lunes, 19 de septiembre de 2011

Crítica y literatura desde la academia

La Carrera de Literatura de la UMSA acaba de lanzar la tercera versión de su Maestría en Literatura. Acá, un repaso del tema.

Un fantasma recorre la delgada línea que divide la crítica académica de la práctica literaria. Un fantasma que en su transcurso a veces ensancha esa línea y la vuelve una brecha, un abismo en algunos casos, y que transforma ambas disciplinas en labores antagónicas. Hay voces que indican que un lector de literatura, para serlo, no haría mal en alejarse de instituciones, como las universidades, que encasillan a la ficción y cuya labor por excelencia es producir herramientas, métodos y formas determinadas de acercarse al fenómeno literario. Hay otras que afirman que el desarrollo de la razón crítica, de canales de lectura puramente analíticos, está peleado por definición con aquella pulsión básica de la creación y la lectura de ficción, que es siempre inclasificable, indefinible, incapaz de ser asida del todo por las formas de la academia. En algún momento, para alguien a quien le interese el tema, las preguntas aparecen de forma inevitable: ¿es necesario estudiar literatura formalmente para poder entenderla e incluso producirla? ¿Es necesario el conocimiento académico para acercarse a la ficción, para poder disfrutarla mejor? E incluso más allá: ¿es, a fin de cuentas, útil un estudio sistemático de las tradiciones literarias del mundo en un contexto como el nuestro?
Hagamos algunas puntualizaciones. El público promedio que considera la posibilidad de estudiar literatura en la universidad es, ante todo, un público al que le gusta leer. Ese nivel de lectura se entiende, al principio, como un goce estético básico, como una actitud de disfrute del objeto literario. Uno puede perfectamente permanecer en ese nivel y no perder lo que hace rico, disfrutable y desafiante al texto literario. Pero existe otra posibilidad: uno puede profesionalizar su comprensión lectora, puede adquirir habilidades especializadas de lectura y comprensión literaria que llevarían a aquello que nació como mero disfrute a un segundo nivel. Ahora bien, en algunos casos se dice que ese segundo nivel, de alguna u otra forma, anularía aquello que es el centro del primero: precisamente el goce estético. Y entonces surgen la duda y el cuestionamiento: ¿es recomendable pasar del primer al segundo nivel de lectura mediante el estudio formal de la literatura?
En todo el país existe sólo una Carrera de Literatura, una única instancia en las que éstas y otras preguntas intentan esclarecerse formal y sostenidamente. Es claro que, a pesar de haber experimentado cierto crecimiento durante estos últimos años, esta carrera es aún pequeña, tiene un reducido número de estudiantes y aún uno menor de egresados. Comparada con otras grandes bestias de la Universidad Mayor de San Andrés, la Carrera de Literatura es un animal modesto, un arma de mediano calibre. En ese sentido, teniendo en cuenta el relativamente poco impacto que tiene a nivel social, resulta quizás sorprendente saber que la Carrera de Literatura no sólo ofrece al público un programa de licenciatura, sino que también, hace ya algunas gestiones, ha establecido la primera y única Maestría en Literatura Latinoamericana del país, que el próximo año comenzará su tercera versión, esta vez como Maestría en Literatura Boliviana y Latinoamericana. Para poder tener una visión más profunda del asunto, entonces, Fondo Negro (FN) entrevistó a Juan Carlos Orihuela (JCO), director de la carrera, Mónica Velásquez (MV), directora Académica de la maestría, y Ana Rebeca Prada (ARP), coordinadora General de la misma.
—FN: ¿Cómo se coordina la Carrera de Literatura a nivel licenciatura y maestría? ¿Es la última la continuación lógica de la primera?
—JCO: No cabe la menor duda de que hoy en día las universidades en el resto del mundo han dejado de privilegiar la profesionalización y han puesto el énfasis en el tema de la investigación y el postgrado. Los estudios de postgrado son, en esencia, espacios naturales de investigación y de reflexión crítica, y en un país como el nuestro, en el que muy poco ha sido investigado, se justifica plenamente el hecho de cambiar los objetivos convencionales de la enseñanza universitaria y concentrar la mirada en otros. No debemos olvidar que la nuestra es la única Carrera de Literatura en el país. Ese hecho nos compromete doblemente a ofrecer una carrera con un pregrado proyectado directamente hacia el postgrado, es decir, con un pregrado que vaya formando estudiantes que empiecen a investigar desde el nivel de la licenciatura, de modo tal que una vez concluido su pregrado se encuentren preparados para iniciar sus estudios de postgrado.
—FN: ¿Por qué organizar una maestría en literatura boliviana y latinoamericana? ¿Por qué no concentrarse estrictamente en lo nacional o, si no, abrirse también a otras literaturas del mundo?
—JCO: El año próximo vamos a dar inicio a la tercera versión consecutiva de la maestría, pero una tercera versión reformulada en varios sentidos con base en la experiencia adquirida en las dos primeras. Si en esas dos primeras versiones el énfasis estaba puesto en literatura latinoamericana, en esta tercera versión lo está también en literatura boliviana. Tal es así que el nombre mismo de la maestría es, ahora, Maestría en Literatura Latinoamericana y Boliviana. En lo que respecta a una apertura hacia otras literaturas del mundo, hay que decir que la maestría que ofrecemos ha estado desde sus inicios orientada también hacia el modo en que las literaturas latinoamericana y boliviana se insertan en la literatura mundial. Lo digo porque yo he sido el encargado de dictar esa asignatura en las dos primeras versiones de la maestría. Obviamente, en esta tercera versión ese aspecto se verá reforzado.
