Es increíble que después de algunos años tenga la oportunidad de recordar algo que de todas maneras no había olvidado. Que permanece como todos los recuerdos importantes, como una tenue luz que titila.
Fue cuando acabé de leer una de las obras más emblemáticas de la literatura paceña y nacional. La primera vez que dije: "Me encanta entregar un libro que tocó mi alma a alguien que hizo lo mismo”. Era uno "pirata” con una portada que producía cierto escalofrío y un grosor que prometía buenos días de entretenimiento. Tenía las letras menudas y azules impresas sobre el papel.
En color amarillo tenía escrito Felipe Delgado. Salió por primera vez a la venta en 1979, siete años antes de quien la escribió, Jaime Saenz (1921-1986), periodista, escritor y poeta con una fama de brujo que descansaba de día y vivía, escribía, leía y bebía de noche.
Las letras azules relatan la historia de un hombre que al lector -tal vez sólo en mi caso- le parece conocer desde su nacimiento, es testigo del fragmento más importante de su vida hasta el día en que misteriosamente se marcha, en cuerpo y alma.
Pues el fragmento más importante empieza tras la muerte de su padre, la búsqueda de un sacerdote que le dé la extremaunción, la repentina aparición de un "engendro” que orina y caga en su delante, que día a día se le asemeja más. La llegada de un amigo de la familia, Nicolás Estefanic, con sus problemas financieros, y del místico Juan de la Cruz Oblitas, con su numerología.
El personaje de Felipe Delgado es engendrado al interior de una oscura bodega: "El Purgatorio”, donde conoce asiduos bebedores como él. Allí se le revela la grandeza de los aparapitas, seres que son capaces de sacarse el cuerpo, que comen dando la espalda, que beben a morir y tienen los remiendos de sus sacos fabricados por ellos mismos hechos una sola cosa por el paso del tiempo.
El toque singular de Saenz está presente cuando conocemos a Titina Castellanos, la novia de Delgado que al poco rato de reiniciar una relación se marcha, no sin antes advertir de un embarazo luego desmentido y mandarle saludos de su muñeca que habla, le acompaña, se levanta y limpia la casa.
Ambientada en la época de la Guerra del Chaco, los personajes pocas veces se desprenden del imán de la bebida donde sostienen largas conversaciones sobre la situación política, la belleza del Illimani, la grandeza de Tamayo y demás cuestiones filosóficas.
Escribir esto es también recordar que en algún rincón del callejón Pucarani trabajó y se embriagó alguna vez un tal Corsino Ordoñez con Román Peña y Lillo, el Delicado, Amézaga y Felipe Delgado. Creer que siguen allí, que sobrevivieron a la destrucción de El Purgatorio con la instalación de la carpintería de don Noé.
Es volver a ser testigo de los paseos de Felipe con Ramona Escalera, a quien perseguía en sus visitas a un circo alemán recién llegado a La Hoyada. De la muerte (siempre presente) que quita del camino al marido de Escalera. Disfrutar del "olor a quemado” desprendido por las fogatas cerca del Cementerio General la noche de San Juan, de las velas que arden en El Purgatorio, de otra fogata un año después, ya sin Ramona en un terreno de Uyupampa, cuando el disfrute se convierte más en nostalgia por la mujer que fue consumida por un cáncer.
También muere el bodeguero Ordoñez, cuyo cuerpo visita Delgado en la morgue. Estefanic, quien fallece en Uyupampa. Un empleado con mala suerte que cae a un pozo cuando busca a Felipe Delgado, quien desaparece definitivamente a lo poco de volver a la bebida y trabajar intensamente en sus memorias que luego destruye en la fogata que le hace recuerdo a Ramona.
Fue hace algunos años que leí esta historia y la entregué. Ahora al recordar y escribir sobre ello me queda una sensación: el deseo de volver a leer ese libro de tapa extraña y grosor que prometía buenos días de compañía.
HOJA DE VIDA
Vida Nació en 1921, en La Paz. Murió en 1986. Fue poeta, novelista, cuentista, relojero, dibujante y literato autodidacta.
Obra Publicó la novela Los papeles de Narciso Lima Achá (1992) y varios poemarios
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