Más de 28 mil palabras originales contiene el “Diccionario Enciclopédico Quishwa-Español”, elaborado por el profesor cochabambino Eliseo Grájeda Espinoza a lo largo de 20 años de ininterrumpido trabajo.
Presentado oficialmente en la pasada Feria del Libro de Cochabamba, el volumen está a la venta en la librería del Grupo Editorial Kipus -responsable de su publicación- y en otras librerías de la ciudad.
En sus 1.093 páginas, el diccionario ofrece un amplísimo repertorio lingüístico del quechua, que Grájeda espera que sea de utilidad para estudiantes y maestros, sin distinción de edad.
A fin de facilitar su uso, la publicación incluye también unos 10 mil sinónimos y más de 8 mil ejemplos prácticos para el uso del idioma nativo.
El profesor confía en que su esfuerzo contribuya a evitar un mal uso del quechua y, en esa medida, convertir al lenguaje en un instrumento de defensa de la cultura quechua.
En este entendido, considera conveniente que su uso sea instruido en el ámbito académico a fin de avalar su utilidad sobre la vida cotidiana de los bolivianos.
PROYECTO El diccionario es un proyecto de largo aliento, que Grájeda (1926) comenzó a idear a finales de los años sesenta, cuando realizaba una especialización en Estados Unidos.
El profesor recuerda que fue la envidia la que lo empujó a enfrascarse en el estudio más riguroso del quechua, una lengua que aprendió siendo niño en su población natal, Santiváñez (provincia Capinota).
Estando en Estados Unidos, donde estudió gracias a una beca, se entera de que una compatriota suya impartía clases de quechua a ciudadanos no bolivianos, lo que le permitió entrever que el idioma nativo de la región andina era objeto de interés y curiosidad, incluso, fuera de las fronteras bolivianas. La envidia de saber que una profesora boliviana podía enseñar quechua lo llevó a plantearse a sí mismo la conveniencia de dedicarse a lo mismo, en lo posible, con una rigurosidad mayor a la de su colega.
Así pues, a su retorno al país comienza a germinar el proyecto que le demandaría siquiera 20 años de trabajo continuo, durante los cuales fue capaz de superar no pocos tropiezos e inconvenientes que demoraron la publicación de su diccionario.
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