domingo, 30 de septiembre de 2012

La poesía ayuda a vivir

Esta semana se recordó el natalicio de la escritora Blanca Wiethüchter. Acá una lectura de su obra.

En la última década, distintos críticos y escritores han venido destacando y afirmando, con mucha razón, que la obra de Blanca Wiethüchter es una de las más interesantes, complejas e importantes de las letras bolivianas de los últimos años. Una clara muestra son los artículos, libros, tesis y homenajes que se han realizado en torno a la figura de la autora y frente a su escritura. Con más de 20 libros publicados —entre poemarios, novela, biografía, crítica, etcétera—, esta escritora se erige como uno de los puntos más altos de nuestra literatura.

MORADA. En la poesía de Wiethüchter es importante la construcción de un lugar, ya sea imagen, retrato, espacio habitable o escritura. Esto nos permite entender su búsqueda de consagración de la escritura como un espacio habitable, como una morada, a la cual se nos hace posible ingresar al cruzar “la blanca puerta del inicio” que es la palabra poética. En este sentido, tomando como referencia lo que la autora explica en El rigor de la llama. Una entrevista con Blanca Wiethüchter (video realizado por Leonardo García Pabón), una de las pulsiones de su actividad se dirige hacia la posibilidad de gobernar un lenguaje. Wiethüchter intenta influir el mundo y el lugar de donde escribe, nos habla del pulso del universo y cuál es el rol de la poesía en todo esto. Así, nos enfrentamos a un terreno que se construye desde la enunciación para instaurar espacios geográficos (ciudad) y geométricos (casa) para construir una morada donde permanecer; lugar donde se cruzan la poesía y la vida, la literatura y el mundo.

TEJIDOS Y CUERPOS. Otras dos imágenes nos permiten acercarnos a los textos que constituyen la obra de la escritora paceña: el tejido y el cuerpo del otro. Trenzar, hilar y tejer son figuras que permiten retomar los fragmentos en que estalla la realidad y cómo, desde la escritura, se acercan para producir poesía. La escritura de Wiethüchter se establece como un espacio donde se enfrentan fragmentos que no terminan de construir un todo. Es en el tejido de los elementos donde podemos volver al lugar geográfico y geométrico poético. Pensemos, por ejemplo, en el choque y a la vez diálogo entre el lenguaje oral y el escrito. Así, el trenzar y el hilar remitirán de nuevo a la relación material con la lengua que realiza Wiethüchter. Por otro lado, se puede entender el reconocimiento de un lugar también en el otro; sobre todo en el ser amado, pero también en todos los otros cuerpos que no son los que habita la voz poética. En el video realizado por García Pabón, la escritora explica que se necesita ser plural para ser uno. Así, el lugar que se configura con la ciudad y la casa, y que se complejiza y completa con los entretejidos y los hilados, no podría estar constituido si no se apelara a ese otro.

VIOLENCIA. La vida de la autora, lo que experimenta y mira, se plasma desde la palabra escrita para completar el lugar que construye esta escritura. En el tejido de la escritura de Wiethüchter también observamos la recuperación de fragmentos de la memoria. El pasado en pedazos que se reconstruye poéticamente para ser nombrado y habitado. De esta manera, la presencia de la violencia cotidiana es bastante clara en esta obra. “La violencia me liquida / tengo miedo…” (Himno a J. J. Rousseau). Una violencia que se genera en una sociedad convulsa y en un momento histórico complicado. Entonces, frente a estos enfrentamientos en las calles, a estos regímenes autoritarios, entre asesinatos y desapariciones, Wiethüchter intenta encontrar el nudo que reúna a los que sufren. “¿Será ésta la herida que nos nombra pueblo?” (Noviembre 79). En un texto en prosa titulado Fragmentos de una trama, la escritora explica: “En este país la historia, lo quiera uno o no, se desliza por la ventana y es imposible vivir en la ignorancia de lo que sucede en las calles, en las plazas, en las esquinas, puertas afuera”. Frente a esa historia violenta que se mete por la ventana hay una salida: la poesía. Sólo se podrá vivir frente a la violencia y la injusticia escribiendo, parece ser que nos dice Wiethüchter.

TRANQUILIDAD. En el video que hemos citado la autora explica que la literatura ayuda a vivir. El poema es el lugar que acoge. No es el lugar de la extrañeza, como pueden ser las convulsiones cotidianas. La poesía abre los caminos para asumir la historia desde el cuerpo. Sin resolver la violencia, pero construyendo la opción de la escritura. La poesía lava el espanto, no lo borra ni lo vela, sino que lo hace real. Como real es la palabra, y los efectos que ejerce en la poeta, el lector y el mundo. Al abrazar el cuerpo del poema (como quería Pizarnik) abrazamos el mundo. En Fragmentos de una trama, Wiethüchter escribe sobre esa tranquilidad vital que puede brindar la poesía y que puede contagiar: “Cegada por la súbita luz no vi de inmediato cómo pájaros y árboles, y cartas y palabras poblaron el castillo y lo que hubo de ojos mirándome se transformó en oídos escuchándome. Y el mundo se tornó amistoso”.

1947 es el año en que nació Blanca Wiethüchter, autora de poesía, crítica, novela y ensayo.

La poesía abre caminos para asumir la historia desde el cuerpo. Sin resolver la violencia, pero construyendo la opción de la escritura. La poesía lava el espanto, no lo borra ni lo vela, sino que lo hace real. Como real es la palabra, y los efectos que ejerce en la poeta, el lector y el mundo. Al abrazar el cuerpo del poema (como quería Pizarnik) abrazamos el mundo. La poesía brinda tranquilidad vital.

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