sábado, 24 de mayo de 2014

“NUESTROS HIJOS VAN EN JET, NOSOTROS EN CARRETÓN”

Édgar Lora Gumiel es de esas personas que, con la gratitud e integridad que caracteriza a su espíritu, honra cada día poniendo en práctica todo lo que su vocación de servicio le ha permitido cultivar durante años de trayectoria. El hombre, al que muchos recuerdan como ‘el profe’, ha recorrido un camino extenso y sembrado de dicha y satisfacciones, como sucede con todo aquel que disfruta cada segundo en el oficio que le tocó desempeñar. Y si hablamos de oficios, en verdad que Édgar Lora sabe lo que significa buscarse la vida en diversas áreas, la mayoría de ellas vinculadas con su perfil de humanista.
Este personaje de 62 años, estatura baja y voz suave, ha sido un gestor cultural visionario, creador de ciclos de lecturas, fundador y organizador de festivales, generador de movimientos culturales barriales, editor de libros, promotor de talleres literarios, docente escolar y universitario, creador de la colección de textos escolares de lenguaje, literatura y comunicación y autor del himno de su natal Comarapa, tierra adonde se fue en junio de 2009 para buscar paz. Y la encontró. Hoy está de retorno en la capital cruceña para recibir este lunes 26 el Premio Anual de la Cámara Departamental del Libro 2014 por su labor en la promoción, fomento y difusión del libro, la lectura y las bibliotecas.

¿De dónde viene su pasión por el libro, la lectura y las actividades culturales?
Yo me crie en Comarapa, en una familia amante de la lectura y el teatro. Mi madre nos leía desde una receta hasta el almanaque Bristol y las revistas Billiken. Desde chico tuve la suerte de leer esos grandes clásicos de la literatura de Emilio Salgari, Julio Verne, Daniel Defoe y Alejandro Dumas. A mis 8 años no tenía otra distracción que leer estas obras, además de las publicaciones que llegaban, como Archie, D’Artagnan y el Santo.
Nos sentábamos en medio de la sala con velas para leer. También disfrutaba de veladas artísticas del pueblo, en las que se combinaba danza, música y recitaciones y siempre de fondo obras de teatro, en las que empecé a trabajar como apuntador con mi hermana Beatriz.
Luego, entre 1965 y 1975, estudié en Cochabamba, que en ese tiempo era como la meca cultural de Bolivia. Ahí aprendí mucho y disfruté de obras de teatro de calidad.

¿Qué ha representado volver a vivir en Comarapa?
Para mí, ha representado mucha paz, mucha quietud y una evaluación de mi vida personal, además de una oportunidad de reorganizar mi tiempo para trabajar, para leer y para seguir escribiendo.

¿Qué importancia ha tenido el teatro en su vida?
Es una valiosa herramienta pedagógica. El teatro te da valores, forma tu cuerpo, te da hábitos de disciplina y te ayuda a expresarte, además de que te enseña a cumplir los roles de otras personas, que los asumes como tuyos para entender a la sociedad.

¿De esa forma lo asumió cuando decidió impulsar la actividad teatral en Santa Cruz de la Sierra?
Así es. Cuando volví de Cochabamba a Comarapa establecí contacto con el cura Jose Antonio López del colegio Marista, que me convenció de que trabajara en Santa Cruz. Allí dirigí la biblioteca del Marista y dos tardes a la semana daba periodismo y hacía teatro.
Al comprobar que lo único que se veían en las salas cruceñas era teatro costumbrista a cargo de Enrique Alfonso y Juanoncho, me animé a poner Lorca, Bertolt Brecht y Vargas Llosa. Entonces creamos el Festival Paúro de Teatro y formé dos grupos teatrales.

Así comenzaba consolidarse en la gestión cultural…
Fue cuando salí del Marista que puse en venta mi biblioteca, la cual compró la UPSA. Recuerdo que me costó mucho desprenderme de ella. A la semana conseguí trabajo en la universidad como profesor de periodismo y luego Marcelo Araúz me contrató en la Casa de la Cultura.

¿Qué representó la municipalización de la cultura para la sociedad cruceña?
Se burocratizó el tema, se crearon muchos cargos y se generó un engorroso sistema para financiar recursos. En algunas gestiones se politizó todo. Lo más grave de eso es que la cultura no da votos de manera directa, entonces siempre gana lo material; el asfalto antes que el conocimiento. Si se le asignara el 1% del presupuesto a Cultura seríamos París.

