Para el escritor Sebastián Antezana, regresar a la Feria Internacional del Libro de La Paz es una fiesta y un punto de encuentro para hablar con sus pares sobre una de sus grandes pasiones: la literatura.
Antezana, quien cursa un doctorado en Estudios Romance en la Universidad de Cornell (Estados Unidos), fue invitado a formar parte del ciclo Migrantes, organizado en el marco de la FIL.
El narrador, ganador del Premio Nacional de Novela 2008 con La toma del manuscrito, habló con Página Siete sobre sus expectativas de participar en este encuentro literario.
¿Qué significa para usted regresar a la FIL?
Para mí siempre es una alegría participar en la feria paceña y otros eventos de este tipo, porque además de ofrecer la posibilidad de sumergirte brevemente en un espacio a veces agitado pero siempre interesante, es una opción de ver a amigos, encontrarte con lectores, editores y escritores, y en general hablar mucho de libros y literatura, la razón por la que verdaderamente vale la pena una feria del libro. En este caso, además, la alegría es doble, primero por el veinte aniversario de la institución y segundo porque, desde hace ya un par de años, se pueden ver esfuerzos claros y bien direccionados de reivindicar, mejorar y hacer crecer a la feria.
Por supuesto que todavía hay obstáculos en el camino, pero siento que las energías y el ímpetu -de entidades como la Cámara Departamental del Libro y otras- están ahora sí en el lugar correcto.
Usted participará en un encuentro "cara a cara” con los lectores ¿Qué expectativa tiene de esa experiencia?
Me parece que estas charlas que algunos invitados vamos a tener abiertas al público pueden ser una buena plataforma para promover, sobre todo, un diálogo frontal y no concentrado en personas individuales sobre literatura en general, sobre literatura en Bolivia, sobre los procesos -a veces difíciles- de la lectura y la escritura, y sobre algunas particularidades de nuestros trabajos. Si hay algo que me parece en definitiva rescatable, interesante o provocador de eventos como la feria, es la oportunidad de discutir abiertamente sobre literatura con escritores varios y el público lector.
¿Qué otra cualidad destaca de estás charlas?
Más allá de las ofertas editoriales, de las presentaciones de libros y de las ceremonias oficiales, estas charlas -las que tendremos los seis invitados "repatriados”, las Jornadas de Literatura Boliviana y otras- pueden ser centrales porque, en teoría, permitirían eso, el diálogo sin intermediarios ni filtros sobre literatura en general.
Por eso, mi expectativa por el encuentro "cara a cara” es la mejor, y espero que pueda convertirse en una charla interesante, desafiante, intensa, sobre este tema que a todos nos convoca.
¿En qué medida vivir fuera de Bolivia ha influenciado en su literatura?
Voy a repetir algo que ya he dicho en otra ocasión. En principio, siento que vivir afuera te ayuda sobre todo en cuestiones de perspectiva, te permite tomarle una real medida a cuestiones como la identidad -nuestro Yo boliviano- y esa vasta colectividad que llamamos país y que se traduce en una serie de aficiones, afecciones y ritos que son nuestra herencia y modo de ser nacionales. Ese proceso de vivir afuera, de tomar distancia y empezar a ver las cosas desde lejos, ese tire y afloje con el propio país y los deseos, a veces, de dejarlo atrás -y así dejar atrás al que uno fue o es en ese país-, afectan invariablemente la percepción y, por lo tanto, también el trabajo creativo.
Por otra parte, me es difícil decir con cabalidad cómo el vivir afuera ha impactado mi proceso literario. Simplemente intuyo que el permanente roce con otras culturas, otros lenguajes, otra gente y otras formas de entender el mundo, ensanchan y angostan la experiencia de distintas formas, y modifican nuestra forma de entender la literatura como un ejercicio de apertura al exterior y ensimismamiento a partes iguales.
Comentario
Silvia Rivera
Socióloga
Sobre la obra Carne de cañón
Con este libro, don Trifonio Delgado nos ha dejado un valioso testimonio de su participación en la campaña del Chaco (1932-1935), publicado ahora gracias a la diligente labor de edición y anotación de su hijo, Guillermo Delgado P. Su "punto de vista ciudadano”, el lugar desde donde construye una imagen de realidad colectivamente experimentada, es el de un minero. Y su palabra es la de un escritor que narra lo acontecido, que averigua de fuentes fidedignas aquello que no vivió personalmente y que se nutre de los documentos necesarios para, ante todo, reafirmar su verdad como testigo. El subtexto del libro entero es una amarga reflexión sobre la estructura colonial de castas que rige la sociabilidad boliviana. Semejante fractura del tejido social parece echar por tierra la versión romántica y a la vez patética de la Guerra del Chaco como un espacio en el que el dolor y la muerte contribuyeron a forjar un sentido de pertenencia nacional que habría unido a los estratos opuestos y a las regiones enemistadas del país en una suerte de abrazo fundador -Sangre de mestizos de Augusto Céspedes-. Nada de eso ocurrió en realidad. Lo que allí se vivió fue una sorda guerra interna entre dos bandos: los q’aras (mestizo-blancoides) que provocaron la guerra y la condujeron al desastre y una mayoría de gentes populares, cholos e indios, que sumaron el grueso de las bajas. Y luego los roces internos: los crucos y los kollitas, los dignos y los llunk’us, los cobardes y los valientes.
Obra de Cortes
No ficción Crónicas de fondo, de Alfonso Cortes, se presentará hoy, a las 19:00, en la sala Rubén Vargas. La obra es editada por La Hoguera.
Un libro de Angelo
Novela Foris, el tesoro de Charleen es título de la nueva novela de Carla Angelo. Se presentará hoy, a las 18:00, en la sala Néstor Taboada Terán.
Novela histórica
Ficción Carne de cañón. ¡Ahora arde collitas! Diario de guerra 1932-1933, de Trifonio Delgado. Hoy, a las 20:30, en la sala Néstor Taboada Terán.
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