domingo, 28 de julio de 2013

Martín Céspedes Narrador de cuentos “donde haya un oído despierto”



Cine •

En la cartelera y en los DVD piratas busco siempre cine latinoamericano, indio, iraní. Para los viajes en flota me reservo las de persecuciones y artes marciales. Confieso que suelto muy fácilmente lágrimas cuando veo una peli. Recuerdo haber llorado, incluso, en una muy mala y típica película de Stallone (Vulcano).

Tv •

Soy mal televidente, ejerzo el derecho al zapping sobre todo en los noticieros. No entiendo por qué a todos se les ocurrió difundir bloopers bajados de YouTube; ya aburren.

Radio •

Es la eterna compañía, aunque desde hace tiempo es cada vez más difícil encontrar música en FM, todo es bla bla. En La Paz tengo fichadas sólo unas cuantas radios: Deseo, Fides, Wayna Tambo, París La Paz y Erbol. Me agrada escuchar radios locales cuando viajo.

Música •

Bastante ecléctico, escucho de todo y no me escapo de bailar. Siempre vuelvo a las voces de Emma Junaro, Chavela Vargas y Sabina. Hace poco descubrí que la música electrónica me ayuda a concentrarme; puedo leer, trabajar y estudiar muy bien.

La red •

Es como jugar entre el cielo y el infierno. Me ha permitido encontrar viejos amigos y música buscada por años, y es una excelente herramienta para promover actividades. Sin embargo, también se ha convertido en una adicción; tengo que revisar mis correos por lo menos dos veces al día.

Comer •

Si ardo en el infierno será por cometer el pecado de la gula. Recomiendo no perdonar un ají de fideo en la Virgen de los Deseos, un caldo de pollo en la plaza Villarroel y las salteñas de una confitería en la Av. Illimani, a la vuelta de la Cueva de los Cuentacuentos.

Beber •

Se ha convertido en un deporte explorar cervezas y aguardientes de cada lugar, me quedo con el guarro colombiano, el mezcal mexicano y una grapa miel uruguaya. Aquí, se la pasa muy bien observando y escuchando la noche en el Bocaisapo y el Almatroste.

Viajar •

Uno de los mayores placeres de la vida es, sin duda, viajar. Hace mucho que me prometí no viajar como turista, si no siempre a contar o actuar.

Ahora, si realmente me quiero escapar de todo, me quedo en casa a puertas cerradas y si un día decidiera escaparme definitivamente de La Paz, me iría a Montevideo.

Comprar •

Como comprador, repito mi conducta de zapping. Una vez tardé cuatro años en comprar un par de zapatos. En realidad, lo lindo de ir a comprar no es la compra en sí, sino el vitrinear, el merodear mercados, olerlos, escucharlos.

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