lunes, 29 de abril de 2013
Mucho ruido y muchas nueces en el número 31 de ‘Ataralarata’
Pocas revistas como Ataralarata —palíndromo de autoría cortazariana— pueden preciarse de sumar en un solo número, como lo hace la publicación cochabambina en su última entrega, una lista de colaboradores de tan alto vuelo.
La lista de escritores que participan en el número 31 de la revista se abre con Luis H. Antezana J. y un texto sobre un asunto grato si los hay: los gatos y su presencia en la literatura. Pasando la página aparece el nombre del historiador Antonio Mitre, hace tantos años ya residente en el Brasil, que desgrana para solaz de los lectores sus “Cavilaciones”. Vaya un botón de muestra: “El tango es la única música que Dios se permite bailar sin mella de su divinidad”.
El editor de Ataralarata, Antonio Mayorga Ugarte, participa en su propia criatura con “Un mapa del infierno”, un breve texto sobre la suicida Alejandra Pizarnik. No bien se trasuntan las páginas centrales—dedicadas a la “Anatomía de la melancolía” del inglés Robert Burton (1577-1640)— aparece el otro Mitre: el poeta y ensayista Eduardo, habitante de la isla de Manhattan, con “La poesía de Martha López-Luaces: en el entrecruce de varias tradiciones poéticas”.
Dos firmas cierran este número de Ataralarata: Juan Cristóbal MacLean con una de sus inteligentes crónicas-ensayo, esta vez sobre Sica-Sica. Y Fernando Mayorga, analista político que ahora se distrae de esos temas con una de sus manías: recopilar fragmentos de películas en las que se nombra a Bolivia como una alegoría de lo recóndito, inverosímil o raro.
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