domingo, 17 de abril de 2011

Una novela desentraña a Únzaga de la Vega, el “antihéroe del fracaso”

“El día en que cumplía 43 años, sus compañeros de la Falange querían darle de regalo la Presidencia de la República. Estalló el intento de golpe y el grueso de los altos dirigentes murieron fusilados, pero Únzaga no. Más de medio siglo después, se esclarece el misterio de su muerte”.

Una figura mítica. Una incógnita histórica. Un tabú político / ideológico. Más de una década, años de trabajo. Con todos los bemoles que conllevó, Morir en mi cumpleaños, la biografía novelada de Óscar Únzaga de la Vega, dejó muy satisfecha a su autora, la periodista e historiadora Lupe Cajías, quien afirma, muy segura, que es su “mejor libro”.

Poco le falta a la escritora para conocer la palabra final de los lectores. El libro se presentará el martes 19, a las siete de la noche, en el auditorio de la Asociación de Periodistas de La Paz.

Un tema apasionante

Siendo para muchos un símbolo de la extrema derecha e incluso del fascismo, ¿por qué meterse con un personaje tan complejo?

“Desde chica -cuenta Lupe- me apasionó la figura de Únzaga de la Vega, no sólo porque era primo hermano de mi mamá, sino sobre todo por las historias de torturas y persecuciones de la rosca del MNR a los militantes de la Falange Socialista Boliviana (FSB) y por el aura de misterio que siempre lo rodeó”.

Tras darle vueltas a la idea durante un buen tiempo, a fines de 1998 Cajías se decidió por fin a llevar adelante la investigación, que inicialmente iba a plasmarse en un libro de historia.

“Durante todos estos años, con pausa entre 2003 y 2005 (cuando asumió un puesto ejecutivo en el Gobierno), dediqué casi todos los viernes a trabajar en el tema; consulté hemerotecas, leí decenas de libros y documentos y entrevisté a mucha gente: testigos de la época, familiares de Únzaga, dirigentes, médicos'”.

Pero la mejor fuente fue un baúl secreto. Cual trama de una novela policial -género del que la autora reconoce bastante influencia en esta obra- un secreto de Estado guardado bajo siete llaves y con fecha expresa de apertura, en el Archivo Nacional de Sucre, fue la clave.

“Wálter Guevara, quien era ministro del Interior en 1959 -año de la muerte del fundador de la Falange- dejó los documentos de este caso en una caja sellada y con instrucciones de que no se abra hasta 2005; tuve que esperar tantos años para revisarlos'”.

De tratado a ficción

“Hoy es 19 de abril de 1959. Cumplo 43 años. Es domingo y amanece, ¿serán las seis?, ¿serán las siete? A lo lejos escucho tañir las campanas. ¿Serán las de la capilla del Espíritu Santo? ¿Serán las de la Catedral? No, no pueden ser las de la Catedral, está lejos. ¡Qué curioso que las campanas de una capilla suenen tan fuerte! O soy yo que este día de otoño percibo todo con más intensidad”.

Desde el primer párrafo de Morir en mi cumpleaños se demarca el tono: literario, en primera persona y muy introspectivo.

Un imaginario monólogo interior de Óscar Únzaga de la Vega se intercala con relatos de testigos, detalles de los acontecimientos de ese 19 de abril y de los procesos y alegatos judiciales posteriores.

“Cuando tenía casi 800 páginas redactadas para un libro de historia, me di cuenta que no daba más. El personaje es tan fuerte que se perdía y pese a todo el esfuerzo invertido no me costó mucho animarme por una novela histórica”.

Salvo las reflexiones internas del protagonista y, obviamente, los diálogos del resto de los personajes (todos verdaderos e identificados con nombre y apellido), los hechos son reales.

En el epílogo de la novela, y en referencia a la madre de Únzaga, se lee: “Cuando empezó la agonía, yo le limpiaba el sudor de los cabellos y la frente. Al expirar, ella me dijo: “Adiós Maruja, despídeme de todos. He traído al mundo seis hijos y no tengo ninguno que me cierre los ojos. El último, mi Óscar, murió en la misma fecha de su nacimiento, murió el día de su cumpleaños”.

En 280 páginas se exponen -finalmente- las claves y detalles de la vida, muerte y legado de Óscar Únzaga de la Vega, “un verdadero antihéroe del fracaso”, tan mencionado pero a la vez tan desconocido por las últimas generaciones de bolivianos y tan enigmático para la historia.

Morir en mi cumpleaños
Coro: Nosotras somos las madres, somos las viudas, somos las hermanas, somos las hijas de los otros muertos, de los muertos en el Cuartel Sucre y en las calles, aquel domingo 19 de abril, cumpleaños de nuestro querido Óscar Únzaga de la Vega.

Después de muchos años pudimos contar lo que sabíamos y lo que pasó con nuestros seres queridos.

Los camaradas de Óscar Unzaga de la Vega eran casi todos jóvenes, estudiantes, recién graduados, ex cadetes. La plana mayor fue acribillada cuando asaltaban el Cuartel Sucre como acto principal del golpe falangista del 19 de abril de 1959. Otros conjurados murieron en las acciones frente al Tránsito, en la Avenida Mariscal Santa Cruz, o cerca de San Francisco, atrio tradicional de las revueltas paceñas.

El Gobierno sacó varios comunicados y declaraciones sobre los sucesos:

“Están totalmente politizados”, dijo de los estudiantes. Como ejemplo citó a la organización de los “Camisas Blancas”, “jóvenes de 16 a 19 años que reciben instrucciones políticas y actúan con fanatismo. Ellos han actuado el domingo 19 por directivas recibidas anteladamente. Trazaron para esa oportunidad objetivos determinados, entre ellos, el Colegio Gualberto Villarroel”. (Fragmento de la novela)

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