sábado, 13 de diciembre de 2014

Literatura: Magela Baudoin, premio que marca un camino de letras

El sonido de la H es la obra con la que la escritora Magela Baudoin ganó este martes el XVI Premio Nacional de Novela. El jurado conformado por Wilmer Urrelo, Arturo Rico, Julieta Caballero, Giancarla de Quiroga y Homero Carvalho fue el que tuvo la tarea de elegir este trabajo de entre 36.

Un día después de la noticia, durante esta entrevista Baudoin, de 41 años, aún pensaba en el premio como una especie de señal cósmica, una señal divina que le confirmó no haberse equivocado al decidir hace cuatro años que la literatura gobernaría su vida, cuando dejó su trabajo para irse a Argentina durante seis meses a un taller de escritura, un tiempo que le sirvió para conocer nuevas estrategias a la hora de enfrentarse con la página en blanco y desde ahí no parar. “Sé que es el camino correcto y este premio constituye un motivo más para persistir”, dijo Baudoin.

Los inicios
El sonido de la H es el tercer libro de Baudoin. Este año publicó La composición de la sal, compuesto por 14 cuentos escritos en las pausas creativas de la novela, y en 2010 el libro de perfiles Mujeres de costado.
Su conexión con la literatura se inició bien temprano, cuando era una niña y vivía en Venezuela, país en el que nació porque sus padres, ambos bolivianos, tuvieron que establecerse allí.

“Probablemente, el primer acercamiento consciente que tengo de la literatura es ver a mi padre leyendo”, comentó Baudoin. “Mis primeros textos los comencé a leer muy chica; además no tengo conciencia si empecé con Salgari porque mi papá me lo contaba o porque lo leí”, agregó esta periodista, que vivió en Venezuela hasta sus 17 años y después se vino con toda su familia a Bolivia, en 1990.

“Fue un gran corte de raíz, fue brusco, un poco violento. Como cualquier adolescente crees que haces lo que quieres y, de alguna manera, yo venía de descubrir un mundo que era hiperbolizado siempre por la memoria de mis padres, y claro, el contraste entre esa hipérbole,y lo que yo veía en realidad era algo muy difícil de llevar en un inicio”.

El periodismo
Magela se inscribió a Comunicación Social en la Universidad Católica de La Paz y escribía mucho. Fue en esa ciudad donde tuvo su primera oportunidad de demostrarse que tenía algo que decir.

“Escribía historias en la universidad, alguien me dijo que estaban recibiendo artículos en la revista Perspectiva, dirigida por César Armando Rojas”, contó la escritora. Luego de un tiempo colaborando ahí, Rojas le propuso irse al periódico La Razón, que en esos años, a comienzos de los 90, tenía como director a Jorge Canelas.

“Cuando trabajaba en La Razón llevaba muchas ideas, buscaba mucho trabajo. Iba a la calle, me inventaba temas solo por el vicio de escribir y pronto me contrataron. Estaba en la universidad y trabajaba en el diario. Es así como el periodismo, que es un oficio adrenalínico, me copó por completo”, explicó Baudoin, que compartió en esa etapa de su vida con gente como Fernando Molina, Juan Carlos Rocha y José Pomacusi.
“El periodismo me enseñó a trabajar, es una gran escuela de trabajo bajo presión, te da el oficio de mirar, el hábito de mirar. La rutina es frenética en la producción de la noticia. Nunca he vuelto a trabajar tanto.”

Cambio de planes
Después de cinco años en La Razón, Magela tuvo a su hija Luciana y el trabajo del periodismo fue difícil de sobrellevar. Cambió de oficio y comenzó en una empresa de comunicación corporativa y, aunque nunca dejó de escribir, sentía que no le daba la importancia que requería. Fue en 2010, con Mujeres de costado, un libro de entrevistas y perfiles a mujeres bolivianas como Matilde Casazola, Domitila Chungara, María Galindo y Ana María Romero, que nuevamente se encaminó. “Mujeres de costado fue la transición hacia la literatura que estaba buscando, un espacio para volver a escribir que la empresa no me dejaba.

Me puse pequeñas trampas para ese escape, esas pequeñas trampas eran escribir cosas. Entonces, en el proceso del libro fue que me dije: “Bueno, este es un camino sin vueltas”, manifestó Baudoin.

