lunes, 4 de abril de 2016

La Viñeteca ofrece gran variedad de cómics



El callejón a un costado del edificio Señor de Exaltación —en la avenida Hernando Siles de la zona de Obrajes de La Paz— conduce a una puerta de madera y vidrio que se abre a un ambiente pequeño, en contraste con las edificaciones circundantes, que parece llevar a otro espacio y tiempo, a cuadros de una animación real. Dentro, este universo paralelo se compone de letras e imágenes. Es la denominada Viñeteca, una librería especializada en historietas que se precia de ser la más completa y que “busca que los libros sean un medio accesible a los lectores bolivianos”, según indica en su muro de Facebook.

Al pasar por el zaguán, la impresión de encontrarse en un ambiente repleto de historietas (también llamados cómics) provoca la observación meticulosa de cada una de las portadas de las obras. Ahí esperan superhéroes y heroínas, antihéroes y antiheroínas como la Supercholita, mimada entre muchas, que desde donde ha sido dispuesta parece mirar a Charlie Brown, que a la vez se codea con Constantine. En definitiva, es un cuadro único.

El guardián de esta fortaleza de dos ambientes es Joaquín Cuevas, un arquitecto que por cuestiones del destino ahora se dedica a llenar la saciedad de lectura de los fanáticos de los cómics. Esta historia comienza con el cortometraje animado Pallay —creación de Patricia Aramayo y Joaquín—, que fue seleccionado para participar en seis festivales internacionales.

Uno de esos encuentros se llevó a cabo en Argentina, en tiempos en que su moneda se devaluaba, mientras en Bolivia se promulgaba la Ley del Libro que, entre otros beneficios, permite importar libros sin pagar impuestos. Ante este panorama favorable, a ambos les vino la idea de adquirir historietas difíciles de encontrar en el país para ofrecérselas a sus amigos. Era octubre de 2013. Entre los principales historietistas se encontraban Carlos Trillo, Enrique Alcatena, Eduardo Risso y el chileno Alberto Montt. “Sobre el nombre, fue algo que se nos ocurrió con Patricia, porque queríamos que la librería tuviera un aspecto más de biblioteca que de tienda”, explica el dibujante nacional creador de cómics.

Para facilitar la venta de los cerca de 100 ejemplares que trajeron en las maletas crearon un muro en Facebook, desde donde mostraban las novedades.

Les fue bien en la primera experiencia, así es que reinvirtieron lo obtenido para importar más libros que los llevó a abrir una tienda en Achumani. Un tiempo después, para facilitar la llegada de más fanáticos, recalaron en los dos ambientes actuales al final de aquel callejón de Obrajes. Patricia tuvo que dejar temporalmente el proyecto, así es que Joaquín se quedó como administrador de la Viñeteca, la librería de historietas que se promociona de ser la más completa en su tipo.

Esta afirmación se convierte en confirmación al contemplar los estantes donde descansan los personajes. Al entrar, lo primero que llama la atención son los rostros de Batman, con tonos siempre oscuros, acompañados por la clásica sonrisa del Guasón y un Superman viejo que abraza a otro joven, en el universo de DC Comics. En otro estante de madera aparecen el Capitán América, Spiderman y Los Cuatro Fantásticos, además de los personajes de X-Men, todos ellos del territorio de Marvel.

Aunque parezca una obviedad para los adeptos al cómic, Joaquín recuerda la rivalidad de las dos editoriales más importantes de Estados Unidos. “En Bolivia hay hinchas de uno y otro lado. Hay gente que le gusta DC pero odia Marvel, y hay gente que le gusta Marvel y odia DC”. Por ello no es raro que la tienda se convierta en un lugar de debate sobre los poderes de los superhéroes, su origen y sus objetivos.

Pero La Viñeteca no se circunscribe solo a las dos gigantescas máquinas del cómic, sino que se diversifica con la oferta de otras obras, como Constantine, Sandman y Watchmen, que fueron creadas para un público con criterio formado, ya que tiene historias más fuertes y reales. En otra habitación, tres estantes exponen historietas europeas y latinoamericanas, sin olvidar los mangas, aquellas viñetas japonesas que han marcado un estilo propio y que se constituyen en toda una escuela. En cuanto al ámbito regional se encuentran trabajos de los argentinos Carlos Trillo, Eduardo Rizzo, Ariel Olivetti, Enrique Alcatena, además del peruano Rodrigo La Hoz. Y ya en el contexto europeo exhiben trabajos de Milo Manara y Moebius, entre esa extensa variedad.

