domingo, 25 de mayo de 2014

La voz de Ernesto Cardenal

ios, la naturaleza, la revolución, resumidos en una sola palabra, amor. Su extensa obra es reconocida por ser la voz de la Latinoamérica profunda, sencilla, silente, humana. Relator de experiencias cautivantes, dueño de una obra iluminadora repleta de historias ardientes y naturaleza exuberante. Un hombre de una estatura literaria y ética históricas y ejemplares. Mantuvo un compromiso político con la vida, con la palabra y con la luz de las cosas. Para él la ciencia une y la religión divide. Poeta, escritor, escultor y religioso nacido en 1925 en Granada (Nicaragua).

Incansable luchador contra la dictadura de Anastasio Somoza en su país, fue exiliado, perseguido, marginado. Colaborador sandinista, fue ministro de cultura tras la revolución nicaragüense. Hoy disiente con el régimen de Daniel Ortega. Fue condenado a prisión, pero su edad le otorga el privilegio de vivir en libertad.

“Cuando se pierde una lengua, se pierde la visión del mundo”, dijo este ferviente defensor del hombre, su entorno y el equilibrio con la naturaleza.

En 1957 ingresó al monasterio Trapense de Nuestra Señora de Gethsemaní en Kentucky, donde conoció a su mentor, Thomas Merton.

Continuó sus estudios benedictinos en Cuernavaca (México) y entre 1961 y 1965, en el seminario de Cristo Sacerdote de La Ceja (Colombia).

Cardenal fue ordenado sacerdote en Managua en 1965 y luego fundó una comunidad cristiana, casi monástica, en una de las islas del archipiélago de Solentiname, en el lago Cocibolca. Ahí escribió El Evangelio de Solentiname.

Allí la regla era que no había reglas. Religiosos, artistas e intelectuales trabajaban uno al lado del otro.

Cardenal ha dicho que su misión como hombre y como poeta es la de un revolucionario de Dios, que interpreta las enseñanzas de Cristo como esencialmente sociales. Cristo y Gandhi son los modelos en su lucha no-violenta contra el mal y las injusticias.

Partidario de una "revolución desprovista de venganza", Cardenal colaboró con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y fue nombrado ministro de Cultura el mismo día de la victoria de la Revolución Nicaragüense, el 19 de julio de 1979. Ocupó este cargo hasta 1987, cuando el ministerio se cerró por razones económicas.

Convencido de la revolución permanente Ernesto Cardenal es miembro de la teología de la Liberación, su obra poética es espejo de la literatura hispana de casi dos siglos. En 1983, Juan Pablo II lo recriminó en su visita a Nicaragua en el aeropuerto por propagar doctrinas apóstatas y formar parte de un gobierno revolucionario. En 1994 abandona el FSLN en protesta contra la dirección de Daniel Ortega y más tarde da su apoyo moral al Movimiento Renovador Sandinista, durante las elecciones de 2006.

De entre su obra hay que destacar poemarios como Epigramas, Con Walker en Nicaragua, El telescopio en la noche oscura o Pasajero de tránsito. El autor de Cántico cósmico (1989) y de Hidrógeno enamorado ha obtenido, además, diversos premios y honores, como el Premio Iberoamericano Pablo Neruda o el Premio Reina Sofía de Poesía, en 2012.
Regresa a Bolivia y llega por primera vez a Santa Cruz de la Sierra. Estará en la Feria del Libro como invitado especial de EL DEBER y de la Fundación Pedro y Rosa. Además de realizar un recital poético, visitará el centro cultura San Isidro, entre otras actividades literarias. Rebelde, incansable, sabio, desnuda en esta entrevista parte de su ideología y su sapiencia.

¿Cómo se acercó a la religión y cuál fue el punto de inflexión para seguir ese camino?
Debo aclarar que yo nunca estuve separado o alejado de la religión, y que nunca dejé de ser creyente aunque muchas veces fui mal practicante, y que el cambio efectuado por mi conversión no lo fue en ese sentido, sino que consistió en una revelación de Dios que transformó radicalmente mi vida. Esto fue lo que se llama una experiencia mística, que se realiza fuera de la voluntad de uno y sin que uno pueda intervenir en ella. Simplemente diré que experimenté a Dios, que sentí a Dios, y eso cambió mi vida. Ya no quise tener nada en mi vida más que a Dios, y quise vivir una vida de total silencio a solas con Dios, como es la vida del monje trapense, y quise ser trapense en una abadía en Estados Unidos.

