domingo, 24 de octubre de 2010

Sobre la memoria oral de García Márquez

Es conocido el hecho de que al escritor colombiano Gabriel García Márquez le disgusta hablar en público, menos aún le agrada dar discursos, por lo que las veces que lo ha hecho fue obligado por las circunstancias o por una deferencia con alguien.

Sólo algunos de sus discursos son conocidos, pero ahora el público podrá disfrutar de una antología de 22 intervenciones titulada “Yo no vengo a decir un discurso”, a cargo de editorial Mondadori. El título es la frase con la que el Nobel comenzó un discurso pronunciado a los 17 años.
La versión digital del diario español El País, publicó un fragmento titulado “América Latina existe” junto a la estructura y temas de dicha antología.

El fragmento, transcrito en el recuadro, es uno de los textos más comprometidos y clarificadores de la visión de García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927) sobre su continente. Lo pronunció en la isla de Contadora (Panamá), en 1995, cuando algunos países latinoamericanos crearon un grupo que buscaba analizar y proponer soluciones a la situación compleja del continente.

Sus palabras resumen la preocupación por su continente, al que siempre miró desde dentro y desde fuera. Ha pensado el origen y las circunstancias de su tierra y del destino que corrió. Quince años después la situación no ha cambiado mucho. Y ese pasado y esa realidad los contó García Márquez a través de su imaginación convirtiendo esas historias locales en arte literario universal. Este texto, “América Latina existe”, es una especie de continuación del discurso pronunciado en Estocolmo, en 1982, cuando recibió el Nóbel de Literatura: “La soledad de América Latina”, también incluido en este volumen.

“Yo no vengo a decir un discurso” reúne intervenciones públicas y conferencias de García Márquez donde ha abordado todos los temas: literarios, políticos, sociales, artísticos o ecológicos. La primera de ellas pronunciada en 1944, con 17 años, en la despedida a la clase un año superior a la suya, en la "nevera" del Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá. En ella, el autor de cuentos como “El ahogado más hermoso del mundo” hace una breve aproximación sobre lo que es la amistad; pero, sobre todo, invita a compartir entre todos el "doloroso instante de la despedida". Con unas cuantas pinceladas describe a los compañeros de quienes dice que "todos van en busca de la luz impulsados por un mismo ideal"

Así, García Márquez fue escuchado antes que leído. Tras esta intervención de 1944, el libro trae los siguientes discursos: “Cómo comencé a escribir” (reproducido por el diario El Espectador de Bogotá en 1972 y que ha servido de material a sus biógrafos y estudiosos); también está la pieza titulada “Por ustedes”, cuando recibió en Caracas, en 1972, el II Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por Cien años de soledad; sus reflexiones sobre el futuro en “Palabras para un nuevo milenio” que compartió en La Habana durante el II Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América, en 1985; su preocupación por el medio ambiente queda reflejada en “Una alianza ecológica de América Latina”, en Guadalajara (México), en 1991; no faltan sus homenajes a amigos como Álvaro Mutis, Belisario Betancur y Julio Cortázar; su pasión por el reporterismo queda patente en “Periodismo: el mejor oficio del mundo”, durante al LII Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Los Ángeles en 1996; no falta su provocador discurso de 1997 en el I Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Zacatecas, “México: Botella al mar para el dios de las palabras”; sobre Colombia habló en “La patria amada” aunque distante, en Medellín en 2003; y, claro, el discurso que dio en Cartagena de Indias en 2007 con motivo del IV Congreso Internacional de la Lengua Española donde se le rindió homenaje por sus ochenta años: Un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano. Todas estas piezas han sido revisadas por el autor y corregidas de manera mínima.

Los textos conforman una biblioteca y memoria oral de García Márquez. De 66 años de escritura de un clásico de la literatura universal que antes de ser leído fue escuchado.Redacción Central

Es conocido el hecho de que al escritor colombiano Gabriel García Márquez le disgusta hablar en público, menos aún le agrada dar discursos, por lo que las veces que lo ha hecho fue obligado por las circunstancias o por una deferencia con alguien.
Sólo algunos de sus discursos son conocidos, pero ahora el público podrá disfrutar de una antología de 22 intervenciones titulada “Yo no vengo a decir un discurso”, a cargo de editorial Mondadori. El título es la frase con la que el Nobel comenzó un discurso pronunciado a los 17 años.
La versión digital del diario español El País, publicó un fragmento titulado “América Latina existe” junto a la estructura y temas de dicha antología.
El fragmento, transcrito en el recuadro, es uno de los textos más comprometidos y clarificadores de la visión de García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927) sobre su continente. Lo pronunció en la isla de Contadora (Panamá), en 1995, cuando algunos países latinoamericanos crearon un grupo que buscaba analizar y proponer soluciones a la situación compleja del continente.
Sus palabras resumen la preocupación por su continente, al que siempre miró desde dentro y desde fuera. Ha pensado el origen y las circunstancias de su tierra y del destino que corrió. Quince años después la situación no ha cambiado mucho. Y ese pasado y esa realidad los contó García Márquez a través de su imaginación convirtiendo esas historias locales en arte literario universal. Este texto, “América Latina existe”, es una especie de continuación del discurso pronunciado en Estocolmo, en 1982, cuando recibió el Nóbel de Literatura: “La soledad de América Latina”, también incluido en este volumen.
“Yo no vengo a decir un discurso” reúne intervenciones públicas y conferencias de García Márquez donde ha abordado todos los temas: literarios, políticos, sociales, artísticos o ecológicos. La primera de ellas pronunciada en 1944, con 17 años, en la despedida a la clase un año superior a la suya, en la "nevera" del Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá. En ella, el autor de cuentos como “El ahogado más hermoso del mundo” hace una breve aproximación sobre lo que es la amistad; pero, sobre todo, invita a compartir entre todos el "doloroso instante de la despedida". Con unas cuantas pinceladas describe a los compañeros de quienes dice que "todos van en busca de la luz impulsados por un mismo ideal"

