domingo, 28 de diciembre de 2014

Zavaleta, una obra para pensar el presente



Hace 30 años murió René Zavaleta Mercado, sin duda uno de los pensadores más importantes de Bolivia y Latinoamérica del siglo pasado. Su obra diseñó conceptos teóricos para leer su época, sin embargo también son útiles para el análisis del presente, por lo cual son utilizados constantemente en un proceso intertextual de enriquecimiento de su trabajo, cosa que sin embargo no está exenta de los peligros de la canonización y el consecuente vaciamiento de sentido y simplificación de las nociones que produjo. En todo caso, la obra de Zavaleta está vigente en el campo de los estudios académicos: tiene mucho que decir.

Esta persistencia la explica Mauricio Souza, doctor en Literatura y encargado de la edición de la obra completa de René Zavaleta en Plural. La vigencia de Zavaleta Mercado se la puede entender de “diversas maneras”.

En principio, se podría simplemente “señalar lo obvio”: “que la obra de Zavaleta es el más grande aporte al marxismo gramsciano producido en América Latina. También se podría identificar otra vigencia, no tan obvia: que sus textos demuestran hasta qué punto es imposible diferenciar, separar, la producción de conocimiento y una auténtica experiencia o conciencia del lenguaje (que es otra forma de decir que Zavaleta fue un gran escritor, a secas). O, por último, se podría intentar describir su intensa influencia en otros intelectuales bolivianos”.

Sobre esto último, cuenta que recientemente revisó una tesis de posgrado, escrita en Brasil, sobre los intelectuales del grupo Comuna (grupo de teóricos en el que estuvo Álvaro García Linera y Raúl Chato Prada, entre otros): “casi todo lo que destacaba esta tesis como producción conceptual de Comuna no eran sino desarrollos, y a veces simplemente glosas, de ideas de Zavaleta”.

“Esas tres formas de vigencia que he nombrado —su producción conceptual, su escritura y su influencia— explican el hecho de que lo sigamos leyendo todavía, intensamente, como si nos dijera algo urgente”.Zavaleta murió a una edad relativamente corta, a los 47 años, sin embargo su producción teórica fue intensa, tan es así que Plural en el trabajo de editar su obra completa ha compilado tres tomos de su escritura.

El sociólogo Fernando Mayorga entiende que hay que acercarse a Zavaleta “como uno se acerca a un pensamiento clásico”, ver la “pertinencia de su producción teórica en relación con su época y su utilidad, teoría, categorías y metodología para analizar el presente y de esa manera también enriquecer el pensamiento de Zavaleta en términos de un conjunto de herramientas metodológicas pertinentes para entender la realidad política no solamente boliviana, sino en general”.

HERRAMIENTAS. Más allá de la riqueza de la escritura de Zavaleta, quedan para las ciencias sociales la producción de herramientas teóricas útiles que siguen siendo usadas para la lectura de la sociedad y la política, como, por ejemplo, sociedad abigarrada, poder dual, entre otros. Además, parte de su análisis se enfocó a analizar el desarrollo de la construcción del Estado en el caso particular de Bolivia. Hoy es del todo pertinente pensar en el estado boliviano como uno en construcción.

Zavaleta dedicó su obra a “reflexionar sobre la Revolución del 52 y el Estado creado por esa revolución, que él mismo bautizó como ‘el Estado del 52’”, describe Souza. Desde su muerte, pasó mucho: “el fracaso de la UDP, el reino y gloria de 20 años de neoliberalismo, el ‘proceso de cambio’. Pero creo que no poco de lo que pensó puede todavía servirnos para pensar este presente: por ejemplo, las astucias con que lo señorial pervive en Bolivia, algo que —pese a la discursividad descolonizadora— sigue plenamente vigente como habitus estatal, como forma de intersubjetividad”.

Otras reflexiones de Zavaleta, que Souza considera actuales, son aquéllas sobre “los peligros de un corporativismo incapaz de ir más allá de sus intereses corporativos”; o “su ataque general contra lo que veía como un desarrollismo estatal extractivista repleto de mitos y confusiones”.

De manera breve, Mayorga enumera y explica los aportes del pensamiento de Zavaleta: su pensamiento es un referente “ineludible” para reflexionar sobre la sociedad boliviana. Encuentra dos aportes fundamentales:

Uno, “una visión histórica, es decir que Zavaleta analiza el proceso político boliviano con obras muy importantes que terminan sintetizadas en su texto póstumo Lo nacional popular en Bolivia, que ve los avatares y desafíos de la construcción nacional boliviana. En esta lectura de Zavaleta lo nacional-popular es dominante respecto de lo nacional-estatal, es decir es una visión desde la sociedad”.

Dos, hay un “aparato conceptual para analizar la sociedad boliviana con dos puntos fundamentales: la caracterización de la realidad boliviana como una formación social abigarrada”, que quiere dar cuenta de la complejidad de la sociedad a partir de la coexistencia de “diversas estructuras prácticas y culturas”; y, dos, la idea de la crisis como un “método de conocimiento”, es decir que esa “sociedad abigarrada” es cognocible en el momento en que revela sus características, cosa que ocurre en momentos de crisis.

