sábado, 2 de julio de 2016

Andrés Canedo: “Me valgo sobre todo de la emocionalidad”

Un padre le pregunta a su hijo: “¿Qué vas a ser cuando seas grande?”. El chico le responde: “no sé qué voy a hacer”. El padre le aclara que quiere saber qué va a hacer, no que va a ser. Y el hijo dice que no sabe qué va a hacer, pero quiere viajar mucho. Entonces el padre le dice: “Tu sabes que se puede viajar también en el interior de uno mismo”.

Así comienza Pasaje a la nostalgia, novela narrada desde la mirada de un niño que pasa a ser un adulto. La segunda edición de la obra fue presentada en la pasada feria del libro de Santa Cruz. Su autor, Andrés Canedo, habla con EL DEBER de este trabajo

¿Qué ha significado para usted Pasaje a la nostalgia?
Es el recuerdo de mis años juveniles en Córdoba, además de una historia de amor en homenaje a la que fue mi primera esposa, también está entremezclada con otras historias de amor y con la amistad.

Yo creo mucho en lo que decía Aristóteles, que si uno se quiere ver la cara se mira en un espejo, pero si uno quiere ver quién es se mira en sus amigos. También hay una cierta argumentación en contra de la escasez del lenguaje oral para poder expresar lo más hondo de la sensibilidad humana.

La estructura es un poco diferente porque no solo hay los saltos en el tiempo, que son normales en toda la novelística latinoamericana contemporánea. He intentado que el lenguaje sea poético.

¿De qué herramientas se vale al momento de narrar?
Me valgo sobre todo de la emocionalidad. Sabemos que en todas las cosas debemos hacer un balance entre lo intelectual y lo emocional, pero también es cierto que lo intelectual sirve para ordenar las cosas. No creo en la escritura automática, pero uso la emoción como base.

¿Y la inspiración? ¿De dónde parte?
La inspiración es algo que se va desarrollando. Es curioso. Cuando empecé a escribir la novela me costaba más y a medida que iba avanzando me venían recuerdos de aromas, los cuales me traían el cuerpo, el rostro, la sensibilidad táctil de la persona recordada. Pero no era en origen la imagen de esa mujer, sino el perfume. Como hay que tener una práctica para escribir, cada vez me era más fácil seguir escribiendo.

¿Qué le parece esta edición de la novela con Kipus?
Muy linda, estoy muy contento con el trabajo que ha hecho Kipus. La editorial fue muy generosa en muchos sentidos, me aceptó directamente el trabajo sin ningún problema, incluso su labor de corrección fue muy bien lograda.

¿Qué ventajas encuentra en la novela con respecto al cuento?
Me quedo con la novela. El cuento es más rápido y, a veces, implica una dificultad para resolver una situación en ocho o diez páginas. Además, mis lecturas más fuertes han sido novelas. Cuentos, claro, leo una infinidad, porque además soy profesor de literatura y a mis alumnos le leo cuentos todo el tiempo. Yo enseño el arte de las palabras.

¿Qué obra o autor es imprescindible para usted?
Pedro Páramo, de Juan Rulfo, es lo más bello que he leído. Pero claro hay una enormidad de autores que puedo citar, desde Vargas Llosa y García Márquez hasta Borges y Cortázar. Pero la obra de Juan Rulfo me llena

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