Así, García Márquez fue escuchado antes que leído. Tras esta intervención de 1944, el libro trae los siguientes discursos: “Cómo comencé a escribir” (reproducido por el diario El Espectador de Bogotá en 1972 y que ha servido de material a sus biógrafos y estudiosos); también está la pieza titulada “Por ustedes”, cuando recibió en Caracas, en 1972, el II Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por Cien años de soledad; sus reflexiones sobre el futuro en “Palabras para un nuevo milenio” que compartió en La Habana durante el II Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América, en 1985; su preocupación por el medio ambiente queda reflejada en “Una alianza ecológica de América Latina”, en Guadalajara (México), en 1991; no faltan sus homenajes a amigos como Álvaro Mutis, Belisario Betancur y Julio Cortázar; su pasión por el reporterismo queda patente en “Periodismo: el mejor oficio del mundo”, durante al LII Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Los Ángeles en 1996; no falta su provocador discurso de 1997 en el I Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Zacatecas, “México: Botella al mar para el dios de las palabras”; sobre Colombia habló en “La patria amada” aunque distante, en Medellín en 2003; y, claro, el discurso que dio en Cartagena de Indias en 2007 con motivo del IV Congreso Internacional de la Lengua Española donde se le rindió homenaje por sus ochenta años: Un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano. Todas estas piezas han sido revisadas por el autor y corregidas de manera mínima.

Los textos conforman una biblioteca y memoria oral de García Márquez. De 66 años de escritura de un clásico de la literatura universal que antes de ser leído fue escuchado.

“América Latina existe”
Gabriel García Márquez

“El destino de la idea bolivariana de la integración parece cada vez más sembrado de dudas, salvo en las artes y las letras, que avanzan en la integración cultural por su cuenta y riesgo. Nuestro querido Federico Mayor hace bien en preocuparse por el silencio de los intelectuales, pero no por el silencio de los artistas, que al fin y al cabo no son intelectuales sino sentimentales. Se expresan a gritos desde el Río Bravo hasta la Patagonia, en nuestra música, en nuestra pintura, en el teatro y en los bailes, en las novelas y en las telenovelas. Félix B.

Cagnet, el padre de las radionovelas, dijo: “Yo parto de la base de que la gente quiere llorar, lo único que hago es darles el pretexto”. Son las formas de la expresión popular las más sencillas y ricas del polilingüismo continental. Cuando la integración política y económica se cumplan, y así será, la integración cultural será un hecho irreversible desde tiempo atrás. Inclusive en los Estados Unidos, que se gastan enormes fortunas en penetración cultural, mientras que nosotros, sin gastar un centavo, les estamos cambiando el idioma, la comida, la música, la educación, las formas de vivir, el amor. Es decir, lo más importante de la vida: la cultura.


(…) El presidente De la Madrid nos hizo el gran favor de tocar el drama del narcotráfico. Para él los Estados Unidos abastecen a diario entre veinte y treinta millones de drogadictos sin el menor tropiezo, casi a domicilio, como si fuera la leche, el periódico o el pan. Esto sólo es posible con unas mafias más fuertes que las colombianas y una corrupción mayor de las autoridades que en Colombia. El problema del narcotráfico, por supuesto, nos toca a los colombianos muy profundamente. Ya casi somos los únicos culpables del narcotráfico, somos los únicos culpables de que los Estados Unidos tengan ese gran mercado de consumo, por desgracia del cual es tan próspera la industria del narcotráfico en Colombia. Mi impresión es que el tráfico de drogas es un problema que se le salió de las manos a la humanidad. Eso no quiere decir que debamos ser pesimistas y declararnos en derrota, sino que hay que seguir combatiendo el problema a partir de ese punto de vista y no a partir de la fumigación.


Hace poco estuve con un grupo de periodistas norteamericanos en una pequeña meseta que no podía tener más de tres o cuatro hectáreas sembradas de amapolas. Nos hicieron la demostración: fumigación desde helicópteros, fumigación desde aviones. Al tercer paso de helicópteros y aviones, calculamos que aquéllos podían costar ya más de lo que costaba la parcela. Es descorazonador saber que de ninguna manera se combatirá así el narcotráfico. Yo les dije a algunos periodistas norteamericanos que iban con nosotros que esa fumigación debía empezar por la isla de Manhattan y por la alcaldía de Washington. Les reproché también que ellos y el mundo saben cómo es el problema de la droga en Colombia —cómo se siembra, cómo se procesa, cómo se exporta— porque los periodistas colombianos lo hemos investigado, lo hemos publicado, lo hemos divulgado en el mundo. Inclusive, muchos lo han pagado con su vida. En cambio, ningún periodista norteamericano se ha tomado el trabajo de decirnos cómo es el ingreso de la droga hasta los Estados Unidos, y cómo es su distribución y su comercialización interna. (fragmento del discurso pronunciado en Contadora, Panamá, el 28 de marzo de 1995. Asistieron Luis Alberto Lacalle, ex presidente de Uruguay; Federico Mayor Zaragoza; Miguel de la Madrid Hurtado, ex presidente de México; Sergio Ramírez, ex vicepresidente de Nicaragua; Francisco Weffort, ministro de Cultura de Brasil y Augusto Ramírez Ocampo, canciller de Colombia).

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