viernes, 15 de abril de 2011

‘He regresado a ese primer amor hacia las novelas policiacas’ Edmundo Paz Soldán

— En Norte hay tres personajes sobre los que se construyen tres historias que llegan a cruzarse. Sin embargo, el personaje de Jesús, el asesino en serie, parece dominar el libro (...).
— Al arrancar el libro ésa no era la idea, pero a medida que avanzaba Jesús se acabó imponiendo. Al terminar mi anterior novela, Los vivos y los muertos, sentí que aún me quedaba mucho por explorar en el ámbito de la violencia. Y con Jesús, que está inspirado en un asesino en serie real, he regresado a ese primer amor que tuve de adolescente hacia las novelas policiacas. Entonces, lo que me interesaba era la solución del caso y ahora lo que me atraía era ahondar en la mente del asesino.
— Un inmigrante que ataca a mujeres blancas que viven cerca de las vías del tren (...) no es políticamente muy correcto, ni es buena prensa para los inmigrantes en Estados Unidos (...).
— Quería que fuera un personaje que se defendiera por sí solo, pero que también tuviera valor simbólico. Jesús es la encarnación literal de ese miedo que está en el imaginario del americano medio, que piensa que el inmigrante ilegal va a entrar por la noche en su casa a violar a su mujer y a asesinar a su hija. Por eso me atraía esta figura, porque condensaba muchas de las cosas que no aparecen mucho en la discusión pública sobre la inmigración, pero que existen (...). Quería narrar esa pesadilla, pero narrarla desde la cabeza del psicópata, y no reducirla a una caricatura. Además, como escritor me interesa ahondar en la herida, en el conflicto que puede plantearlo políticamente incorrecto. La novela se construye según sus personajes. Me interesa cómo son y si se defienden más allá de que sus acciones sean despreciables.
— Es un escritor muy interesado en la política. Norte podría haber sido una novela más política, pero tomó un rumbo centrado en la psique de los protagonistas, ¿por qué?
— No quería que la novela se convirtiera en un tratado sociológico. Uno de los personajes, el ranger, en un principio me sirvió para exponer mis ideas sobre la frontera. Pero cuando me di cuenta de ese sesgo decidí cortar esa voz, que era mucho más pronunciada en las primeras versiones del libro. No quería ser yo hablando a través del personaje. Por eso he preferido dejarlos en su perspectiva del día a día, donde no hay espacio para el análisis ‘macro’.
— ¿Ha pensado escribir una novela más de denuncia de la situación del inmigrante?
— En la materia del deseo aparece el drama del que vive acá soñando con Latinoamérica y que al regresar allá no se encuentra a gusto (...). La que me estoy planteando ahora también está relacionada con psicópatas, pero desde otra perspectiva. Es una novela de ciencia-ficción, pero en la que se habla de las guerras de Irak y Afganistán (...).

Teatro
Brasil/Escénica
‘Las hojas del cedro’ se hacen incomprensibles

Migración y búsqueda de identidad entre lo moderno y lo tradicional. Tales los temas en los que la compañía brasileña “Arnesto nos convidou” se propone sondear desde el teatro. En esto sigue las líneas trazadas por el autor y director de la obra Las hojas del cedro, Samir Yazbeck, quien echa la mirada a la migración libanesa al Brasil de los años 70. Esos los antecedentes. Veamos ahora las consecuencias.

Ciertamente, una anécdota, una historia individual, por muy íntima que sea, bien puede trascender, tocar fibras de otras personas, tal la virtud que se aplaude en el arte. Pero esto es lo que no consigue el elenco (siete personas), no tanto por lo que cuenta —el drama de una mujer cuyo padre libanés quiso abandonar a su madre embarazada; que tuvo que dejar de lado la construcción de una carretera (por culpa de los militares) y entonces, frustrado, dejó de comunicarse con su hija— sino por cómo lo cuenta.

El texto carece de vuelo, de sutilezas. Y no ayuda la forma de encarnar de los actores, peligrosamente melodramáticos. La excepción es Cicero, el protagonista; pero no basta. De paso, en el escenario hay objetos y sujetos que muestran las incoherencias de la puesta: ¿realista, como la ropa de la mujer libanesa, la laptop de la esquina o la ciudadana alemana? ¿abstracta como la presencia de la niña-fantasma? ¿sugerente como pretenden ser los colgantes de la escenografía (adorno)?

Si es teatro de principiantes, valga y pase. Pero, ¿qué hacía en el Festival de Santa Cruz? ¿Qué hace en Escénica?

Mabel Franco Ortega
es periodista.

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