lunes, 17 de septiembre de 2012

Arthur Conan Doyle en el Ártico



Una tarde de principios de 1880, Arthur Conan Doyle, por entonces un estudiante de Medicina de 20 años, decidió embarcarse en un ballenero rumbo al Ártico. Buscaban un médico, y él, aventuras. A su madre, que pasaba verdaderas estrecheces para pagar sus estudios en la Universidad de Edimburgo, no le hizo ninguna gracia: su hijo se disponía a dejar las clases para ejercer la profesión que ella había elegido para él… ¡en un barco! ¡Y por poco más de dos libras al mes!

Pero a Conan Doyle el viaje a bordo del Hope le brindaría, escribió en su diario, “la primera verdadera aventura” de su vida. Partió con varias novelas, libros de poesía y filosofía, y cuadernos en blanco. Dos de ellos, inéditos hasta ahora, contienen la crónica de las aventuras de este joven médico con ambiciones literarias —el creador de Sherlock Holmes ya había publicado un relato de misterio.

La British Library publicará Dangerous Work: Diary of an Arctic Adventure, el diario que Conan Doyle abrió el 28 de febrero de 1880 y cerró seis meses más tarde, el 11 de agosto. Según el recuento de los editores del volumen, Jon Lellenberg y Daniel Stashower, quienes lo hojeen se encontrarán con más de 25 mil palabras y 70 dibujos, algunos coloreados a mano, en los que Conan Doyle plasmó su torpeza para caminar por el hielo, el miedo que pasó al caerse al mar helado o la tristeza por la muerte de Andrew, el miembro más anciano de la tripulación.

El Hope volvió a casa con un botín “escaso”: dos ballenas, 3.600 focas y una gran variedad de osos polares, narvales y aves. Para sus compañeros de viaje no fue una travesía excepcional, pero Conan Doyle nunca la olvidaría. Para él, recordarla en su vejez, fue “un capítulo extraño y fascinante” de su vida.

Algunas páginas de ese diario: Miércoles, 17 de marzo. “Sobre las cinco oí al segundo de a bordo decirle al capitán que ya se veía el hielo. Él se levantó, pero a mí me dio demasiada pereza. Un noruego pasó a eso de las ocho. Cuando nos levantamos a las nueve el intenso aire fresco me comunicó que hacía un frío glacial”. Viernes, 19 de marzo. “Ojalá se despejase la bruma. Llovizna un poco. Cane y Stewart estuvieron boxeando por la tarde. Hablé de literatura con el capitán, piensa que Dickens es poca cosa al lado de Thackery [sic]”. Viernes, 16 de abril. “Jack Buchan disparó a un halcón por la tarde, que el capitán, con su ojo de lince, había visto a lo lejos en un montecillo […] Medía más o menos 46 centímetros y lucía un plumaje hermoso y moteado”. Viernes, 7 de mayo. “El Diana nos vio parados toda la noche de ayer y pensó que habíamos visto algo espléndido, así que vinieron a una velocidad temeraria a propulsión a vela y vapor para compartir el botín”.


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