El atleta boliviano Fadrique Iglesias, que es aún poseedor de los records nacionales en 400, 800 y 1.500 metros, ganó el Premio de Crónica Periodística Pedro Rivera Mercado.
“Policarpio Calizaya, el costurero que corría hasta sacarse el cuerpo” es el título de la crónica ganadora, en la que Iglesias cuenta la historia del legendario maratonista boliviano.
El jurado eligió por unanimidad el trabajo de Iglesias, entre los 45 que se presentaron en la segunda versión de este Premio que es convocado por El Deber y la Fundación Pedro y Rosa. Y es que la habilidad innata y la naturalidad con las que el autor logra contar esta historia fueron, con seguridad, algunos de los aspectos que lo llevaron a ser merecedor de este galardón.
Fadrique Iglesias es también columnista de Los Tiempos y otros medios, y es autor del libro “Klaus Barbie, Un novio de la Muerte” (Plural, 2014). Actualmente radica en Washington D.C. y trabaja como consultor en la Oficina de Relaciones Externas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde recientemente se le asignó la tarea de recopilar citas, ideas, portadas de prensa y memorias escritas a cerca del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
Su gran trayectoria deportiva incluye magníficas experiencias en este campo y medallas que hablan de una de las figuras atléticas más grandes del país. Fue subcampeón Iberoamericano de atletismo en Puerto Rico el 2006, participó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Beijing 2008, y estuvo en cinco campeonatos mundiales representando a Bolivia.
OH!: conversó con él sobre su trayectoria deportiva, su reciente incursión en lo literario y sus proyectos a futuro.
OH!: ¿Qué lo incentivó a escribir esta crónica?
En el deporte hay magníficas historias, dignas de transmitir. Lamentablemente en Bolivia no hay demasiados espacios donde contar historias a profundidad que vayan más allá del fútbol.Inclusive tenemos una estructura gubernamental totalmente cooptada por el fútbol masculino desde el punto de vista de la toma de decisiones, en la que los últimos 6 u 8 ministros/viceministros vienen de allí. No se ve mucha pluralidad. Algo similar pasa en la prensa deportiva, donde se incentiva poco la exposición de otras disciplinas. Bolivia acaba de ganar un partido en Copa América después de 16 años y se arma un revuelo mediático. Se pueden mencionar al menos una docena de atletas que en ese mismo periodo han acabado entre los ocho mejores de Sudamérica, con campeones incluidos, invisibles para el gran público.
OH!: Usted radica en el exterior, ¿cómo fue el proceso de elaboración de esta crónica?
La primera parte de la reportería fue en las olimpiadas de Beijing 2008, en largas conversaciones con Policarpio Calizaya, que fue allí como entrenador de su hermana Sonia. Él es una persona que ha ganado mucha experiencia en una infinidad de viajes y situaciones complejas a lo largo de 35 años de vida ligada al deporte. Luego, en enero de este año, completé las entrevistas por teléfono, en momentos diferentes, mientras Policarpio viajaba a un nacional de atletismo en Oruro y mientras asistía a un curso de entrenadores en Barcelona.
OH!: Usted es un atleta destacado, y quizá de alguna manera, en la crónica se puede percibir el conocimiento que tiene sobre el tema ¿Cuánto considera que este hecho ha ayudado al buen desarrollo de esta crónica?
Soy una persona que disfruta contando historias y escuchándolas. En la crónica de Calizaya hay una serie de vivencias comunes a los atletas –y a personas trabajadoras de diferentes campos– y creo que era importante visibilizarlas. Yo no me considero un “prolífico escritor” ni un “campeón de las pistas”, simplemente disfruto con dos actividades: la competición deportiva (antes) y el contar historias ahora, y lo hago tratando de sacar el mayor rendimiento posible a mis escasos recursos naturales. No soy Kenenisa Bekele, ni seré Jaime Sáenz, pero disfruto de su legado.
OH!: ¿Qué significa para usted haber ganado este premio?