¿Cuál debe ser la misión de un educador?
Formar seres libres, críticos, responsables y comprometidos con la búsqueda de la verdad. Cuando hablo de libertad, me refiero a ser libres de la ignorancia, de toda cadena impositiva. A mis alumnos siempre les hurgué la cabeza para que sean preguntones y reflexionen todo el tiempo sobre el porqué de las cosas.

¿Qué resalta de las dos reformas educativas implementadas en el sistema en los últimos 20 años?
Hasta 1995 no había nada nuevo en cuanto a políticas de educación el país. Fue cuando apareció la reforma de Goni, que trajo el modelo constructivista, un modelo que, curiosamente, yo impulsé antes en mis textos de Lenguaje, Literatura y Comunicación. El constructivismo se basa en que el alumno debe construir sus propios criterios sobre los conocimientos adquiridos. Eso me gustó siempre. Pero esta reforma tenía algunas falencias y quedó trunca, porque los profesores, por ejemplo, se entretuvieron en el aspecto lúdico y no profundizaron en el estudio. Muy dinámicas las clases, pero a la hora del saber no hubo resultados.

La actual reforma es difícil evaluarla, porque recién estamos tratando de aprenderla y de implementarla; sin embargo, la veo muy complicada. En muchos aspectos es acertada en el sentido de que el estudio debe estar al servicio de la sociedad y del bien común. Pero en el desarrollo de temas sobre culturas ancestrales y originarias, me parece que hay un retroceso, porque no existe material bibliógrafo para profundizar en el estudio y se tiene que improvisar.
El bullying y los conflictos de algunos colegios con alumnos indisciplinados han sido temas de debate en los últimos tiempos en la sociedad cruceña. ¿Qué visión tiene de estos hechos?
Si se buscan responsables, la responsabilidad está primero el hogar. Los valores, los principios de la educación, los buenos hábitos y el respeto por los demás debe nacer en la casa. Ahora, la sociedad en su conjunto tiene que crear estrategias, dar oportunidades y generar las condiciones para la juventud. No veo políticas que piensen en el desarrollo humano. Nos están llenando de canchas y parques, pero a los jóvenes hay que llenarlos de actividades artísticas para tenerlos ocupados. Los colegios también tienen su parte de responsabilidad, porque más se están preocupando por mostrar el lujo de su infraestructura, que por el contenido de la enseñanza.

El famoso bullying siempre ha existido, solo que antes se lo tomaba más en broma. Actualmente, las conductas son más incisivas, más corrosivas, tienen mayor carga de agresión. Es un desafío para nosotros, como padres y educadores, pero hay que estar a la par de los cambios de la sociedad. Si seguimos con los discursos de los años 60 no podemos dialogar con la generación del siglo XXI. Nuestros hijos van en jet y los padres y profesores vamos en carretón. Es necesario dialogar en el mismo lenguaje con los chicos.

¿Cómo ve el periodismo que se practica actualmente y el trabajo de los medios de comunicación en general?
Al periodismo de prensa escrita lo veo profundo, con un buen manejo de la información y un adecuado diseño gráfico. Sin embargo, al periodismo de TV lo veo muy sensacionalista, muy apegado a la farándula y muy pobre de contenido. Esto hace mucho daño a la sociedad. El otro día, sacando cuentas con un amigo, concluimos que entre los siete u ocho canales locales sumaban 60 telenovelas, la mayoría de ellas cargadas de sexo, engaño, infidelidad y violencia. Entonces, por qué después se quejan en los noticieros de las violaciones, si el trato como objeto a la mujer lo estamos viendo después de las noticias. Está comprobado a través de estudios que un niño ve alrededor de 20 horas de televisión a la semana. Estamos dejando que eduque a nuestros hijos, por comodidad e irresponsabilidad. El lenguaje de los niños se está fabricando en los medios y no existe una alternativa de reflexión y de educación ciudadana

Perfil

Édgar Lora Gumiel
Docente, escritor y periodista

HOMBRE DE ARTES
Édgar Lora es licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Profesor de Literatura Universal y Lengua Castellana de la Normal Superior Católica Sedes Sapientiae.
Durante 18 años se desempeñó como asesor pedagógico y director de producción de la editorial La Hoguera. A mediados de los años 80 trabajó como director de asuntos culturales de la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche. Después asumió como oficial mayor de Cultura.
Ha sido docente de las materias de Cinematografía y Oratoria en la Universidad Privada de Santa Cruz y fue catedrático de Literatura Latinoamericana y Boliviana y Oratoria en la Uagrm.
Ha desarrollado diversos programas educativos y de formación primaria, siendo promotor y gestor de la lectura a escala nacional.
En 2008 fue distinguido con la medalla al Mérito Municipal Mención Servicio Ciudadano en Investigación.

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