Ricardo Bajo es periodista.
Se tarda una hora en llegar caminando desde Sopocachi al campo ferial, de bajada. Un kilómetro antes, sobre la Costanera, una pequeña calle de tierra y escombros ha sido dedicada al Víctor Hugo Viscarra. En el letrero dice “escritor realista”. Víctor Hugo se hubiese matado de la risa con el adjetivo… y con la (escondida y desconocida) calle.
En la entrada del campo ferial hay seis banderas (de Bolivia, La Paz, Argentina, Estados Unidos, España y del Litoral). ¿Y la wiphala? Ya dentro del Pabellón Amarillo, un concesionario vende autos. ¿Y qué fue de las contra ferias?, me pregunta un cuate nostálgico. Murieron. Como murió esa buena idea de llevar la Feria del Libro a los barrios paceños.
Desaparecida la resistencia, todos a dormir. La Yerba Mala Cartonera, Vicky Ayllón y colectivos anarcos organizaban hace años la linda contra feria para denunciar el mercantilismo, para poner el libro más cerca. Pero el sistema es tragón y ahora uno de los escritores “cartoneros” ve su foto gigante colgada en la feria, la “Marraketa blindada” rapea dentro y Mujeres Creando vende sus productos después de pagar por el espacio. Porca miseria. Algún día, la contra feria volverá, como las golondrinas.
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