Es una motivación y sobre todo el acceso a un mayor público quizás. Santa Cruz para mí, hasta hace unos meses, era un lugar poco explorado. En mi visita allí he conocido un montón de gente interesante, de El Deber, de la Fundación Pedro y Rosa, del Centro Cultural San Isidro, de La Pública, de Hombres Nuevos y he quedado maravillado con el hervidero de curiosidad que hay allí. En esa ciudad, al igual que en El Alto, se está gestando, por densidad, una masa crítica destacada que ya es la voz de la Bolivia actual.
OH!: ¿Cómo ve el periodismo boliviano?
Con sus más y sus menos. Me preocupa el escaso consumo de prensa más allá de cuatro o cinco ciudades. Creo que estamos lejos de tener un periodismo escrito influyente a nivel masivo como en el caso de la revista Semana de Colombia o de El País en España. Me parece bueno tener pluralidad de medios, pero no baja lectura y escaso alcance. En cuanto a periodistas y editores, hay sangre nueva que ya ha tomado fuerza propiacomo Alex Ayala, Roberto Navia, Martín Zelaya, Fabiola Chambi, Ruy D´Alencar, Pablo Ortiz, Javier Badani, Marcelo Suárez, Majo Ferrel, Isabel Mercado, Fernando Barrientos, Adhemar Manjón, la gente de La Ramona y de La Pública, etc., a quienes sigo con mucho interés, pues los medios donde trabajan les dan cada vez más espacio y voz.
OH!: ¿Piensa seguir escribiendo? y ¿cómo elije a sus personajes?
Sí, definitivamente. Lentamente, pero lo seguiré haciendo. Mis personajes surgen de observaciones y conversaciones. Hace unos meses, por ejemplo, conocí a Fernando van Reigersberg, intérprete de traducción simultánea en organismos internacionales, que tradujo a J.F. Kennedy y a Lyndon Johnson, entre otros, y que visitó Bolivia acompañando a Neil Armstrong cuando éste se preparaba para ir a la luna. El nuestro es un país donde suceden cosas inverosímiles por la naturaleza intercultural del país, por las ricas mezclas a las que estamos expuestos, y si uno está atento a las historias, se encuentran relatos sorprendentes.
OH!: ¿Por qué decide radicar en Washington?
Por un asunto familiar en principio, ya que mi esposa trabaja allí, y también porque es una ciudad multicultural en la que me apetecía vivir algún tiempo. Me gusta estar en movimiento y en unos años quisiera intentar otra ciudad, aunque ahora con hijos me es más difícil ser nómada.
OH!: Su incursión en lo literario es reciente pero ya ha publicado un libro, ¿qué nos puede contar de esta experiencia y por qué elige a ese personaje en particular?
Es reciente. Colaboro con este medio desde hace seis años con columnas de opinión en temas relacionados con cultura, deporte y desarrollo local. En cuanto al libro, surgió de una conversación de café con el periodista boliviano-americano Peter McFaren, quien me contó su experiencia en primera persona con el Carnicero de Lyon. Peter volvió a Bolivia en 1981 luego de unos años viviendo en EEUU y tuvo acceso a información muy comprometedora sobre la relación del gobierno de García Meza con el narcotráfico, y a partir de ahí siguió la pista, para encontrar al exnazi Klaus Barbie asesorando a dicho gobierno en materia de armamento e inteligencia. Publicó un reportaje fantástico en El País de Madrid que desembocó en una bolsa informativa muy oscura y a la vez reveladora. Era una historia, mucho más amplia y compleja que estaba parcialmente inédita, y que no podía dejar de contarse, sobre todo teniendo en cuenta que sus protagonistas poco a poco envejecen y van muriendo. Y con el agravante que en Bolivia no hay archivos del Ejército ni de la Policía desclasificados y accesibles al público, como en la mayor parte de países del mundo. Ha sido muy estimulante trabajar codo a codo con una persona tan versátil y amena como McFarren.
OH!: Está realizando un trabajo sobre García Márquez, cuéntenos sobre ello.
Hemos hecho una recopilación de citas, ideas, portadas de prensa y memorias escritas acerca del premio Nobel colombiano a un año de su muerte. Ese libro de 110 páginas surge como una idea del presidente del BID, Luis Alberto Moreno para honrar a Mercedes Barcha, viuda de Gabo, y ha sido un trabajo colaborativo de la Oficina de Relaciones Externas del BID con gente como Daniel Mordzinski, quizás el fotógrafo literario más importante del mundo. Cuenta con un bello prólogo del director de la fundación periodística de Gabo –la FNPI– Jaime Abello Banfi, y con ilustraciones de las cochabambinas Ada Esquirol y MariannaDotzauer, coincidentemente galardonadas este año con el premio Eduardo Abaroa en la categoría de Ilustración.
