domingo, 17 de abril de 2011

Día del Libro, una fiesta con nuevas formas de lectura


ectura: Varios formatos han superado ya al libro convencional en la era digital que vivimos.

Carmen Sigüenza-EFE- Desde 1995, cada 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, fecha que instauró la UNESCO para conmemorar la muerte de Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, en 1616. Así, esta fecha en la que se entrega el Premio Cervantes, el galardón más importante de las letras hispánicas, se convierte en una fiesta de la lectura que hoy traspasa la tradicional manera de entender el libro.

Las nuevas formas de lectura han superado al libro convencional, en la llamada era digital, con el libro electrónico, el iPad, las bibliotecas digitales o los móviles de tercera generación, donde también se puede leer textos o narraciones.

Pero no solamente el libro parece que ha superado la era Gutenberg, sino que también la propia lectura ha salido de su tradicional recogimiento entre las paredes de salones, bibliotecas y hogares, y ha roto fronteras para buscar futuros lectores en los lugares y rincones más insólitos del mundo.

Hay otras formas de leer que llegan a lugares aislados, como el conocido “Biblioburro”, la biblioteca rural viajera que nació en La Gloria, Colombia, a lomos de dos burritos: Alfa y Beto, conducidos por Luis Soriano Bohórquez, un joven profesor amante de la lectura que lleva hasta las aldeas apartadas su biblioteca itinerante con cuentos, libros y toda clase de materiales didácticos para los niños de las veredas.

Libros que se mueven tanto en zonas rurales como urbanas, de otra manera, y que desde hace algún tiempo también pueden estar en los medios de transporte como el “Blibliometro”, un servicio del metro de Madrid, en colaboración con el ayuntamiento de la ciudad y la comunidad autónoma que ofrece el servicio de préstamo de libros gratuito.

Unas bibliotecas que en temporada de verano también se lanzan a la calle con programas tales como “Bibliotecas al sol” o “Lectura al fresco”, con las “biblioplayas” o “bibliopiscinas” que ofrecen libros y revistas en innumerables puntos de diferentes zonas turísticas.

Los bebés también han alcanzado protagonismo en ese sentido con las denominadas “Bebetecas” o con “Libros desde el Primer Día”, experiencias que se están llevando a cabo en lugares como España o Argentina y que consisten en poner a disposición de los niños en distintos lugares o parques, textos y volúmenes que puedan manejar.

BOOKCROSSING: COMPARTIR LIBROS. La actividad más novedosa en torno al libro en la ciudad es el llamado Bookcrossing, el movimiento global para liberar y compartir libros que no sabe de fronteras. Es una manera emocionante de disfrutar la lectura que consiste en compartir un libro que te haya gustado con el resto del mundo.

Una experiencia en la que también, si se quiere, interviene internet, la red de comunicación de ha cambiado el mundo, para registrarse en un página una vez que se haya leído el libro.

Después de la lectura, el lector puede compartir su experiencia con alguien dejando el libro en un parque, un banco de una calle, en una cafetería, hospital... o en cualquier punto al azar donde haya alguien que pueda recogerlo, y, tras leerlo, dejar su mensaje en internet en la entrada donde el volumen esté registrado.

Motivaciones y reclamos diferentes para atraer a los más jóvenes hacia el fascinante mundo de la lectura, a la magia de las palabras que cada individuo vive a su manera.

“La lectura nos ofrece también el placer de la inteligencia ¿Qué otro arte nos permite también pensar como Pascal, razonar con Montaigne, meditar con Unamuno o seguir los vericuetos de la mente de Vila Matas o Sebald?”, escribe el escritor y crítico argentino Alberto Manguel, en Elogio de la Lectura.

EN INTERNET. Cambios en el fondo y forma de entender la lectura que también han alcanzado a determinados autores que han decidido cambiar de soporte e incluso utilizar nuevas formas de narrar, y, en este sentido, tienen principal protagonismo los denominados blog, o cuadernos de bitácora, en los que escritores, periodistas, o todo el que lo desee, puede escribir y actualizar los textos y artículos diariamente.

Ya es de uso común, además, que los escritores abran sus propias webs en internet para cada una de las novelas que van publicando y lanzan al mercado.

Y otros autores, como los conocidos escritores españoles Fernando Marías o Lorenzo Silva, gracias a las nuevas herramientas tecnológicas, cuentan incluso con la participación de los lectores con el fin de que les aporten pistas, nuevos personajes o se conviertan ellos mismos en protagonistas.

Móviles de tercera generación en los que se puede leer microrrelatos o escribirlos, los SMS, los iPohn o las redes sociales son otras maneras que han hecho cambiar la narrativa y ¿por qué no? la estética de un escritura que parece que está condenada a cambiar minuto a minuto.