—FN: ¿En qué consiste la maestría? ¿Dónde nace la necesidad de haberla establecido?
—MV: La maestría es una prolongación de lo que se hace en la carrera a nivel posgrado. En ese sentido, es un programa que desarrolla y profundiza las líneas centrales en nuestra formación (lectura crítica y escritura), concentrándose en la reflexión teórica y la producción de conocimientos alrededor de la literatura latinoamericana. Nace de la necesidad, en nuestro medio, de abrir un espacio de postgrado en humanidades, en literatura en específico, pues hasta hace poco no quedaba otra opción que irse del país a estudiar fuera, y eso no está al alcance de muchos de nuestros profesionales.
—FN: ¿Cuáles son los principales objetivos de la maestría? ¿Con qué competencias, ya no básicas sino especializadas, sale un estudiante?
—MV: El principal es formar investigadores en las áreas relacionadas con el lenguaje y la literatura. Luego se trabaja la posibilidad de inscribir esa investigación en campos más concretos como el ejercicio de la crítica académica y periodística de los discursos culturales; la escritura dedicada al análisis de discursos, o las estrategias y maneras en que se puede enseñar estas materias. Las habilidades, por tanto, de un maestro en literatura latinoamericana son amplias, aunque se concentran en un alto grado de capacidad crítica-lectora, que puede aplicarse a diversos campos profesionales, y una habilidad de escribir textos sobre cultura, de diferente rango desde lo ficcional hasta lo periodístico.
—FN: ¿Está la maestría abierta a no graduados de Literatura a nivel licenciatura? ¿Quiénes constituyen su planta docente?
—ARP: Lo que ha hecho en algunos casos especiales la maestría es aceptar egresados de la Carrera de Literatura que tienen muy avanzada la tesis, dándoseles un semestre —en el que ya estarían cursando la maestría— para defenderla. Así, mucha gente que está a punto de terminar la carrera o que ha dejado de lado por múltiples razones la tesis casi terminada la concluye y no pierde la oportunidad de entrar en el programa. Se ha dado alguna vez esta excepción en estudiantes de otras carreras —pienso en Filosofía, por ejemplo— por el alto perfil del estudiante y el trabajo casi concluido de tesis. Pero éstas son excepciones que deben pasar por seria consideración de la administración del postgrado, claro.
La planta docente está centralmente constituida por docentes de la Carrera de Literatura: un poco en orden alfabético, la lista de docentes en esta versión son: doctor Andrés Eichmann, magíster Gilmar Gonzales, doctor Guillermo Mariaca, doctora Alba María Paz Soldán, doctora Ana Rebeca Prada, doctor Keith Richards, doctora Rosario Rodríguez, doctor Mauricio Souza, doctora Mónica Velásquez y doctor Marcelo Villena. Además, en todas las versiones de la maestría invitamos a profesores que no son de la carrera, según su especialidad y la importancia de su trabajo. Hemos tenido, entre los residentes en Bolivia, a Luis Tapia, Silvia Rivera, Luis H. Antezana, Verónica Córdova, y entre bolivianos que residen en el extranjero y profesores extranjeros, a Elizabeth Monasterios, Nuria Vilanova, Eugenia Brito y Mauricio Navia. Para la versión que empieza en febrero de 2012, estamos pensando en invitar a profesores de la Universidad de Buenos Aires, con la que se ha consolidado un convenio institucional y académico muy importante.
—FN: ¿Cuál ha sido la experiencia de la maestría en sus dos versiones anteriores?
—ARP: Creo que ha sido una experiencia extraordinaria, aunque difícil. Se trató en la primera versión (2007-2008) de la fundación de los estudios postgraduales en literatura en el país, lo que significaba una gran responsabilidad y una apuesta institucional complicada. Pero hubo una respuesta importante del público y un trabajo de equipo en la carrera que dio resultados óptimos. Si no existiera un apoyo decidido de la Dirección, del Consejo de Carrera, de los docentes, etcétera, este tipo de emprendimiento sería imposible. Por suerte, en la carrera tuvimos todo esto y en grandes cantidades. El entusiasmo en torno a las maestrías ha sido sostenido, pues todos nos damos cuenta de lo que significan: entre otras cosas, no perder tantos profesionales a otras maestrías y al extranjero; formar los cuadros que son el futuro de la propia carrera, y atraer a diversos profesionales de ramas académicas afines a los saberes de la literatura que buena falta nos están haciendo en estos tiempos.
Los grupos que se forman en la maestría no son multitudinarios, ya se imaginarán. Pero son grupos en que se mezclan profesionales de ciencias humanas y ciencias sociales con licenciados en Literatura, generándose un muy rico diálogo entre disciplinas. Se consolidó la experiencia con la segunda versión (2009-2010), en la que ya la administración fue más fluida y experimentada. En gran medida, la alta calidad del equipo docente y de los importantes invitados internacionales fueron responsables por el éxito de las dos primeras versiones. Este año hemos entrado en la fase de defensa de varias tesis de maestría y los resultados han sido de primera. Ésta es, claro, la señal más sólida de la calidad del programa.