Algunos autores señalan que el monje, poeta y pensador Thomas Merton le cambió la vida. ¿Cómo lo interpreta hoy, a sus 89 años, y cuál fue la influencia que tuvo sobre usted?
En el monasterio trapense en el que yo entré, el célebre escritor y místico norteamericano Thomas Merton era el que llaman ‘maestro de novicios’, el encargado de dar la formación al novicio o ‘aprendiz’ de monje, y él fue el que me dio esa formación a mí. Es la persona que más influyó en mi vida, haciendo que yo pasara de un cristianismo convencional a uno muy innovador y revolucionario. Su influencia en mí no fue literaria, sino religiosa. Las influencias literarias yo las había tenido antes.

Estudió Teología en Cuernavaca, México y volvió a Nicaragua, allí su activismo religioso y luego político. ¿Cómo fue ese paso, cuáles son los principios que lo llevaron a hacer ello?

Por mala salud no pude vivir encerrado toda mi vida en el monasterio trapense como lo había querido cuando entré en él, y el consejo de Thomas Merton fue que no entrara a otra orden religiosa, sino que viviera una vida contemplativa con un pequeño grupo; pero para hacer esa fundación él me aconsejó que antes estudiara el sacerdocio. Por ello estuve primero en un monasterio benedictino en Cuernavaca (México) y después en un seminario en Colombia realizando esos estudios. Terminado los estudios, fui ordenado sacerdote y fundé una pequeña comunidad en una isla de un archipiélago en el Lago de Nicaragua, siguiendo un principio que me inspirara Merton de que “la primera regla es que no haya reglas”. Tuvimos esa comunidad por más de 12 años. Merton también me había dicho que un contemplativo no debía ser indiferente a los problemas sociales y políticos de su pueblo, y ello me mantuvo en oposición a la dictadura imperante en mi país y me fui identificando cada vez más con la lucha guerrillera de la revolución de Nicaragua.

Fue ministro de Cultura de su país, ¿qué ganó, qué perdió, cuáles fueron los retos más importantes que superó? y hoy, ¿volvería a la gestión pública?
Cuando triunfó la revolución fui nombrado ministro de Cultura. Éramos varios sacerdotes, no solo yo, en cargos importantes de Gobierno y sentíamos que estábamos teniendo un rol histórico, pues mientras todas las otras revoluciones habían sido sin los cristianos o contra los cristianos, la de Nicaragua era la primera revolución en la historia que se hacía con el apoyo masivo de los cristianos, ya que además de los sacerdotes en el Gobierno había una gran cantidad de seglares profundamente religiosos.

El cargo mío era uno de los más importantes de la revolución. Se podría decir que era el ministerio ideológico de la revolución.

El área del Ministerio de Cultura comprendía la literatura, la música, la pintura, la danza, el teatro, el folclore, las publicaciones, las artesanías, el cine, los museos, el patrimonio nacional, etc. Me parece que era una responsabilidad que no podía rehuir y que hice bien en asumir. Muchos logros hubo en cuanto a cultura en la revolución, y aunque ya no hay ninguna revolución muchos de esos logros se tienen todavía.

Escribir es para usted una salvación, qué significa para usted escribir?

No, de ninguna manera para mí escribir es una salvación. Para mí la salvación es Dios. Es la de una vida ya sin muerte después de la muerte. La que nos ofrece Cristo con su resurrección que vino a compartir con todos.

Escribir para mí es nada más un don natural que Dios me ha dado, pero me lo ha dado de forma limitada y como un oficio arduo y costoso en el que me debo esforzar. En ese sentido, también mi obra es limitada. Si es extensa es porque mi vida ha sido larga.

¿Cómo ve la poesía latinoamericana hoy?

Hay una poesía latinoamericana que es una expresión genuina de nuestra América: su pueblo, su historia y geografía, sus paisajes peculiares y sus emociones, sus problemas sociales y políticos, su presente y futuro. Hay otra poesía latinoamericana que es hermética, ininteligible y que no comunica nada, y por lo tanto no es popular. El pueblo no se siente identificado con ella. Hay una clase de poesía latinoamericana que a mí me gusta y otra que no me gusta nada.

Con respecto a los jóvenes y a las tecnologías, parece que no tienen tiempo ni interés por la poesía. ¿Cómo ve el futuro de la poesía?

Los jóvenes y las nuevas tecnologías me parece que siempre tienen interés por la poesía. La poesía es la palabra. La poesía es la comunicación. Es el lenguaje, y es lo que nos hizo humanos. La poesía es también el futuro de la humanidad, la comunicación que nos hace humanos.

