, y se va conociendo al personaje a través de eso, y también hay la descripción de esos bárbaros”, comenta la escritora. “A ratos es sensual, a ratos es histérico, inocente en el buen sentido y también el malo. Es un cuento de situación, no de acción”, añade.

Escribió el cuento hace cinco años y dejó que el texto descansara algo que acostumbra hacer cuando escribe. “Pensé que no lo iba a sacar, pero hace unos tres años lo hice, entonces lo reorganicé, lo pulí y lo volví a guardar. Y cuando me enteré del concurso, pensé que eso me haría terminarlo (el cuento)”, relata la autora.

Si bien no ha escrito mucho, algunos relatos suyos ya han sido publicados en prensa, revistas y antologías, además que en 1990 también ganó un concurso literario.

Empezó a pulir en el cuento y lo entregó el último día, luego que los organizadores determinaran extender una semana más la recepción de relatos. “Quería ganar el concurso, cuando una participa en una competencia lo hace por que quiere ganar, pero luego me entraron dudas acerca de las posibilidades”, manifiesta Ruiz.

Respecto al valor que le asigna al premio, la ganadora confiesa que “este premio ha venido en un buen momento, necesitaba una palmadita en la espalda”. No recuerda cuántos cuentos ha escrito, tampoco sabe si va a seguir escribiendo, pero está segura de que si lo hace, trabajará mucho en ellos, como en Esperando a los bárbaros, que no es “una inspiración que me ha salido en dos días, sino producto de mucho trabajo”.

El jurado, conformado por Enrique Rocha Monroy, Daniela Escobar, Manuel Vargas, Julio Ríos Calderón y Mauricio Murillo, otorgó una mención especial a Estudio de probabilidades, de Lourdes Belsy Reynaga, por la originalidad de su propuesta.

Fragmento del cuento premiado

El agua fría del grifo la hizo estremecerse. Cerró la llave, dejó la taza con cuidado sobre la rejilla, sacudió el mantel y limpió la mesa, echó toda el agua que había quedado en la caldera. Subió apurada a lavarse los dientes. Dobló las toallas. Entró a su cuarto, volvió a jalar el cubrecama nuevo. Le gustaba, pero las arrugas la distraían. Antes de salir apagó las luces y dudó en dejar encendida la radio. Bajó, cerró la puerta con cuidado, despacio para no espantar a los gatos.

Subió el cuello de su chaqueta, apretó las solapas con una mano y trató de reconstruir el entusiasmo con el que había esperado el fin de semana. Afuera, los árboles volvían a perder sus hojas. Caminó hasta la esquina. Buscó la lista de lo que le faltaba hacer. No la encontró, la había olvidado.

Era sólo una cena, pero tenía que apurarse si quería que todo estuviera listo a tiempo. Bajó las gradas hacia la plaza. Pensó que el desgaste de las piedras era un peligro.

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