Ese año decide irse a Argentina, dejando a sus hijos y a su pareja, para asistir a los talleres de José María Brindisi, con el que aún sigue en contacto. Todo un proceso que vio sus frutos este año, con la publicación de La composición de la sal en mayo, y ahora con el premio nacional de novela. Pero Magela se apura en recalcar que esto es solo la señal para que continúe. “Los escritores somos fondistas, no velocistas. No somos corredores de cortas distancias, sino fondistas. La escritura es algo que tiene que ver más con la persistencia, con la depuración”, expresó.

Las búsquedas
Magela se presentó al concurso bajo el seudónimo de Fernanda de la Mara (Fernanda se llama una de sus hijas). Wilmer Urrelo, presidente del jurado, mencionó que se trata de una obra que toca temas de gran trascendencia y que realiza una crítica importante a la izquierda y a la figura paterna de la sociedad boliviana. También se destacó el buen manejo de lenguaje, la fuerza y construcción de los personajes y el manejo intertextual. Asimismo se resaltó el empleo del humor, que le imprime una riqueza narrativa muy atractiva para el lector.

El sonido de la H relata un proceso de transformación de dos adolescentes hacia la edad adulta, un cambio muchas veces cargado de confusión y dolor que a Baudoin siempre le interesó. “Yo no sé si para alguien es fácil responder a la pregunta elemental de quién eres. Para mí ha sido muy difícil y creo que en muchos sentidos no la he respondido. Esa es una pregunta que en la adolescencia quema”, expuso. Esa pregunta fue el motor creativo de la novela.

Uno de los personajes principales de la obra se llama Rafaela, construido a partir de una persona que Magela quiere y respeta mucho. Rafaela, de manera rebelde y aguerrida, comienza a buscar la respuesta de esa pregunta y de ahí se desprenden varios otros temas.

La mujer y la literatura
Baudoin indicó que todo lo que escribe tiene que ver con una fotografía en la memoria con la que quizás, al final, no se relaciona. “Yo de verdad quisiera escribir desde otro lado que no sea yo, de hecho, lo he intentado, pero no puedo, entonces, todo se cruza. Si me dicen que El sonido de la H tiene que ver conmigo yo digo: sí y no. Todo es ficción, pero al mismo tiempo nace de un lugar allá, profundo, recóndito, que no puedo dejar de escuchar, y que para bien y para mal está en mi literatura y creo que tiene un sello particular”, señaló.

Magela es la tercera mujer en ganar el premio, después de Luisa Fernanda Siles, con El agorero de sal (2006), y Rosario Barahona, con En el fondo tu ausencia (2012). En un ambiente literario boliviano donde se reclama más espacio para las mujeres y en el que el debate de la literatura femenina-feminista siempre está presente, la autora cree que escribe desde una sensibilidad que es femenina “pero que es a la vez tu historia íntima y al mismo tiempo tu entorno sociocultural y que no define necesariamente el tipo de literatura que tú haces”, indicó Baudoin, y continuó: “No creo que “literatura femenina” sea una categoría que sirva para definir la literatura, porque si es así, nos circunscribe a una categoría menor a las mujeres escritoras: los hombres escriben sobre la condición humana y las mujeres entonces tenemos que hacer literatura familiar”.

Además de eso, Baudoin puntualizó que no ve al feminismo como una cuestión política justa y necesaria, pero como tiene que ver con el proceso creativo define una categoría para evaluar la literatura hecha por mujeres. “Eso tiende a achatar nuestra producción y a colocarla en una categoría subsidiaria, la literatura femenina”, declaró.

Magela es actualmente docente en la UPSA y desde hace un año se hizo cargo del proyecto de un Postítulo de Escritura Creativa en esta universidad, que al año se convertirá en un diplomado. Baudoin quiere llegar lo más lejos que pueda con esto y así, algún día, darle una carrera de Literatura a Santa Cruz.

“La literatura para mí es un vicio, es una manera de sentir el mundo, de aproximarme a él. Va más allá del ejercicio de sentarme a escribir con disciplina, es una manera de retratar, de estar observando todo el tiempo”, finalizó

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