miércoles, 27 de julio de 2016

Hilda Cuéllar propone poemas desde la nostalgia



Echar de menos a un ser querido muchas veces puede llegar a derrumbar a una persona, más aún si se trata de alguien cercano como una madre, un hijo o una esposa o esposo, que se ha marchado muy lejos por mucho tiempo. Entonces, parece no haber remedio y uno se deja arrastrar por la nostalgia. Se suele escribir algunas líneas en una hoja de papel o decir algunas palabras sueltas en la soledad de una habitación que transmitan lo que se siente, y quizá derramar más de una lágrima. Esto lo vivió en carne propia Hilda G. Cuéllar Gutiérrez, que a causa de una arrasadora nostalgia se convirtió en poetisa.

Nació en 1975 en Roboré. Desde niña leía mucho: cuentos, novelas, poemarios. Tenía en su casa una copiosa cantidad de libros suficientes como para instalar una biblioteca, ya que a sus padres les gustaba leer e incentivaban la lectura en sus hijos.

Estudió educación y relaciones públicas; actualmente ejerce la docencia en el colegio Ángel Chávez de Santa Cruz, como maestra de tercero de primaria. Se casó con un médico. Como profesional en la educación, además de ser maestra, trabaja para el Centro Cultural Simón I. Patiño realizando talleres sobre metodología de la lectura en unidades educativas de su natal Roboré.

Escribió cuentos infantiles, pero nunca se animó a publicarlos porque no tenía la seguridad de contar con el talento suficiente. Más adelante, escribió poemas y sintió la necesidad vehemente de difundirlos.
“Mi esposo viaja, se va a África por cuestiones de trabajo, entonces yo empecé a extrañarlo mucho.

De pronto vienen esos sentimientos de nostalgia, tristeza, recuerdos, soledad. En vez de estar llorando solamente o deprimirme decidí escribir, y de pronto salió este poemario que le puse Pirotecnia de nostalgia porque toma un montón de elementos intangibles. Pirotecnia, porque es como los fuegos artificiales. El ser humano dentro de su corazón tiene un montón de sentimientos, puede manifestar alegría, tristeza, comprensión”, nos explica la autora.

Fue el reconocido escritor Manfredo Kempff y Rubén Poma, el famoso conductor de Jenecherú, quienes la animaron a publicar sus poemas en un libro. Y lo hizo.
Después de esta experiencia, mucho más animada, Cuéllar pretende publicar sus cuentos infantiles además de seguir escribiendo poesía, continuando así con su nueva carrera de escritora

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