viernes, 8 de abril de 2011

Las fotocopiadoras se han convertido en “librerías pirata”

Las fotocopiadoras establecidas alrededor de las universidades y colegios se han convertido en una especie de “librerías pirata” que generan considerables ingresos compitiendo deslealmente con el aún incipiente mercado de la lectura en el país.

Estos sitios venden casi cualquier título que esté en el mercado nacional y mundial. Unos muestran simplemente la tapa de los textos y otros exhiben extensas listas donde el comprador puede elegir entre una amplia gama de opciones.

Al recordarse el 23 de abril el Día Internacional del Libro, las producciones literarias, académicas y de otros géneros tienen como competencia no sólo a las ediciones pirata de los libros que se venden en las calles, sino a estas ediciones rústicas que ofrecen las fotocopiadoras.

Entre el bolsillo y lo legal

Parte de la cotidianidad de un universitario es comprar los libros en las fotocopiadoras cercanas a su centro de estudios, como afirma Juan Paco, estudiante de la UMSA.

“Hay muchas cosas que se tienen que considerar. La mayoría de los estudiantes no tiene el dinero suficiente para comprar libros originales. Otro punto es que algunos de los títulos son tan antiguos que ya no existen en las librerías y son nuestros docentes quienes dejan los textos en las fotocopiadoras para que luego los recojamos de allí”, explica.

Según la opinión de Paco, aunque la compra de estos textos fotocopiados signifique que está haciendo algo malo o ilegal, en tanto le ayude a gastar menos lo seguirá haciendo.

Pero no sólo son libros académicos los que se comercializan. Se pueden encontrar también títulos como Por qué los hombres aman a las cabronas o Mentiras que las mujeres creen. Otras ofrecen ediciones antiguas que no siempre están disponibles en las librerías, como Las flores del mal de Charles Baudelaire.

La gerente de la Cámara Departamental del Libro de La Paz, Ana Patricia Navarro, expresa que la demanda de los libros académicos que se hacen en las fotocopiadoras es mayor a otro tipo de títulos que se ofrecen en librerías.

“Hacer un libro conlleva todo un proceso que estamos tratando de transmitir a las personas, aún no vemos al libro como un bien familiar. Pero también sabemos que a pesar de toda la competencia desleal que existe la producción editorial boliviana se ha incrementado, las personas compran mucho por internet, lo que sirve para exportar la creación literaria del país” comenta.

Navarro manifiesta que nuevamente se está tratando la creación de la Ley del Libro con el Ministerio de Culturas. Actualmente se trabaja tomando como referencia una ley del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, motivo por el cual funcionarios de la Cámara del Libro y del Ministerio de Culturas fueron, en pasados meses, a Colombia a fin de revisar dicha disposición.

Sobre el tema, Navarro afirma que “no estamos protegidos, el tema de los impuestos es a veces problemático porque el marco legal es incierto. Existe la Ley 843 de Reforma Tributaria que está mal entendida y mal interpretada respecto a la aplicación de impuestos a la venta de libros. Tenemos un marco legal muy pobre”.

Una de las librerías que convive con fotocopiadoras y venta de libros pirata en el Pasaje Trigo, cerca del Monoblock de la UMSA, es Yachaywasi. Marlene Márquez, administradora, dice que se ha intentado varias veces trabajar con las autoridades para que se realice el decomiso del material pirata, pero son acciones esporádicas que no tienen resultados.

Márquez explica que los libros académicos de ciencias puras, tanto vendidos en fotocopias como en libros pirata, son los más costosos. Si un original cuesta desde 200 a 450 bolivianos un pirata cuesta un 80% menos.

“Sería útil tener una Ley del Libro por el tema de impuestos, que hace que el costo de los libros se incremente desde un 10 a un 50%”, indica.

Un pirata de las fotocopias

Asimismo, Márquez explica que no sólo son los libros académicos sino también las novelas y otros géneros de autores bolivianos que son comercializados, algo que no se debería permitir bajo ninguna circunstancia.

Luis Requena es un ex trabajador de una fotocopiadora que ahora vende libros relacionados a la legislación.

Comenta que el movimiento en las fotocopiadoras es siempre fluido cerca de las universidades, institutos y facultades.

“Yo trabajaba cerca de una facultad y un colegio. Ya teníamos los títulos que nos dejaban los profesores o docentes, pero también nos fijábamos en otros libros como novelas o cuentos. Si nos pedían fotocopias de un libro más de tres o cuatro veces preguntábamos si lo habían pedido en alguna de las materias y nos hacíamos una copia para ofrecer”, cuenta.

De los títulos que Requena recuerda haber sacado fotocopias están La Gula del Picaflor de Juan Claudio Lechín o La Chaskañawi de Carlos Medinaceli, entre muchos otros.

19 años de la Ley de Derechos de Autor
La Ley de Derechos de Autor en Bolivia fue promulgada el 13 de abril de 1992, y fue reglamentada en diciembre de 1994.

La misma establece en su artículo 15 que el autor de una obra tiene el derecho exclusivo de realizar, autorizar o prohibir la reproducción de su obra total o parcialmente.

En cuanto a las sanciones penales, dicha ley menciona que serán las establecidas por el Código Penal, en su artículo 362.

En el artículo 68 de la ley se establece que viola dicha norma quien en relación con una obra o producción publicada, sin permiso del titular del derecho de autor, la reproduzca, adapte, transforme, modifique, refunda o comprenda y edite o publique alguno de estos trabajos por cualquier modo de reproducción, multiplicación o comunicación al público.

Por otro lado, el artículo 103 de la nueva Constitución Política del Estado señala, a su vez, que el Estado registrará y protegerá la propiedad intelectual, individual y colectiva de las obras y descubrimientos de los autores, artistas, compositores, inventores y científicos, en las condiciones que determine la ley.

No hay comentarios:

Publicar un comentario