En relación a las novedades que tienen acogida entre menores de edad, se encuentran las ilustraciones de antiprincesas, es decir “mujeres reales, que no son princesas de Disney”. Se trata de libros ilustrados, con información y narrativa, que cuentan las historias de Frida Kalho, Violeta Parra y Juana Azurduy de Padilla, por ejemplo.

En el ingreso a la Viñeteca, las primeras exposiciones de historietas están dedicadas a la producción boliviana. En un rincón están los cómics de la Súper Cholita (de Rolando Valdez), Cuentos de Cuculis (de Álvaro Ruilova), o Fiesta Pagana, una especie de antología de trabajos de dibujantes reconocidos como Susana Villegas, Al-Azar, Frank Arbelo, Alexandra Ramírez y Joaquín Cuevas, entre otros, que recibió varios reconocimientos en el exterior.

En cuanto a los precios, hay para todos los bolsillos. Entre las ofertas se pueden encontrar fanzines bolivianos, hechos de manera artesanal, desde los Bs 5, o cómics de Batman y Superman a Bs 10 y 15. Para los más exigentes existen colecciones completas de Juego de Tronos, a Bs 580; de Watchman, a Bs 500, y dos libros de Peanuts, que cuentan las aventuras de Charlie Brown y Snoopy, a un promedio de Bs 600.

El tiempo transcurre y las primeras sombras de la noche se empiezan a notar en los edificios cercanos a la Universidad Católica Boliviana (UCB). Pero La Viñeteca transporta por unos instantes a vivir las aventuras de una historieta sin final.

Clientes de la web

Ante la pregunta de cómo se inicia en el mundo del cómic, Joaquín Cuevas identifica dos tipos de lectores. Por un lado se encuentran los jóvenes que están acostumbrados a leer las historietas a través de la web y que las descargan. Después de haber leído las obras que le llamaron la atención, acostumbran comprar la obra física en las librerías, para tenerlo como un fetiche, como un recuerdo de la historieta que le gustó mucho. “Me parece positivo. No estoy en contra del cómic digital. No quita las ventas, más bien las aumenta, porque hace que el cómic sea accesible a la gente”. En el otro grupo se encuentran las personas mayores que en su niñez y adolescencia consumían los cómics. Con el transcurrir del tiempo, estos lectores encontraron un oficio y consiguieron empleo, por lo que ya cuentan con el dinero suficiente para adquirir alguna de las revistas que retenían su atención en las revisterías. Ante este panorama, las editoriales grandes reeditan las obras, aunque ahora lo hacen en ediciones de lujo.

El origen del cómic

Al hablar de los antecesores de la historieta es inevitable nombrar a los antiguos egipcios, que representaban muchos de sus mitos en dibujos y jeroglíficos que realizaban sobre hojas de papiro, y también hacían murales en forma de tira, que incluían imagen y texto.

Otros ejemplos son las cristaleras, el tapiz de Bayeux (foto), las bandas que rodean las columnas romanas conmemorativas (como la Trajana o la de Marco Aurelio), los retablos medievales (con los que, mediante imágenes, se explicaban al pueblo historias, crímenes y sucesos en general) y los dibujos de las civilizaciones precolombinas (como los códices pintados por los mayas y los aztecas). Pero quizás los antecedentes más cercanos a las historietas sean las Aucas y Aleluyas, destinadas a satisfacer las necesidades de instrucción de niños y adolescentes. Estas publicaciones, que empezaron a editarse en Francia a partir de 1820, se caracterizaban por narrar pequeños cuentos y aventuras mediante ilustraciones, aunque, a diferencia de la historieta, los textos no se integraban orgánicamente dentro de los dibujos, sino que se adicionaban a modo de explicación complementaria al pie de los grabados.

La historieta (que nace casi al mismo tiempo que el cine) pronto desarrollará su particular lenguaje icónico, y las primitivas viñetas, todas del mismo tamaño y con los textos al pie o tímidamente incluidos en el dibujo, serán sustituidas por viñetas de diferentes tamaños y situación y, sobre todo, evolucionarán rápidamente los modos y alcances de los textos.


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