2007 Durante ese año y hasta 2008 tuvo lugar la primera versión de la Maestría en Literatura Latinoamericana.

3 La que se iniciará a principios de 2012 será la tercera versión de la maestría que ofrece Literatura.

10 son los docentes de base que dictan los cursos de la maestría, a los que se suman profesores invitados.

“El objetivo principal de la maestría es formar investigadores en las áreas relacionadas con el lenguaje y la literatura. Luego se trabaja la posibilidad de inscribir esa investigación en campos más concretos como el ejercicio de la crítica académica y periodística de los discursos culturales, y las estrategias y maneras en que se puede enseñar estas materias”.

“La maestría es una prolongación de lo que se hace a nivel postgrado. Es un programa que desarrolla y profundiza las líneas centrales en nuestra formación, concentrándose en la reflexión teórica y la producción de conocimientos alrededor de la literatura latinoamericana”.
Mónica Velásquez

“El público que considera la posibilidad de estudiar literatura es, ante todo, un público al que le gusta leer. Ese nivel de lectura se entiende como un goce estético básico, como una actitud de disfrute del objeto literario. Uno puede permanecer en ese nivel y no perder lo que hace rico, disfrutable y desafiante al texto, o puede elegir la profesionalización”.

Existe la posibilidad de profesionalizar la comprensión lectora, se puede adquirir habilidades especializadas de lectura y comprensión literaria que llevarían a aquello que nació como mero disfrute a un segundo nivel. Para esto, existen instancias, como la Carrera de Literatura, que ofrecen cursos de especialización en varios niveles.

“Hoy en día, las universidades del mundo han dejado de privilegiar la profesionalización y han puesto el énfasis en el tema de la investigación y el postgrado”.
Juan Carlos Orihuela

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