domingo, 22 de diciembre de 2013
Pedro Shimose. La querencia aquí y allí
Poeta del exilio, en el sentido ovidiano del término, la poesía de Pedro Shimose expresa asimismo la experiencia del retorno. Si en Quiero escribir pero me sale espuma (1972) manifiesta la profunda herida de la expulsión y la añoranza de su patria, en varios otros poemas de Bolero de caballería (1985) y de Riberalta y otros poemas (1996) cifra la experiencia del retorno. “Escrito en el lago Tumichucua” compuesto a la manera de una carta dirigida a su esposa Rosario, comunica en principio un sentimiento de ajenidad en su tierra, alimentado por la nostalgia amorosa de ella, radicada con el poeta en Madrid. El reencuentro con la patria, con su pueblo y sus gentes, despierta en Shimose una rememoración del encuentro amoroso con Rosario en plena juventud y en el mismo paisaje natal: “Bajo las palmeras / en el agua clara de la felicidad/ cosechando lunas/ bajo los floridos toborochis de nuestra juventud”. Nostalgia doble, espacial: por Madrid; y temporal: por la juventud, fundidas ambas en una presencia: la esposa. Una vez más, la experiencia del retorno se manifiesta contigua a la del amor. El final de este poema, testimonio y homenaje, invierte el espacio del exilio y el de la añoranza. Si éste en el exilio era Riberalta sentida desde Madrid, en “Escrito en el lago Tumichucua”, lo es la capital española, implícitamente añorada desde Riberalta. En el fondo, el retorno descubre la doble pertenencia y querencia del poeta.
Pero ningún espacio o paisaje tan predominante en su poesía como el de su patria nativa, donde —como él mismo señala— reposan sus progenitores, y de la cual provienen sus recuerdos de infancia y juventud que regresan tanto en el poema que comentamos como en el hermoso “Riberalta”, el cual da título a su libro inspirado en su suelo natal. En las últimas líneas de este poema, leemos: Llueve,
llueve sin parar, afuera,
en un paisaje con canoas
que bogan río abajo.
Hasta el arcoiris
sigue lloviendo en mí. La hermosa imagen del arcoiris cambia el signo de la lluvia amenazadora y sella en la interioridad del poeta su reconciliación con el espacio de aquí y el de allí, el del exilio y el del retorno. Tras poemas así, solo cabe añadir: ¡Chapeau!, y volver a pedir: ¡Sombrero de saó!
ESCRITO EN EL LAGO TUMICHUCUA
PEDRO SHIMOSE (1941)
A Rosarillo
A 10.000 km de ti, descubro
a un hombre
acostumbrado a otro país,
a otra ciudad,
a otras amistades.
Mi país:
humo de nostalgia,
casi un sueño.
Cuando recorro
estos caminos polvorientos
te siento pegadita a mí,
con tu risa llenándolo todo,
amando lo que yo amo,
naturalmente,
doliéndote conmigo de esta pena
difícil y profunda,
¡yo qué sé!
Mi madre y mis amigos me han
traído
al lago.
A ti te echo de menos
con una flor de suchi en el pelo
prendida
Como cuando estábamos juntos
aquí,
bajo las palmeras,
en el agua tibia y clara de la felicidad,
cosechando lunas
bajo los floridos toborochis
de nuestra juventud.
Pero no estás junto a mí
y yo tampoco estoy conmigo.
Más triste sin ti es la tristeza de amar
a este país. Solo espero
volver a verte pronto,
antes de que el tiempo
nos borre y llegue
la época de lluvias.
(Bolero de caballería, 1985)
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