Para usted la fe cristiana y la política socialista son compatibles, pero para otros es imposible. Marx dice que el hombre creó a Dios y la Iglesia que Dios creó al hombre.

Para mí el marxismo es un método para crear una sociedad justa, igualitaria, una sociedad sin clases y sin propiedad privada. Y esto no es incompatible con el Evangelio, que nos predica también una sociedad perfecta y un reino de Dios en la tierra.



¿Qué es para usted la libertad?
No tengo una mente filosófica sino poética, y no sirvo para hacer definiciones. Libertad para mí es lo mismo que es para cualquier otra persona. Tome usted la definición que da un buen diccionario de la palabra ‘libertad’ y esa será para mí. Filósofos ociosos podrán entrar en un debate, pero yo no entraría en él.

¿Sintió truncada su carrera sacerdotal tras las ‘suspensión a divinis’ o fue un alivio?
No fue una frustración el que se me prohibiera administrar sacramentos, pues yo no me hice sacerdote para administrarlos sino para llevar una vida contemplativa. Fue más bien un alivio y por eso no he pedido que se me levante la sanción.

¿Qué opinión tiene sobre la canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II?
La aparición de Juan XXIII fue como un milagro para la Iglesia. Sin que nadie lo esperara, él abrió las puertas para profundas transformaciones con el Concilio Vaticano II y estas no habían terminado cuando Juan Pablo II y su sucesor desmantelaron todos los avances del concilio haciendo que la Iglesia tuviera un gran retroceso. El que las dos canonizaciones de dos papas contrarios hubieran ido juntas me parece que hizo que el papa Francisco se viera imposibilitado de aprobar una sin aprobar la otra. De la de Juan Pablo II he dicho que defendió y protegió al sacerdote mexicano Marcial Maciel, el de los Legionarios de Cristo, al que se ha calificado como un verdadero monstruo y el que ahora se canonice a este papa me parece también una monstruosidad.

¿Qué conoce de Bolivia? ¿Cómo ve a Bolivia desde Nicaragua?
En Bolivia ya he estado antes (aunque solo en La Paz) y me parece un país fascinante. Lo es por su pasado y también por su presente, y considero de su presente un hecho extraordinario el que haya un presidente indígena, a pesar de la discriminación que ha habido contra los indios no solo en Bolivia sino en todo el continente americano.

Seguramente usted recibe muchas invitaciones anuales a varios países. ¿Por qué le interesó venir a Bolivia?
Bastó que me invitaran. Me interesó vivamente venir a esta Feria del Libro, a su festival literario, al encuentro con los poetas participantes y el conversatorio con estudiantes y con periodistas.

¿Espera algo especial de este misterioso y no tan conocido país sudamericano?
He escrito un extenso poema sobre la antigua economía de estas tierras misteriosas, como usted las llama, y allí digo que no tuvieron dinero, el oro era para hacer la lagartija y no monedas; y porque no hubo dinero no hubo prostitución ni robo, las puertas de las casas las dejaban abierta; y porque no hubo comercio no hubo la venta de indios, y hubo chicha para todos. Tengo grandes deseos de poder leer este poema en estas tierras.

En su recital poético usted realizará lecturas de sus poesías, escritos y pensamientos. ¿Cómo debe la gente de Bolivia disponerse para escuchar sus pensamientos?
Me he esforzado mucho en escribir una poesía que se entienda y nadie necesita prepararse para escuchar mi poesía. Está escrita en el lenguaje de la calle.

¿Cómo describiría su recital poético que realizará en Santa Cruz de la Sierra?
La lectura de mi poesía será como mantener un diálogo con el público. Pero además después estableceré un conversatorio, preguntas y respuestas –una conversación con el público.

¿Utiliza teléfono móvil, cuál es su participación en las redes sociales?
No tengo teléfono móvil porque llevo una vida de encierro y no lo necesito. No puedo manejar computadora, pero dispongo de una oficina donde hay toda esa tecnología.

Zygmunt Bauman dice que hemos perdido el arte de las relaciones sociales y que “hay que replantearse el concepto de felicidad”, ¿está usted de acuerdo?
Ciertamente debemos replantearnos el tema de la felicidad, lo que a fin de cuentas la humanidad se ha estado planteando desde que comenzó a existir. Para mí la felicidad es Dios




No hay comentarios:

Publicar un comentario