martes, 2 de abril de 2013

Nuevos poetas y no tan nuevos

Con motivo de la celebración del día de la poesía el 21 de marzo, una periodista me hizo una entrevista telefónica, habida cuenta de que en ese momento estábamos en ciudades diferentes. En cierto momento, a raíz de una pregunta que no recuerdo con exactitud, surgió la cuestión de la antología Cambio climático y los jóvenes poetas bolivianos.

Como se recordará, Cambio climático, panorama de la joven poesía boliviana (primera edición: Fundación Simón I. Patiño, La Paz, abril de 2009. Segunda edición bilingüe francés español: Changement d’ambiance panorama de la jeune poésie bolivienne. Editions Patiño, Ginebra, Suiza, noviembre de 2009) es un libro cuyos antologadores fuimos Juan Carlos Ramiro Quiroga, Jésica Freudenthal y quien escribe. En él se consigna una pequeña parte –mínima diría– de la obra poética de 28 poetas bolivianos jóvenes (14 mujeres y 14 varones) de entre los 22 y los 33 años.

Han pasado cuatro años desde la publicación del texto y, a esta corta pero no soslayable distancia temporal, la pregunta de la periodista me pedía una opinión acerca de cuáles de los poetas consignados en ese panorama habían continuado escribiendo y ofreciendo una obra de calidad.

Sin tener el libro a la vista, mencioné algunos nombres inobjetables. El orureño Sergio Gareca, la cruceña Emma Villazón, el paceño Guillermo Augusto Ruiz y una de las co autoras de la selección, Jessica Freudenthal. Y lo hice porque la obra de esos cuatro autores se ha enriquecido notoriamente desde la fecha en que se publicó Cambio climático. Sergio Gareca publicó un par de libros y obtuvo un premio internacional. Emma Villazón acaba de presentar otro poemario, Jessica Freudenthal de igual modo, publicó más y fue invitada a participar en eventos internacionales y, Guillermo Augusto Ruiz que radica en Francia, publicó su primer libro de resultas de haber obtenido una mención en el concurso nacional de poesía Yolanda Bedregal. Cabe recordar también con entusiasmo la labor de traducción que Guillermo ha emprendido entre el francés y el español y cuyos frutos pueden leerse con fruición de cuando en cuando en la prensa nacional.

Ahora que, para escribir estas líneas hojeo un ejemplar de Cambio climático, me sorprende el hecho de que a muchos de ellos les he perdido la pista. Otros hay, a quienes veo a veces o de quienes me llega alguna noticia, referida a alguna publicación, a algún evento literario, etc. Sé por ejemplo que Rodny Montoya prepara un libro de inminente publicación, que Pamela Romano cursa estudios de teatro en Buenos Aires, que Monserrat Fernández es docente de la carrera de literatura de la UMSA, que Clider Gutiérrez se dedica a su exitosa profesión de Psicólogo en Santa Cruz, que Adriana Lanza pasó una larga temporada viviendo ¿escribiendo? en Riberalta, que Alejandro Pereyra está embarcado en nuevos proyectos cinematográficos, luego de su primer y sugerente largo metraje, que Eufemia Sánchez se casó con un novelista ecuatoriano y radican en Quito, que Mariana Ruiz ha publicado libros de literatura infantil, que Omar Alarcón desarrolló una fructífera y solidaria labor con los internos del psiquiátrico Pacheco de Sucre. En fin, tampoco sé mucho más. Y es que, entre otras cosas, constato que dejé de visitar la mayoría de los sitios web de donde surgieron no pocos nombres y poemas que luego formaron parte del proyecto Cambio climático. Creo que es un buen momento para volver a navegar por las aguas de la poesía boliviana en la red, pues me gustaría mucho poder leer algo nuevo de Pablo Osorio, de Diego Andrés Mejía, de Carolina Hoz de Vila, de Elvira Espejo, y reafirmarme en la sospecha que hace cuatro años nos animó a hacer la antología: la cantidad y calidad de la obra de los jóvenes poetas bolivianos bien merece visitarse con cierta frecuencia.

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