Nació en Sucre en 1820.
Falleció en 1888
Sin desearlo, la chuquisaqueña María Josefa Mujía dejó huella en la literatura nacional y se consolidó como la primera poetisa boliviana. Sin embargo, no estaba interesada en la fama, quedó ciega a los 14 años y lo único que quería expresar a través de sus versos era: el dolor.
Expresaba en cada palabra ese dolor que le causó la muerte de su padre, el coronel español Miguel Mujía. En sus versos también plasmó los inconsolables dolores que le provocaron los múltiples tratamientos y cirugías para recuperar la vista. Nunca lo logró. Pero de alguna manera esa desgracia le permitió descubrir su pasión por la poesía.
Compuso sus poemas a mediados del siglo XIX, en un país en el que muy pocas personas sabían leer y escribir. María Josefa dictaba sus poemas a su hermano Augusto, quien le prometió que no mostraría a nadie sus versos. Pero de manera involuntaria, Augusto mostró el poema La ciega a uno de sus amigos. Luego, los versos de Mujía fueron publicados el periódico chuquisaqueño Eco de la Opinión. Tenía 39 años cuando su obra salió a la luz. Al principio se resistió a publicar su trabajo y sin quererlo se convirtió en la "Alondra del dolor”. Personalidades como Gabriel René Moreno y el español Marcelino Menéndez y Pelayo elogiaron su obra. Murió en 1988. Sus restos desaparecieron del Cementerio de Sucre y hoy se desconoce su paradero. Tal se fue como quería: "Sólo espero que la muerte/ De mí tendrá compasión/ (…) Sólo me queda una dicha/ Y es la dicha de morir” (Fragmento de su poema La ciega)
Anahí Cazas, periodista.
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