Mayorga menciona un tercer elemento: la lectura que Zavaleta hace de la democracia, a partir de los dos anteriores, no cae en una “visión institucionalista (típica de la Ciencia Política), ni tampoco viendo solo al movimiento social (típico de la Sociología), él analiza la democracia y sus distintas facetas de una manera más compleja: en las prácticas y discursos de la sociedad boliviana”. Sin embargo, Zavaleta también corre el riesgo de convertirse en un clásico en el sentido negativo, es decir, en textos que, fuera de círculos académicos específicos, son poco leídos.

En ese sentido, sobre los peligros del sentido común, dice Mayorga: “El mejor homenaje que se puede hacer a Zavaleta es no solo recuperar sus aportes para entender su época, sino la pertinencia de sus herramientas teórico conceptuales para entender nuestra realidad a través de investigaciones precisas, pero también con un acercamiento a su obra que no implique una canonización”.

“Se utiliza mucho a Zavaleta, a mi juicio muchas veces de manera errónea cuando se canoniza su pensamiento”. Eso ocurre en general, explica, con los aportes teóricos; “lo que en Zavaleta es una herramienta de análisis como la noción de ‘sociedad abigarrada’ muchas veces se convierte en un obstáculo epistemológico”, porque en vez de ser una categoría pasa a ser una palabra descriptiva. Entonces, se dice que Bolivia es una sociedad abigarrada y “se evita hacer el análisis de las características”.

Termina entonces por ser “una coartada: Bolivia es una sociedad abigarrada y punto. Se usa eso para afirmar el carácter supuestamente excepcional de la complejidad social boliviana y ése es un argumento que, en vez de motivar la investigación, impide un acercamiento analítico porque supone que, al ser excepcional, las teorías generales no tendrían validez ni pertinencia, lo que lleva a una autorreferencialidad”.

Esta distorsión y mal uso de la noción de sociedad abigarrada, que hacen ciertas ciencias sociales y cierto discurso político boliviano, en un gesto facilista, quiere hacer creer que la sociedad boliviana sería un tema de estudio inabordable. “Esto es una afrenta al pensamiento creativo de Zavaleta”, dice Mayorga.

Souza también advierte una distorsión en un paralelo con el presente al destacar una interpelación capital de Zavaleta: “La principal interpelación de su obra es esta: que lo que menos se merece una historia como la boliviana son las simplificaciones. Incluso como funcionario estatal del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) Zavaleta no olvidó eso. Algo, sin duda, que no podemos decir hoy”.

SISTEMATIZACIÓN. Si se puede hablar de un “pensamiento de Zavaleta” —sigue Mayorga— es a partir de un esfuerzo de sistematización de su obra empezado en los ochentas por Luis H. Cachín Antezana. “Lo que hay que destacar es que la riqueza de pensamiento de Zavaleta ha tenido un filtro interpretativo”. A mediados de los 80, Antezana hizo una serie de trabajos que permitieron delinear el pensamiento de Zavaleta, es decir que hubo un “ciclo interpretativo, una sistematización de su obra con un video y luego un libro que hicimos el 87, luego un texto postdoctoral también de Antezana La diversidad Social en Zavaleta Mercado, y un trabajo más exhaustivo, con la tesis doctoral de Luis Tapia”.

Entonces, hay una importante recepción de la obra de Zavaleta mediada por esfuerzos de sistematización e interpretación de sus textos, que ha servido para que pueda haber un acercamiento a lo que hoy se puede llamar un “pensamiento de Zavaleta”.

Es imposible siquiera imaginar qué pensaría Zavaleta del actual intento de refundación del Estado, sin embargo sí se pueden ver algunas persistencias en el presente a partir de sus herramientas teóricas.

Siguiendo esas pistas, Mayorga afirma que lo nacional-popular, como acción política de los sectores subalternos, se materializa en el Estado Plurinacional, porque es un proceso conducido por un bloque social de predominio campesino-indígena. Sin embargo, también se puede, a partir de las interpretaciones de Zavaleta sobre el 52 y el peso del nacionalismo revolucionario, que aunque hay “rupturas institucionales” (la creación del Estado Plurinacional) también hay “continuidades históricas de visiones, concepciones y discursos de ver la relación Estado-sociedad o Estado-orden internacional”.

Hoy, sin embargo, lo nacional es “muy distinto” a lo nacional del 52. Desde el Katarismo, que resalta Zavaleta en Las Masas en Noviembre, durante la resistencia al golpe de Alberto Natusch Busch, “se piensa lo nacional desde la heterogeneidad, se trata de una visión más compleja de lo nacional. Sigue la necesidad del proceso de construcción de una comunidad política nacional, pero el elemento de lo nacional ha cambiado mucho y Zavaleta ya había estado justamente recuperando esa diversidad de sujetos e identidades sociales”.

¿Qué pensaría Zavaleta de nuestro presente? Souza contesta: “No lo sé. Puedo especular. Tal vez se sorprendería de lo mucho que, pese a todo, la historia del ‘proceso de cambio’ se parece a la del Estado del 52, ese Estado que terminó sobornando a la sociedad que lo creó. Y quizá hasta no podría contener la sospecha de que hemos regresado a una suerte de barrientismo ampliado, con más gente y con más plata, pero barrientismo al fin”.

En todo caso, ya desde hace varios años, hay académicos que vienen hablando de una suerte de retorno del Estado-nación en el Estado Plurinacional, tras el derrumbe del débil Estado neoliberal de mediados de los 80 y todos los 90.

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