OH!: En cuanto a su carrera deportiva ¿qué opina de que muchos de sus records aún no han sido superados?
Son un síntoma preocupante. Desde que dejé el deporte hace siete años, el PIB en Bolivia se ha más que duplicado, pero el deporte boliviano –y específicamente el atletismo– no ha tenido mejoras sustanciales, salvo en casos específicos como los de marcha en La Paz y lanzamientos en Santa Cruz. Yo siempre cito el caso de Luis Daniel Valenzuela, entrenador del mejor velocista del país, Bruno Rojas, quien se puede dedicar a sus atletas y a su formación como preparador gracias a que cuenta con un negocio familiar que lo sustenta y porque tiene la capacidad de combinar ambas actividades con éxito. Pero es un caso fortuito y aislado. Ni el sector público ni el privado están interesados en revertir esa situación, salvo las excepciones de dos o tres empresas. Y ojo que el Estado tiene varias maneras, subvencionando directamente a los entrenadores, o cediendo como en la mayoría de países, recaudación tributaria a cambio de mecenazgo directo al deporte.
OH!: ¿Cuál considera que ha sido su mayor logro deportivo?
La medalla de plata en los 800 metrosdel Campeonato Iberoamericano de 2006, en Puerto Rico, donde participaron 26 países. Aquella vez ganó el brasileño Osmar Barbosa, medallista mundial, y la medalla de bronce fue para el venezolano Eduar Villanueva, finalista mundial en 2011. Lamentablemente no se ha vuelto a ganar ninguna otra medalla ni iberoamericana, ni en Juegos Panamericanos ni superiores en categorías absolutas en atletismo. Sí cabe destacar las progresiones en materia de marcas en la marcha boliviana, alcanzando un nivel competitivo decategoría internacional, o la medalla de plata de Aldo González en los Juegos Sudamericanos de 2014. Quizás en parte porque en nuestro país se valoran más las marcas y no las medallas como en Europa y EEUU, donde lo más apreciado es la capacidad del deportista de ser competitivo en el “día D y la hora H”.
OH!: ¿Continúa con el atletismo?
Ya no a nivel competitivo. Cumplí mi objetivo de representar a Bolivia, de conseguir una beca universitaria y de viajar para conocer otras culturas. Corro por salud, pero he dejado de creer en el deporte de alta competición como fan, después de haber entendido lo que sucedía en España –en atletismo y ciclismo particularmente– entre los años 90 y la década que acabó. Quedé desencantado con un ambiente tramposo. Imagínese que en Girona pasaban temporadas deportistas que burlaron el sistema como Lance Armstrong, Tyler Hamilton, Iván Basso o Alberto Contador.
OH!: ¿Qué proyectos tiene en el plano laboral?
Me encuentro en un momento dulce y muy motivado. Trabajo como consultor en la División de Creatividad en la Oficina de Relaciones Externas del BID, combinando tres áreas que me interesan particularmente: la cultura, el desarrollo socioeconómico y América Latina. Además contamos con un equipo y una gerencia que premia la creatividad y la innovación, y eso es impagable.
Perfil
Fadrique Iglesias Mendizábal
Nació en Cochabamba y salió bachiller del colegio Loyola. Obtuvo su licenciatura y maestría en la Universidad de Valladolid, España en gestión cultural, desarrollo local y comunicación.
Escribe en medios como Los Tiempos –desde su espacio quincenal El clavo en el zapato– y Página Siete, así como con crónicas y reportajes en El País de Madrid, América Economía (Bolivia y Paraguay), Noticias Culturales Iberoamericanas (España) y la revista de crónica FronteraD (España). Fue finalista del concurso de periodismo narrativo “Premio Las Nuevas Plumas” de la Escuela de Periodismo Portátil y la Universidad de Guadalajara, México, en el 2010 y 2011.
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