Impreso y digital en Bolivia

Marcelo Paz Soldán - Ecdótica.com

En su Oda al libro, Pablo Neruda señalaba: “Libro de poesía/de mañana,/otra vez/vuelve/a tener nieve o musgo/en tus páginas”. Lo que Neruda no se imaginaría, supongo, es que con los años los libros podrían convertirse en digitales. ¿Hubiera hecho Neruda una Oda al libro digital al saber que, probablemente, los libros no vuelvan a tener nunca más musgo entre sus páginas? ¿Se hubiera imaginado que ahora podemos leer casi cualquiera de sus poemas dondequiera que nos encontremos con una computadora y una conexión de internet?

En estos días no podemos pensar en el libro impreso como única opción, sino que éste tiene nuevas alternativas de lectura. Los libros digitales pueden ser leídos en un monitor sin necesidad de tenerlos físicamente entre las manos. La nostalgia da paso a una realidad de la que ya no podemos escapar.

Las editoriales en Bolivia publican libros impresos, los cuales pueden tener una segunda, tercera, cuarta edición, etcétera. Publican tanto ficción como no-ficción, a los autores más importantes y a los mejores. Por otro lado, existen ediciones de autor que revisten una particular importancia en el panorama editorial en Bolivia, éstas son solventadas por los mismos autores, al no encontrar editoriales que los auspicien.

En algunos casos se puede tratar de libros de buena calidad, pero no tienen difusión nacional ni mucho menos impacto, que no es lo que sucede con editoriales grandes, tal el caso de Santillana y La Hoguera, que hacen textos escolares de difusión nacional y, por tanto, de alto impacto.

En el caso de los autores de ficción, la realidad, sin ser la misma, es muy parecida. Muchos poetas tienen sus propias ediciones que tienen baja difusión y, claro, bajo tiraje. Algo así como sucedió con El escalpelo, de Jaime Saenz, de 1955, que es su primer libro de poesía publicado por él mismo. Esto lleva a reflexiones adicionales como: ¿Qué estarán haciendo con sus obras aquellos escritores que tienen mucho talento, pero no encuentran los espacios para publicar? Es probable que nos estemos dando el lujo de perder escritores muy talentosos, ya que no existen los medios para publicarlos.

Para las editoriales establecidas, el camino está lleno de dificultades: elevados costos de impresión; alta comisión de las librerías, quienes, muchas de ellas, ni siquiera quieren pagar; reducido mercado (una edición de 1000 ejemplares, en promedio, puede tomar en venderse al menos cuatro años); pocos lectores; excesivos impuestos; piratería hasta tal punto de convertirse en el mercado regular; contrabando; un Estado que no incentiva la lectura. En fin, un camino de piedras en el que hay que caminar descalzo.

A pesar de ello, las editoriales en Bolivia se han vuelto más competitivas internamente y cada una decidió su propia línea editorial. Algunas apuestan por ciertos autores y otras al texto en sí, pero, paralelamente, se dedican a otras actividades, digamos, más lucrativas, como los libros escolares. Otras publican todo tipo de libros, por lo que su oferta es inmensa. Así, en los últimos 15 años, el mundo de los libros en Bolivia se ha complejizado y extendido.

Las ediciones digitales tienen una serie de ventajas, como no poseer costos de impresión, por lo pronto no pagan impuestos, llegan a lectores de todo el mundo apenas se suben las notas/libros. Se ha democratizado la lectura. Todos pueden publicar, aunque la calidad de los textos es tremendamente variable. El que no quiere leer no lo hace simplemente porque no le da la gana. Se va quedando sin la excusa de que los libros son muy caros. La red de libros en Bolivia pone a disposición de los lectores una mayor cantidad de textos almacenados en distintos servidores, por lo tanto, su acervo crece día a día.

Pero los libros impresos no compiten con los digitales, ya que los lectores quieren de ambos. Es, simplemente, leerlos sin importar su soporte. Como señala Josefina Delgado en El Bosque de los Libros: “No se lee para descubrir verdades. La literatura, la poesía no pretenden disponer de ninguna verdad. Sin embargo, pueden ayudarnos a entender. Frente a la realidad, disipar sombras, revelar sueños, ofrecer algunas respuestas posibles a los misterios repetidos de la humanidad”.

El mercado de libros impresos en Bolivia sigue creciendo y ya se puede encontrar muchos libros en formato digital. Ahora es cuestión de tiempo para que empecemos a comprar libros en formato digital y que estén disponibles para los lectores en todo el mundo.

Para destacar

Nuevas formas de leer llegan a lugares aislados, como el “Biblioburro” en Colombia.

Las bibliotecas salen a las calles, al metro, piscinas y playas. Así se fomenta la lectura.

Los blogs o bitácoras, móviles, iPhone, SMS y las redes sociales cambian la narrativa.

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